Ya pasado el primer aniversario de la presidencia de Joe Biden y los análisis de cómo la reforma migratoria una vez más quedó en el tintero, la pregunta obligada es qué resta por hacer. Es decir, cuál es el siguiente paso para lograr algo en este año electoral, que complicaría todavía más el panorama en el frente migratorio en lo que resta de esta presidencia si los demócratas pierden el control del Congreso.
Dada la amenaza permanente que representó el gobierno anterior para millones de inmigrantes
indocumentados y sus familias, se torna urgente en ese sentido empezar desde ya a establecer estrategias de acción inteligentes, no de contemplación ni de discursos a la ligera, para evitar un mal mayor. En otras palabras, cruzarse de brazos no es opción.
Ya hay un sector que aboga para que los líderes demócratas del Senado pasen por alto la recomendación de la Parlamentaria de no incluir el lenguaje de legalización en el proyecto de ley Para una Mejor Reconstrucción (Build Back Better). Pero, en primer lugar, ni siquiera se sabe si ese proyecto volverá a ver la luz del día antes de las elecciones intermedias.
Biden ahora dice que podría debatirse por partes, mientras el senador demócrata de West Virginia, Joe Manchin, afirma que su propuesta de un plan BBB a menor costo ya no está sobre la mesa.
Es decir, se está entrando en el terreno peligroso de dar “un paso adelante para dar dos pasos atrás” que, en política, a nadie conviene, pero sobre todo no a quienes han esperado afanosamente durante décadas para regularizar su situación migratoria, y quienes definitivamente siempre han dado los pasos necesarios para sostener a sus familias y a las economías de sus lugares de residencia. Pero sobre todo, esos pasos siempre han sido hacia adelante y sin dudar.