Luis Augusto Chávez Maza
Los últimos informes oficiales sobre inflación señalan un importante crecimiento a nivel global. Para el mes de marzo de este año, la inflación en México, Estados Unidos y un promedio de los países miembros de la Unión Europea fue de 7.4%, 8.5% y 7.5%, respectivamente. Existen dos grandes argumentos que pretenden explicar esta situación. La primera explicación se vincula con la guerra en Ucrania y, la segunda explicación, está relacionada con la reactivación económica post pandemia. La guerra en Ucrania incide en el crecimiento de la inflación, pues desencadenó una serie de sanciones económicas impuestas por Europa y Estados Unidos hacia Rusia y viceversa. Estas sanciones restringen la importación de energéticos, minerales y alimentos por parte de occidente y, como respuesta, Rusia exige pagos en rublos para sus exportaciones. Las medidas rompen con las reglas de libre comercio y desencadena escasez de productos. Si bien, Europa es el escenario principal, por ser la región donde acontece el conflicto, los países de América también sufren los efectos de la guerra. Estados Unidos y Canadá ha comprometido abastecimiento de gas, petróleo y granos a Europa, en tanto, México es importador de gas natural, gasolinas y granos de Estados Unidos y Canadá. Por tanto, México competirá con Europa para abastecerse de esos bienes. En resumen, la restricción del comercio en Europa y la expansión de la demanda en Norteamérica impacta directamente sobre los precios.
El segundo argumento apunta que la inflación es consecuencia de la reactivación económica post pandemia. En este sentido, durante 2020 con los confinamientos impuestos en los países, las actividades económicas se detuvieron. Los paros técnicos en las fábricas y el comercio, la limitada movilidad de personas para atender asuntos sociales o familiares comprimió la actividad económica presencial, asimismo, rompió y creó diversas cadenas de producción y suministro. A mediados de 2021, dada una extensa campaña de vacunación, la reactivación económica retomó bríos con ritmos diferentes entre los países y por sectores económicos. La actividad económica con mayor dinamismo son las agrícolas y la minería vitales para la subsistencia humana, pues de ellas provienen los alimentos, la electricidad y las gasolinas que permiten la manutención; por otro lado, la demanda por servicios de turismo y diversión mejora con un ritmo tímido pues los empleos y los ingresos de gran parte de la población continúan afectados. En este segundo argumento, los precios aumentan porque la demanda crece en bienes esenciales y la oferta está reajustando las expectativas del mercado y la rentabilidad.
Tanto la guerra como la reactivación post pandemia tienen sustento para explicar el crecimiento de los precios. Lo que también se aprecia es que la inflación difiere entre los países y por sector. Para evidenciar estas diferencias, se expondrán los indicadores de inflación de alimentos y energéticos para marzo de 2022, estos fueron de 12.9% y 4.7% en México; 8.8% y 13.4% en Estados Unidos; 7.8% y 44.7% en los países de la zona euro. Lo sobresaliente para el caso mexicano es la baja tasa de inflación en los energéticos y la tasa de dos dígitos en los alimentos. Si bien, la situación que afecta con mayor fuerza en México son los precios de los alimentos, es prudente revisar parte de la estrategia gubernamental implementada en el sector energético, en particular la comercialización de las gasolinas, y explicar así su estabilidad en precios. Como ya se ha señalado, la inflación en los energéticos en México es bajo en contraste con los productos alimenticios y la situación en otras regiones del mundo. Para controlar los efectos de inflación, el gobierno federal ha elaborado un esquema de subsidios a la gasolina. Para explicar el funcionamiento general de los subsidios, se requiere especificar que México es un país con balanza de productos petroleros negativa, esto es, las exportaciones de productos petroleros son menores a las importaciones; si bien, el país es un exportador de crudo, la balanza se inclina por las importaciones debido a la dependencia en gas, petroquímicos y derivados del petróleo. Tal situación se traduce en que 62.1% de las gasolinas consumidas durante 2021 fueron importadas. A pesar de esta dependencia, la empresa gubernamental Pemex controla 67.8% de las estaciones de gasolina que venden al público general.
