Las altas tasas de violencia armada en México y América Central continúan generando graves consecuencias humanitarias, visibles e invisibles, que socavan el presente y futuro de miles de personas en la región, indicó el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para México y América Central al presentar sus Balances Humanitarios 2021-2022.
“En 2021 presenciamos desplazamientos internos, migraciones forzadas; vimos una continuidad en las desapariciones, y también cómo la violencia afectó el acceso de comunidades a la salud y a la educación. Además de efectos visibles como los homicidios, la violencia tiene efectos invisibles profundos: mata en vida a personas, comunidades y familias”, aseguró Jordi Raich, jefe de la Delegación Regional de CICR para México y América Central.
No hay soluciones sencillas para esta situación, agregó Raich, se requiere de la acción urgente y decidida de gobiernos, sociedad civil y organizaciones humanitarias para mitigar las consecuencias de esta violencia, promover espacios más humanitarios y garantizar una vida digna a las personas afectadas.

Para contribuir a aliviar el sufrimiento de aquellos afectados por la violencia el CICR trabaja en coordinación con las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja brindando asistencia y protección a personas migrantes, desplazadas internas, familiares de desaparecidos, personas privadas de libertad y comunidades afectadas por la violencia en El Salvador, Guatemala, Honduras y México. En Nicaragua, la organización visita personas privadas de libertad.
Durante la presentación de los informes anuales Miguel Ramírez, jefe de operaciones del CICR en México, llamó a no normalizar la violencia: “perder a un ser querido por la violencia es el dolor que enfrentan miles de personas en la región. Que sus historias sean publicadas en medios o comentadas en pláticas de sobremesa, pero luego olvidadas, es una constante y una señal de que hemos terminado por aprender a vivir con ella, impidiéndonos entender el sufrimiento que causa a miles y contribuir a movilizar soluciones”.
Los temas más apremiantes para el CICR en México y América Central en 2021 y en los que seguirá concentrando su atención en los próximos años son: el aumento de la migración (según cifras oficiales, en México el número de personas migrantes detenidas aumentó 41% con relación a 2019, lo que lleva a concluir un aumento en la movilidad) y los desplazamientos; la desaparición que no cesa (solo en México se contabilizan casi 100 000 personas desaparecidas); la emergencia carcelaria; el uso legal y adecuado de la fuerza y las dobles vulnerabilidades que traen consigo fenómenos climáticos y emergencias sanitarias como la pandemia por COVID-19 en comunidades fuertemente afectadas por la violencia.
“Entre muchos otros, hacer más resilientes a comunidades ya gravemente afectadas por la pobreza y la violencia ante el cambio climático es uno de los grandes retos colectivos del siglo XXI al que debemos mirar cara a cara y plantearle soluciones urgentes”, aseguró Raich.
Atender la violencia desde la raíz
Para la organización es importante continuar con el trabajo de proximidad que por años ha llevado a cabo en la región.
“Estar en el terreno con las personas que sufren esa violencia o junto a familiares de desaparecidos, por ejemplo”, explicó el activista.
Es con ese objetivo que se hace imprescindible enfrentar las violencias desde un punto de vista más cercano a las causas subyacentes o de base, y no centrarse solamente en lo inmediato.
“No hay que olvidar que la violencia es solo una de ellas (de las causas de base), no solo es la pobreza, no solo es la desigualdad. Suele ser un cóctel de causas lo que obliga a alguien a abandonar su casa o su país, por ejemplo.