Palabra de Antígona
El movimiento feminista y de mujeres en México y en el mundo, es el único movimiento que trascendió fronteras y siglos, es la vanguardia de la lucha social porque sus planteamientos interpelan al poder, al sistema y a la política de los hombres en cualquier punto del planeta. No existe ninguna posibilidad de controlarlo o darle conducción política tradicional.
Para la administración pública significa una oposición no partidaria, ni de clase, ni de capital. Es indescifrable. No necesita tutoría, ni dádivas o apapachos.
La libertad y la autonomía de las mujeres, es una convicción ideológica y política fuera de las interpretaciones sesudas de la intelectualidad. Es la vida y la experiencia milenarias. Callarlas por miedo, amenazas o represión simbólica es desconocer el largo proceso de aprendizaje, organización e intercambio de experiencias. Hoy con tintes de insurrección.
A las humanas les es indiferente el paternazgo, y los “apoyos”. Saben qué quieren. Cómo actuar y está en todos los rincones del territorio nacional.
La protesta el 8 de marzo, la marea verde por el derecho al aborto, los reclamos de justicia para asesinadas, desaparecidas, violentadas, es hoy una sola voz, por caminos y direcciones diversas, multiplicadas todos los días.
Para un presidente tan popular como Andrés Manuel López Obrador, mandar a las feministas y a las mujeres desde su punto de vista, es imposible. Según Roy Campos, la pérdida de popularidad de AMLO, es de 3 puntos entre hombres y 5 puntos entre mujeres, sólo este año.
Así el presidente se mira en el espejo del fracaso. Están en rebeldía no por el dolor de la discriminación y la violencia contra ellas solo por ser mujeres, sino por la sordera e incapacidad de este gobierno, la de su gabinete y sus gobiernos morenistas.
Resultó equivocada e inútil su “estrategia”, al pasar del discurso del miedo, “van a incendiar al país”, junto a “nuestros opositores”, a tácticas de contención demagogas y luego criminalizarlas como en Michoacán y Tlaxcala. No tienen idea que las feministas tienen redes planetarias.
Enredadas, conectadas como nunca en la historia, no les hace mella la descalificación, saben bien que es el patriarcado y buscan derrumbarlo. Están levantadas igual en Tokio, Rusia o México; entre originarias de Chiapas al Valle de San Quintín, en ciudades grandes y pequeñas, en las fábricas y los bares. No se dejan.
En México se las ve a diario plantadas frente a palacios y presidencias municipales, tanto buscadoras de las y los desaparecidos; como madres del feminicidio, por el derecho al aborto; por mal pagadas, desocupadas, por la igualdad en el campo de futbol o en la política; en las empresas buscando puestos de dirección, en la administración pública contra el acoso y el abuso sexual; levantadas en comunidades, en pueblos, han trascendido la política de corto plazo, chata y obtusa.
Hoy la violencia institucional, no las/nos asusta. Hemos interpelado a los políticos y a los intelectuales; rechazamos la política punitiva -cárcel para los violadores- las pálidas acciones “porque no son las pobres primero”. El hartazgo es real, por los discursos paternalistas y las engañosas políticas públicas. Veo el fracaso del gobierno federal, el capitalino y todos los gobiernos morenistas. Hoy necios e ignorantes.
Da risa el montaje mediático de la entrega de flores a las policías capitalinas, los encabezados de marchas pacíficas ¿Cuándo son violentas?, nada alcanza ni convence, ni las tácticas militares y las estrategias de contención. Veremos.
Periodista, directora del portal informativo semmexico.mx