Por: Giovanni E. Reyes
Hay muchas razones para que los titulares de la gran prensa internacional en relación con Latinoamérica sean ocupados por México.
Luego de Brasil, es la segunda economía más grande de Latinoamérica, es socio estratégico de Estados Unidos, mercado en el cual tienen destino un 87% de sus exportaciones, tiene una posición importante en términos geográficos, pertenece al G-20, las economías más grandes del planeta. Sus casi 130 millones de habitantes constituyen un alentador mercado, ya sea real actualizado o potencial.
Se puntualiza este rasgo de mayor notoriedad, porque es una característica que hasta cierto punto no le es propia a
Centroamérica. Una reunión de pequeños Estados en donde el más grande es Nicaragua-casi 130,000 kilómetros cuadrados- que, sin embargo, es el doble de extensión de Costa Rica. No obstante, estas naciones viven la tragedia del narcotráfico, además del consumo interno de drogas que se presenta, en particular en las ciudades principales.
Los desamparos centroamericanos tienen varios factores. No se trata sólo de las drogas, aunque esta causal sea por demás importante y se enraíce en las condiciones socio-económicas y políticas de la subregión. También están los fenómenos naturales. Es de recordar que los huracanes Eta y Iota devastaron Centroamérica en noviembre de 2020. Aparte de ello, como si faltase alguna otra cosa, en especial los países del Triángulo Norte -Guatemala, El Salvador y Honduras- tienen un “corredor seco” como consecuencia del calentamiento global.
Pero es el problema de las drogas el que cobra más notoriedad. Un indicador es el de las tasas de homicidios, con la notable excepción de Costa Rica. Los asesinatos han llegado a alcanzar niveles que se elevan por sobre los 48 y 52 asesinatos por cada 100,000 habitantes, en particular en Tegucigalpa –capital de Honduras- y Ciudad de Guatemala. Esto las hace competir con otras ciudades tales como Laredo y Ciudad de México, en México, Medellín en Colombia y Caracas en Venezuela.
Esos niveles de criminalidad han superado desde hace años, los indicadores más altos en tasas de homicidios que se llegaron a tener aún durante los años del conflicto armado, en particular en Guatemala; una guerra interna que cubrió de 1960 a 1996. Se trataría de un clima de violencia, más en el sentido estructural, en donde las luchas sociales tienen lugar.
Por vía terrestre, Centroamérica es el corredor obligado que une las dos grandes masas territoriales del Norte y el Sur del continente, además de estar en contacto evidente con el Caribe. Esta posición geográfica se relaciona claramente con el paso de drogas ilícitas. Hasta hace unos diez años se estima que solamente entre el 8 y 12% del narcotráfico optaba por la vía terrestre centroamericana. Hoy en día, aunque las cifras varían dependiendo de la fuente, al menos un 63% del narcotráfico estaría utilizando la vía terrestre llegando hasta México.*
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