Por Yaneth Angélica Tamayo Avalos
A lo largo del tiempo, las mujeres luchamos para desarrollar nuestros intereses, capacidades y acceder a mejores condiciones de vida. Con mucho esfuerzo, hemos luchado por conseguir que a todas las mujeres se les reconozcan derechos y dejemos de ser invisibles.
Hoy nuestras condiciones de igualdad, equidad y justicia están distantes de ser realidad concreta, por la idiosincrasia en la que está inmersa la sociedad, cosa que sigue jugando un papel determinante que, entorpece y obstaculiza el libre nuestro desarrollo.
Resistir la simple y brutal violencia ejercida por nuestros pares, hasta los más sutiles comportamientos falsamente protectores del Estado, nos pone en constante riesgo, porque el Estado se caracteriza por ejercer políticas mono culturales, de tutelaje y asistencia social, sin perspectiva étnica, intercultural ni de género. Desconoce a las mujeres como sujetas de derechos, con capacidad de gestión, acción y gobernanza.
La falta de apertura por parte del Estado al desoír nuestras demandas, ni recibe, ni trata con seriedad las propuestas, cae en omisiones sistemáticas.
Esta situación genera en las mujeres sentimientos de incertidumbre, discriminación y humillación, y se intenta excluirnos. Sin el principio de justicia e igualdad.
Y justamente, son estas circunstancias las que nos mueve a manifestarnos como el 8 y 9 de marzo; hartas de la violencia extrema, mujeres desaparecidas, violadas, golpeadas, acalladas, obligadas a parir y encarceladas; pero también hartas de la discriminación y desigualdad.
Por ello no permitamos que se nos arrebate nuestra lucha por grupos políticos patriarcales que ven la oportunidad para ser protagonistas, disfrazándose de falsos aliados que nos permiten y autorizan manifestarnos; como si necesitáramos permiso para expresar nuestra rebeldía, resultado de la violencia que ellos mismos generan.
Son falsos aliados, que aprovechan reflectores, haciendo un negocio mediático a través de nuestro dolor; ahora resulta que, hoy todos defienden a las mujeres cuando en sus empresas callan el acoso, niegan el acceso a un espacio laboral libre de violencia, dan salarios menores que a los hombres y dejan impunes las agresiones.
Quienes ejercen y administran el poder son iguales. ¿cuántos de ellos se han pronunciado como solidarios y votan contra del derecho al aborto o intentan eliminar el delito de feminicidio y abuso sexual de menores?
Muchos han salido a dar comunicados apoyando a las mujeres, pero emiten resoluciones liberando violadores y feminicidas; no han girado una orden de aprehensión, dizque por falta de elementos para acreditar el feminicidio; no investigan los crímenes contra las mujeres, argumentando que ellas tienen culpa e “incitan” a los hombres.
Es incongruencia y falsedad, ello los hace unos oportunistas, se enmascaran para obtener el beneplácito de las mujeres, a las que aun logran engañar; buscan votos para acumular poder; engañan a la ciudadanía fingiendo que no pasa nada. Artimañas, para minimizar y desvirtuar nuestra lucha.
Hay que saber que las mujeres luchamos por construir y consolidar no un Estado con derecho sino un Estado de derecho, para que normas acompañen, faciliten y hagan posible una sociedad más productiva, comunicada, equitativa, igualitaria y justa.