Por: Maribel Hastings / David Torres
En el mundo paralelo en que viven los republicanos, su figura central —el expresidente Donald Trump, el rey de las mentiras y de las teorías conspirativas, lanza una plataforma social, irónicamente llamada Verdad (TRUTH Social), tras ser vetado por las tradicionales redes sociales de Twitter y Facebook. Ello, por promover mentiras sobre su derrota en las elecciones generales de 2020.
Con esta especie de oxímoron cibernético ya podemos darnos cuenta de la clase de engendro mediático que le espera a Estados Unidos y de cómo esa plataforma convertirá a la mentira en una “verdad” permanentemente enmascarada. Y en lo que se refiere a inmigración, es seguro que ahí se reproduzcan todos y cada uno de los ataques que ha lanzado el expresidente contra los indocumentados desde que él apareció en el firmamento político estadounidense.
En pocas palabras será un espacio para regocijo, ni más ni menos, de quienes desde la ignorancia que promueven el racismo y la xenofobia prefieren ser engañados a hacer un esfuerzo intelectual para deshacerse del lastre en que se ha convertido un personaje como Trump en la historia nacional, especialmente en el ámbito migratorio.
Es decir, con Trump dirigiendo la orquesta, los republicanos ya se han habituado a torturar la verdad hasta
matarla. Incluso a sabiendas de que ellos mismos son las víctimas primarias de todo este maremágnum de mentiras.
De este modo, los terroristas que asaltaron el Capitolio federal el 6 de enero de 2021 en un fallido intento de golpe de Estado para impedir que el Congreso certificara el triunfo electoral de Joe Biden, son, ante los republicanos, “patriotas” que ejercieron “pacíficamente” su derecho a protestar. Trump incluso dijo que, de volver a la Casa Blanca, les concedería perdones presidenciales.
Eso es obvio, y no sería descabellado pensar que una de sus primeras campañas mediáticas a través de su nueva plataforma sería, precisamente, promover la idea de que dicha turba de zánganos merece no solo perdón, sino incluso condecoraciones por obedecer ciegamente a un falso líder.