Así, en un mercado mexicano que importa gasolinas, con estaciones de servicio privadas con concesiones públicas; la forma de otorgar los subsidios no puede ser con trasferencias directas, sino se otorgan por medio de la reducción de impuestos a los comercializadores y las estaciones de gasolina. Para explicarlo, considere que el precio de la gasolina es resultado de sumar: el precio internacional de la gasolina, los costos de importación, comercio y almacén, la ganancia de las estaciones y comercializadores, y finalmente, los impuestos: IVA, IEPS e ISR. De forma particular, el programa de subsidios o estímulos se traduce en la reducción parcial o completa del IEPS, siempre y cuando el contribuyente pueda acreditar la venta dentro de los márgenes de precios establecidos mensualmente por el gobierno y el pago de impuestos del IVA e ISR. Lo anterior asegura que el subsidio se otorgue a quienes vendan a precios dentro del margen y acrediten las ventas en las declaraciones ante hacienda. Conforma a los informes del SAT, en 2019, antes de la pandemia, 41.0% del precio de la gasolina era absorbido por los impuestos; y para marzo de 2022, 16.0% del precio de la gasolina corresponde al IVA, pues el subsidio al IEPS es de 100%.
El subsidio para controlar los precios de las gasolinas tiene un gran costo. Para 2021, el costo derivado por impuestos no cobrados fue de 104 mil millones de pesos, según lo declarado por el SAT. Para 2022, si el subsidio para el IEPS se sostiene en 100%, su costo será de 370 mil millones de pesos, lo que representará 7.2% del presupuesto federal. Los subsidios generan beneficios directos en los propietarios de automóviles, las estaciones y comercializadoras de gasolinas; por esta situación, el subsidio puede calificarse como una política regresiva ya que beneficia a individuos de altos ingresos. Pero, si consideramos que la gasolina es un insumo relevante dentro del proceso productivo de otros bienes y servicios, entonces, de manera indirecta, el subsidio al estabilizar el precio de las gasolinas incide en reducir el efecto inflacionario general. Sin embargo, la efectividad de la medida es parcial, y como se señaló al inicio de esta exposición, el efecto inflacionario está vinculado con diversos factores y el precio de la gasolina es apenas uno de ellos. Pero, de no implementar los subsidios, se estima que 80% de los hogares con menores ingresos perderían más de 700 mil millones de pesos a lo largo de 2022.
En general, se puede considerar que esta política de subsidios tiene efectividad limitada, genera costos presupuestales y también beneficios al proteger el poder adquisitivo de la población. El siguiente aspecto por discutir en los siguientes meses será la duración de las medidas y determinar cómo se cubrirán las perdidas. Ante las condiciones impuestos por la guerra, Rusia será excluido en el largo plazo del mercado occidental, dominado por Europa y Estados Unidos, de ello se deduce que la volatilidad en la demanda y oferta permanezca a lo largo del año y para 2023 los mercados encuentren una nueva normalidad. En 2023, México debe contar con alguna estrategia para garantizar acceso a energéticos a precios estables; pues de permanecer como importadores de energéticos, las expectativas económicas no son optimistas. Una política que pueda subsanar es continuar con el fomento de la industria petrolera nacional, pero los resultados podrán observarse a finales de 2024, cuando la industria petroquímica podría abastecer en 49% la demanda de gasolinas; siempre y cuando no se abandonen los proyectos. Otras alternativas para cubrir el déficit presupuestario es la contratación de deuda, recortar gasto público o mejorar la recaudación de impuestos; ninguna de ellas es tractiva. Ante un escenario con severos reacomodos internacionales, en 2022 la política de subsidios continuará, pero los retos serán sostenerla en el mediano plazo y obtener recursos para pagar las cuentas.
Profesor-Investigador en la Fac. de Economía de la BUAP
Contacto: [email protected]