Por Branko Marcetic
El actual enfrentamiento en torno a Ucrania puede remontarse en gran medida al gran acontecimiento polarizador que fue el Euromaidán de 2014: según a quién se pregunte, se trató de una revolución liberal inspiradora o de un golpe de Estado de extrema derecha.
Es enero. Una multitud desafiante de manifestantes, un amasijo de cuerpos en el que se codean extremistas de extrema derecha con gente corriente, quiere la cabeza del presidente electo. Corean consignas antigubernamentales, ocupan edificios públicos y portan armas —algunas de ellas improvisadas de cuerpo a cuerpo, otras rifles de caza y Kalashnikovs—. Al final, las manifestaciones se saldan con la muerte y la hospitalización de manifestantes y policías.
No es el motín del Capitolio en Washington que tanto horrorizó a los estadounidenses y a los observadores extranjeros en 2021. Se trata de la Revolución ucraniana del Maidán (o Euromaidán), que justo por estas fechas, hace ocho años, consiguió derrocar al gobierno electo del país, haciendo que el entonces presidente Víktor Yanukóvich huyera por su vida a la vecina Rusia.
Casi una década después, la Revolución de la Dignidad de 2014, como se conoce en Ucrania, sigue siendo uno de los episodios más incomprendidos de la historia reciente. Sin embargo, entenderlo es fundamental para comprender el actual enfrentamiento en torno a Ucrania, que puede remontarse en gran medida a este acontecimiento polarizador: según a quién se pregunte, una revolución liberal inspiradora o un golpe de Estado de extrema derecha.
La base de la rebelión de las grandes potencias
Al igual que las tensiones actuales entre Rusia y la OTAN, en el centro de las protestas de Maidán estaba la presión de algunos gobiernos occidentales (especialmente de Estados Unidos) para aislar a Rusia apoyando la integración de las partes periféricas de la antigua Unión Soviética en las instituciones europeas y atlánticas, y la reacción de Moscú contra lo que consideraba una invasión de su esfera de influencia.
Sombras y mentiras
La revolución de 2014 en Ucrania fue un asunto enormemente complicado. Sin embargo, para la mayoría de los observadores occidentales, muchos de sus hechos básicos, bien documentados, han sido extirpados para impulsar una narrativa simplista, en blanco y negro, o se han presentado como información errónea y propaganda, como el papel crucial de la extrema derecha en la revolución.
En realidad, la Revolución de Maidán sigue siendo un acontecimiento desordenado que no es fácil de clasificar, pero que dista mucho de lo que se ha hecho creer al público occidental. Se trata de una historia de manifestantes liberales y prooccidentales impulsados por agravios legítimos pero procedentes, en gran medida, tan solo de la mitad de un país polarizado, que contrae un matrimonio temporal de conveniencia con la extrema derecha para llevar a cabo una insurrección contra un presidente corrupto y autoritario. La tragedia en todo esto es que aquellos hechos sirvieron en gran medida para empoderar neonazis, al tiempo que promulgaban únicamente los objetivos de las potencias occidentales que prestaron su apoyo de forma oportunista.
Es una historia trágicamente común en la Europa de la posguerra fría, de un país mutilado y desgarrado cuando sus divisiones políticas y sociales fueron utilizadas y desgarradas aún más en la lucha de la rivalidad entre grandes potencias. La implicación occidental ha contribuido a llevar al país a esta crisis. Hay pocas razones para pensar que ahora la sacará adelante.
El presente texto es una versión abreviada del original, publicado con autorización del portal Jacobin, puede leerlo completo en https://jacobinlat.com/2022/02/24/como-una-insurreccion-apoyada-por-estados-unidos-ayudo-a-llevarnos-a-la-guerra/