La noticia dada a conocer en días pasados sobre la compra por parte del gobierno de 13 centrales eléctricas a la española Iberdrola, que preside Ignacio Sánchez Galán, ha generado gran número de comentarios de expertos que cuestionan el supuesto beneficio para México, con base en esa transacción que el Presidente López Obrador ha equiparado a una nueva nacionalización de la industria eléctrica mexicana. Y los comentarios se centran en el hecho de que la mayor parte de las centrales que se están comprando tienen entre 10 y 25 años de operación y sólo una tercera parte se construyó entre 2017 y 2019.
Otro tema importante es el relativo a que los 6 mil millones de dólares que se pagarán a Iberdrola, representan una suma muy alta, toda vez que construir las 13 plantas nuevas tendrían un costo aproximado de 8 mil millones de dólares. Lo cierto es que la empresa española, que ha vivido una permanente andanada de críticas y hasta insultos de parte del auto denominado gobierno de la 4T, evaluó muy bien su situación y perspectivas en el mercado eléctrico mexicano a consecuencia del ambiente hostil creado en su contra y los litigios iniciados donde la empresa no saldría ganadora.
Lo cierto es que los españoles salieron ganando con la transacción, y volvieron a intercambiar vistosos espejitos por pepitas de oro, como lo hicieron en la época de la conquista. Se deshacen de plantas viejas a un precio más que ventajoso y se quedan en México con una participación menor, pero con un mejor panorama y ambiente para volver a crecer.
Además, la venta se hace al fondo México Infrastructure Partners (MIP), donde el gobierno de nuestro país tiene una participación mayoritaria, de ahí que con la compra, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a cargo de Manuel Bartlett, concentrará el 55 por ciento del mercado eléctrico, lo que generará un equilibrio positivo en el sector, ya que los países donde la generación eléctrica es mayormente privada como España, Alemania, Italia y Portugal, por citar sólo unos ejemplos, la experiencia en servicio y costos no ha sido del todo buena.
La asignatura pendiente para la CFE sigue siendo dar prioridad a las energías renovables para ponerse a tono con la tendencia mundial y aún cuando sea una empresa pública, cuidar su situación financiera, su rentabilidad y eficiencia operativa, para no depender de los subsidios gubernamentales que finalmente se traducen en costos que terminaremos pagando todos los mexicanos.
El panorama para la CFE no luce nada halagador pues en sus resultados financieros no se aprecian buenas cifras y sus deudas van en aumento. Las empresas públicas siempre han cargado con una mala fama respecto a su eficiencia operativa, así como su capacidad para ser rentables y este es el caso de la CFE. La compra a Iberdrola será un factor adicional para el incremento de su ya abultada deuda.
@fer_martinezg
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