Resulta que, la Junta Tributaria de España, algo así como el SAT de México, realizó una auditoria, entre los años: 2016, 17 y 18 a una empresa, encontrando ciertas irregularidades (lo que no sería raro). La cuestión aquí es que el principal accionista de dicha empresa era José María Enríquez Negreira.
Dos situaciones llamaron la atención 1) Que la empresa había recibido pagos del Club de Futbol Barcelona y 2) Que el tal José María Enríquez era uno de los tres vicepresidentes del Comité Técnico de Arbitraje (CTA) organismo gubernamental encargado de designar a los colegiados, en la madre patria, para cada uno de los partidos.
Al continuar con las indagatorias se supo, que según esto, los pagos realizados se debían a una “consultoría técnica externa” consistente en: informes, análisis y videos, para que el equipo estuviera enterado de la manera en que cada uno de los silbantes “gestionaba su labor”.
Para no hacer el cuento largo, se supo que la “relación laboral” se extendió desde el 2001 al 2018 y que el total de las percepciones asciende a cerca de 8 millones de dólares durante ese tiempo. Curiosamente los “pagos” cesaron una vez que don José María abandonó su cargo en el comité de árbitros.
Independientemente de la situación legal, es evidente que se trató de un acto inmoral, carente de toda ética, cuando los involucrados son: un miembro del comité arbitral y un equipo de futbol.
Aunque es muy probable que el caso no se llegue a judicializar; en virtud de que, la legislación española señala que “los delitos deportivos prescriben a los tres años” y el supuesto ilícito ocurrió hace un lustro, las consecuencias “sociales” no se han hecho esperar; de modo que, la escuadra catalana tendrá que pagar un costo muy alto, por el desprestigio que estos lamentables acontecimientos han causado a la institución.
Los hechos han golpeado a Sandro Rosell y a Joseph María Bartoloneu, expresidentes blaugranas y se ha convertido en escarnio para los culés y fuente inagotable de “memes” y especulaciones.
No se ha comprobado que los “pagos” fueran utilizados para la compra de voluntades y favores de los hombres de negro; sin embargo, las lenguas de doble filo se han encargado de hacer una serie de conjeturas que ponen en tela de juicio los triunfos y blasones obtenidos por el “Baza” durante esos años.
Entre más le rascan al asunto; más basura sale. Haciendo investigaciones y sacando “conclusiones” se ha evidenciado que, con algún silbante, el Barcelona casi siempre ganó, ocasionalmente empató y solamente perdió un partido; mientras que, con el mismo juez, al Real Madrid no corrió la misma suerte.
Igualmente se han publicado estadísticas en el sentido de que una vez cesados los “pagos” el número de penales marcados en contra de los catalanes se incrementó notablemente.
Para acabarla de amolar los “Merengues”, acérrimos rivales del “Barza”, emitieron un comunicado, “externando su preocupación ante la muy probable corrupción que rodea los acontecimientos, reiterado su confianza en las autoridades competentes”, echándole así más leña al fuego.
“Haiga sido como haiga sido” el daño ya está hecho, es irreversible y tendrán que pasar muchos años para que cicatrice la herida que todo esto está dejado. El desprestigio ha sido mayúsculo. No sé en qué estaban pensando las personas involucradas. Y vaya usted a saber qué otras sorpresas nos depara el destino.
Han manchado al futbol haciendo dudar a la gran familia balompédica respecto a la legalidad que impera en cuanto a impartición de justicia se refiere involucrando al arbitraje, cuya principal función dentro de nuestro querido deporte no es otra que la de: ser los garantes de … la moral del juego.
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