En la Casa Blanca

La DEA tiene un punto ciego dentro de Estados Unidos el mercado de consumo de drogas más grande del mundo, este talón de Aquiles son los mayoristas, personajes discretos, de bajo perfil, que no llaman la atención y, si pueden, hacen su mejor esfuerzo para mimetizarse dentro de la sociedad norteamericana a cualquier nivel que sea necesario. Por esto, no hay un capo de renombre, o un jefe de la mafia al estilo mexicano donde las figuras son conocidas, respetadas por los lugareños y hasta gozan de corridos compuestos en su honor.
La tarea de los narcos mexicanos termina cuando los cargamentos de droga pasan por la frontera, no les interesa la distribución dentro del territorio norteamericano para eso están los locales, los mayoristas que les evitan la exposición o las confiscaciones de la mercancía.
En Estados Unidos estos mayoristas son personas difusas, que se refugian tanto en una clase media alta muy extensa en ese país como en barrios populares, se adaptan para funcionar, donde puedan iniciar la cadena de distribución de drogas para transportar estupefacientes a todo el territorio. A diferencia de los capos mexicanos, estos líderes nunca se dedicarán a la producción, traslado o comercialización a gran escala, de país a país.
Se dificulta su identificación porque no actúan en persona al recibir las cargas, otros las reciben por ellos, las

FUENTE: DEA
guardan en almacenes para iniciar la distribución. El mayorista no toca la carga, pero sí tiene el rango y la capacidad para pagar por los grandes montos a granel de droga que le llegan. Cuando entra a una cadena de distribución, la carga de droga “se pulveriza” entre pequeños grupos que abastecen a los vendedores y al consumidor final. En este sentido, operan en Estados Unidos bandas en las calles, en las cárceles, grupos de motociclistas y “dealers” en los centros nocturnos, “son miles de estadounidenses los que se encargan de repartir esas toneladas en partes cada vez más pequeñas, es como una telaraña”, dice la BBC.
El problema de estas cadenas de distribución es que las personas que la conforman se conocen dentro de su grupo de trabajo, pero no identifican a los distribuidores principales que son los que se encargan de introducir las grandes cantidades de droga al país. De ahí que, quizá en un operativo es posible atrapar a varios narcomenudistas pero sería difícil atrapar al abastecedor principal. Este es el punto ciego, no poder identificar al gran eslabón de la cadena.
“En el microtráfico tienen mucha presencia las pandillas estadounidenses y de diferentes países centroamericanos, pero no se llevan la parte grande del pastel…todo mundo se pregunta quiénes son los líderes gringos, pero (éstos) son poco conocidos, es su forma de actuar”, señala la BBC.
Si no hay identificación, menos puede darse el seguimiento fiscal o patrimonial, es decir, el rastreo de bienes, propiedades, mucho menos cuentas bancarias, identificación de socios, grupos de trabajo, entre otros elementos.

FUENTE: DEA
Al parecer, el gran problema es que el factor tiempo le está ganando terreno a la DEA, cada día hay más personas dedicadas al narcotráfico en Estados Unidos, grupos provenientes de México, Asia, todos en busca de un trozo de ese gran pastel que son los consumidores norteamericanos.
Hay que reconocer que la DEA ha tenido éxito en algunas pesquisas. Por ejemplo, el operativo de la Agencia en Dallas, Texas donde hubo 20 personas arrestadas, incautación de drogas, armas, autos y dinero, un golpe dirigido en un vecindario de Hamilton Park realizado a finales de enero de 2022. El operativo fue la culminación de una investigación de 15 meses conocida como Operation Shut Down Corner” en contra de esta organización dedicada a la distribución de fentanilo, cocaína, narcomenudeo, entre otros de acuerdo a Telemundo Dallas.
Entre las personas capturadas hay personajes que encajan en la figura de distribuidor mayorista, por ejemplo: Randall Hoskins alias “Rambo” acusado de distribución de sustancias controladas. Con los mismos cargos hay catorce personas más. Con esta operación se relacionaron otros operativos en Oklahoma, Los Angeles y Bakersfield, California.
Otro operativo tuvo lugar en San Diego, California en junio del 2021. En esta ocasión se capturaron 44 miembros del Cartel de Sinaloa de los 60 que buscaban por su participación en el tráfico de drogas, tráfico de armas y lavado de dinero. Se aseguraron 100 kilogramos de metanfetamina y otras drogas. La DEA indicó que en ese momento aún estaba en trámite la confiscación de residencias localizadas, autos de lujo y recursos económicos de los capturados. La distribución de la droga se realizaba a través de automóviles y motocicletas, de acuerdo al portal Terra.
Con base a estos ejemplos, puede observarse que las investigaciones para identificar a los grupos delictivos son largas y llevan mucho tiempo (meses), y con resultados cuestionables porque es difícil afectar a la delincuencia en sus esquemas económicos. En el ejemplo arriba, las residencias, autos y dinero, son elementos donde es difícil acreditar para llevar a cabo la extinción de dominio, a tal grado que tenga un impacto real en los intereses del grupo. De no concretarse, el esfuerzo queda atorado en el encarcelamiento de los responsables y nada más. Y esto, sin considerar que afuera ya hay personas en fila para sustituirlas en cuestión de días.
De ahí que el éxito de un operativo, lo define la contundencia, la rapidez de los resultados y el impacto en sus intereses económicos.
En casi medio siglo de vida de la DEA no se puede asegurar que su guerra contra las drogas la va ganando. El consumo, tráfico y los problemas que esto conlleva se está disparando a niveles no vistos en Estados Unidos. Tiene recursos, dinero, tecnología, y la carrera contra el tiempo la ganan los narcos. Por qué? Para la DEA elaborar un esquema de seguridad, de control de drogas o análisis estadístico lleva tiempo (meses), sin embargo, estos esquemas, los narcos los destruyen de manera rápida. Por ejemplo, cuando descubren una ruta, o una estrategia para introducir droga, el narco cambia su esquema de inmediato. Y así la DEA vuelve a empezar.
Ante la dificultad de detener a esta “telaraña” de abastecedores domésticos y sus mayoristas nacionales, la Agencia la emprende contra los narcos mexicanos que transportan y distribuyen los cargamentos a los puertos de entrada, consolidan los ingresos de las drogas o realizan el lavado de dinero. En su informe “Evaluación nacional de amenazas de drogas” 2019 indica que se trata de un “modelo mixto” en donde hay participación de mexicanos con distintos niveles de jerarquía y protagonismo en diferentes etapas y lugares. Esta primera fase se complementa con la “telaraña de distribución” estadounidense que inicia con el mayorista nativo, “discreto”, que no puede identificar y por lo tanto los dejan en paz.
Aun así, el problema sigue vigente, el mapa de la presencia de los carteles mexicanos en Estados Unidos raya en el escándalo, y si la DEA pudiese eliminar algún punto de distribución, éste se ocupa de inmediato en cuestión de días. Y así sucesivamente.