En la Casa Blanca
Pese a crecimiento de fentanilo
México sigue en el top de producción de amapola
México es el tercer productor mundial de opio ilegal después de Afganistán y Myanmar, con una producción de unas 400 toneladas y un estimado de 21,500 hectáreas dedicadas al cultivo de amapola entre julio de 2018 a junio de 2019, de acuerdo al Reporte Mundial sobre Drogas 2021 de la Oficina de Naciones Unidas sobre Crimen y Drogas. A la vez, esta oferta de opio mexicano está ligada directamente a la demanda del primer consumidor del mundo: los Estados Unidos.
Después de la Segunda Guerra mundial, Estados Unidos experimentó una nueva crisis de opioides (la primera ocurrió en 1910 con la morfina). El Opio dio paso a la heroína en el mercado ilegal de calmantes para los dolores (painkiller). Para los 60, la guerra contra las drogas se lanzó con la Operación Intercepción en 1969. En el contexto de la Guerra Fría, además de apoyar golpes para remover gobiernos “hostiles” a Estados Unidos, este país reforzó el control de drogas a nivel internacional – bajo el enfoque de seguridad- lo que le permitiría financiar y participar en operaciones militares en países productores de cultivos ilegales.
En el México de los 70, cuando gobernaba el PRI, se realizaron las grandes “operaciones de erradicación” de drogas. El gobierno mexicano aprovechó la ayuda financiera y táctica norteamericana para llevar a cabo su “guerra sucia” desplegando militares en zonas rurales donde surgían movimientos insurgentes. Algunos analistas sugieren que la producción de amapola en el estado de Guerrero fue impulsada por el propio ejército para de justificar el envío de casi 24 000 soldados, a fin de someter al Partido de los Pobres de Lucio Cabañas y otros movimientos insurgentes en los 70s, según el Observatorio Francés de Drogas (OFDT).
A partir de este período, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Procuraduría General llevaban a cabo la destrucción de cultivos ilegales de amapola y marihuana, aunque el ejército se convirtió en el principal estratega y operador de esta tarea. El porcentaje de áreas destruidas por la Sedena se elevó de un 40% durante el gobierno de Díaz Ordaz (1964-70) a un 98% en la presidencia de Felipe Calderón, lo que le permitió justificar no solo un gran despliegue territorial – cerca de 98,000 mil soldados en 2021 comparados con los casi 70 000 en 1970 – sino también un importante incremento en el presupuesto.
El objetivo de “erradicar” la producción y tráfico de drogas nunca se logró. Aunque el uso de este argumento por parte de México parece ser una respuesta a un “reflejo condicionado”, o a las demandas de la relación bilateral con Estados Unidos. De ahí que el programa de destrucción de cultivos ilegales se renovaba cada año sin ninguna evaluación seria sobre su efectividad. José Luis Piñeyro, especialista sobre el Ejército Mexicano señaló que dicha evaluación era más “un acto para el consumo del electorado norteamericano que un análisis objetivo de la situación…indica si hay o no voluntad por parte de (México) y nada dice sobre resultados concretos”.
En 2006 con el presidente Felipe Calderón, la “guerra contra las drogas” dio un giro. La destrucción de cultivos era menos continua que su predecesor, pero se intensificaron las operaciones especiales militares dirigidas a “decapitar” a los carteles. Esta estrategia contra los capos – defendida por la DEA desde 1990 – solamente condujo a la fragmentación de los carteles y a un incremento en los homicidios, situación donde el país todavía se encuentra atascado. Durante el gobierno de Calderón, la tasa de homicidios se elevó de 9.7 por cada 100,000 habitantes en 2006, a 22.2 en 2012.
Actualmente el gobierno del presidente López Obrador ofrece un discurso distinto “abrazos y no balazos” en respuesta a los problemas del crimen que enfrenta México. A tres años de su gobierno, continúa la destrucción de cultivos ilegales y el despliegue militar masivo. Además, en el Congreso sigue pendiente la regulación sobre la cannabis con fines no médicos, y la producción de amapola para fines terapéuticos, aun cuando el partido del presidente tiene la mayoría tanto en la Cámara de diputados como en el Senado
El boom del fentanilo y el descenso en la demanda de heroína
La producción de amapola – y la destrucción de cultivos- se concentra en seis estados: Chihuahua, Durango, Guerrero Nayarit, Oaxaca y Sinaloa, los cultivos se encuentran en terrenos de difícil acceso a unos 3 mil metros de altura.
La caída en los precios de la goma de opio en 2018 a causa del descenso en la demanda de heroína en Estados Unidos, impactó en comunidades dedicadas al cultivo de amapola en Oaxaca, Nayarit y Sinaloa, donde los campesinos emigraron a campos dedicados a la exportación de cultivos legales. Otros granjeros se las arreglaron para seguir compitiendo en el mercado de la amapola gracias a la cercanía geográfica del poderoso sector agrícola en Sinaloa, o de los laboratorios para extraer la morfina de la goma y convertirla en heroína.
Esta caída en los precios de la goma de opio fue muy preocupante para las comunidades más vulnerables. El presidente López Obrador explicó en una conferencia de prensa el 30 de julio de 2021 en Badiraguato, Sinaloa: “La producción de los cultivos de droga como la marihuana y la amapola, está declinando, porque hoy desafortunadamente, lo que se usa más para envenenar a la gente joven es el fentanilo, una droga sintética. Y ésta no se produce en México. ¿Qué va a pasar en las regiones que producen marihuana y amapola? ¿De qué va a vivir la gente?”.
A pesar de estos vaivenes en el mercado debidos a la sustitución de la heroína por fentaniloides es poco probable que el abastecimiento de heroína mexicana desaparezca en el corto plazo.
Adaptación de las organizaciones criminales mexicanas
Los carteles supieron adaptarse. Este proceso lo realizaron los responsables de la síntesis y tráfico de heroína: por un lado, bloquearon las rutas de tráfico entre China y Estados Unidos del fentanilo y sus precusores; y por otro, mezclaron los fentaniloides con sustancias que ya han sido comercializadas o producidas por organizaciones mexicanas, tales como la heroína. Todo para abastecer al gran consumidor del norte.
Otro elemento que ayudó a la adaptación, fue el reforzamiento del control de China sobre las exportaciones de fentanilo y sus precusores hacia Estados Unidos en 2019, lo que cambió la ruta comercial de estos productos. Ahora son enviados desde China hacia puertos del Pacífico de México y exportados a Estados Unidos por parte de organizaciones criminales mexicanas en forma de píldoras que contienen fentaniloides. El Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa son los principales beneficiarios de este nuevo mercado.
En el último reporte anual, la DEA señala que las combinaciones de fentanilo/heroína aumentaron diecinueve veces entre 2014 y 2019. También, al sur de la frontera en Tijuana, Baja California, un estudio realizado entre 2018 y 2019 identificó la presencia de fentanilo en el 93% de las dosis en donde los usuarios pensaron que era heroína pura. En poco tiempo, México no tardará en registrar un pico por sobredosis de opioides.