Se jugaba el minuto 80 de la final de la UEFA Europa League, en el Puskas Arena, de la ciudad de Budapest, Hungría, disputada entre el Sevilla de España y la Roma de Italia. El marcador estaba empatado a un gol, cuando vino un fuerte disparo que pegó, dentro del área de los 16:50, en el brazo del defensor sevillano Fernando.
Los italianos exigían que se sancionara la pena máxima en su favor, al tiempo que, el silbante en turno, el inglés Anthony Taylor, mímicamente indicaba que “efectivamente, el balón le había pegado en el brazo; pero que, lo llevaba en una posición natural, a un costado, sin abrirlo y sin ocupar un espacio mayor al razonable”: es decir, que se trataba de una mano no sancionable.
Muchos comentaristas, no atinaban a adivinar el gesto del colegiado y pensaban que decía que “el balón le había pegado en el costado”. La acción fue revisada de manera “silenciosa” en el VAR; es decir, sin que hubiera la necesidad de que el árbitro central acudiera al monitor, apoyando la decisión original.
Total, que el partido terminó empatado a un tanto, vinieron los tiempos extra y la definición por los fatídicos tiros, desde los once metros, para definir a un ganador, para que finalmente el Sevilla levantara la Copa.
El director Técnico de La Roma, el portugués José Mourinho (quien es un pájaro de cuenta) “engendró en pantera”, protagonizando una serie de “numeritos” que denotaron la más ínfima de las calidades humanas.
A regañadientes subió a recibir la medalla por el segundo lugar, para despojarse inmediatamente de ella y regalarla a la tribuna (luego declararía: “me quedo con las de oro; regalo las de plata). Del mismo modo, insultó soezmente al cuerpo arbitral, llamándose robado y, por supuesto, culpándolos de la derrota.
Como dijo el desvalijador de coches: “vamos por partes”. El gol del Sevilla, anotado en tiempo regular, fue producto de un autogol de Gianluca Mancini. Al minuto 84 el nazareno había marcado un penal a favor del Sevilla que “canceló” revisión en el monitor de por medio a sugerencia del VAR.
Durante la serie de penales para definir un ganador, La Roma falló dos (uno de ellos, Mancini, el que había metido el autogol) sin mencionar la cantidad de oportunidades de gol que desperdiciaron los italianos; de modo que, “el chiste se cuenta solo”
Digo ¿Llamarte “robado” después de que: metes un autogol, te cancelan un penal en contra y fallas dos penas máximas en la serie definitoria?, una cosa de locos.
Por principio les diré que, en mi opinión, la acción del minuto 80, en donde se cometió una mano accidental, estuvo bien juzgada por el silbante. Sí hay mano; pero, no es deliberada y por lo tanto, no es sancionable. Tampoco es de VAR; toda vez que, no había discrepancia entre la opinión del árbitro y los encargados de manejar la tecnología. Si yo hubiera tenido el silbato en la boca, tampoco lo marco.
Está escrito en la regla de juego que “La deportividad es un elemento fundamental de la belleza del deporte rey (el futbol) y a la par, una característica vital de su espíritu”.
Igualmente, en el texto de la misma regla se puede leer que: “Sean las decisiones correctas o incorrectas, el «espíritu» de este deporte requiere que las decisiones arbitrales sean siempre respetadas”.
Evidentemente Mourinho, no ha leído las reglas que rigen nuestro querido deporte, mucho menos las practica. Esta lamentable situación va más allá del futbol, es una cuestión de educación, de urbanidad y de principios.
Muchos dicen que; “es un personaje”, que “es explosivo”, que “tiene su carácter”, que “genio y figura hasta la sepultura”. Para mi gusto, es un majadero … ojalá y reciba una sanción ejemplar.
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