En la Casa Blanca
Una importante ola de violencia está azotando ciudades en Estados Unidos. Aunque hay razones sociales huistóricas, las autoridfsades han detectado una razón en especial: el incremento en la venta de armas durante la pandemia y su uso en conflictos sin referentes políticos. Se trata de la violencia por la vilolencia.
¿Qué es lo que explica esta ola de violencia? la revista The Morning del New York Times aborda varios factores que contribuyen a conformar este cuadro de violencia, los expertos apuntan algunas explicaciones que ayudan a entender lo que está pasando en el vecino del norte: el aislacionismo social, la frustración causada por el encierro de la pandemia, un sentimiento de anarquía provocada por la violencia policiaca y, en consecuencia, la tibieza por parte del cuerpo policiaco ante las fuertes críticas que desató la muerte de George Floyd.
El aislacionismo social, la sensación de sentirse frustrado por la dirección del gobierno, enojado con la sociedad y con los ciudadanos que le rodean.
El considerar que, aquellos que tienen ideas políticas distintas, no tienen el derecho a expresar sus puntos de vista. Las ganas de desquitarse en las
redes sociales al “gritarle” a alguien por pensar diferente, o simplemente recurrir al insulto y la humillación para “sentirse bien”, descargar un poco de adrenalina. Es una sensación que alimenta las ganas de romper con las normas sociales y agraviar a quien se atraviese. No hay que asustarse, no es el caso de México (aunque falta poco), se trata de lo que ocurre en Estados Unidos.
Un fin de semana violento en algunas ciudades de Estados Unidos prende la alarma sobre una ola de violencia que se vive en el vecino país: en Norfolk, Virginia una discusión afuera de una pizzería terminó con un tiroteo y un saldo de dos muertos. En el centro de Austin, Texas, cuatro personas resultaron heridas en un tiroteo perpetrado en un festival. Y en Miami, Florida, el alcalde Dan Gelber, impuso un toque de queda a partir de la medianoche después de dos tiroteos el fin de semana pasado.
Pero no toda la violencia se explica por los crímenes perpetrados a mano armada. Tampoco los aumentos en la criminalidad se limitan a lugares en donde la brutalidad policiaca se ha manifestado de la peor manera. En cuanto a la pandemia, si ésta fuese la única causa, entonces se esperaría que el crimen y la violencia también se manifestase en otros países como Inglaterra, Canadá, Francia y Japón y otros más. Y no es así.
Algunos especialistas han abordado el tema desde el punto de vista histórico estudiando olas de violencia y crimen en otras épocas. Entre ellos, Richard Rosenfeld y Randolph Roth, quienes señalan que estas olas ocurren cuando las personas se sienten frustradas con la sociedad, con el gobierno y hacia otros ciudadanos. Esta frustración puede alimentar un rompimiento en las normas sociales y propiciar el surgimiento de lo que el sociólogo Emile Durkheim llama “anomia”.
De acuerdo a María del Pilar López, en su ensayo “El concepto de anomia de Durkheim”, anomia se refiere al momento en que los vínculos sociales se debilitan y la sociedad pierde su fuerza para integrar y regular adecuadamente a los individuos, generando fenómenos sociales como el suicidio.
El sentimiento de Simpatía
Randolph Roth ha estudiado los niveles de homicidio en Europa y en Estados Unidos durante los últimos 400 años, el especialista señala que la criminalidad tiende a incrementarse si la gente pierde la confianza en las instituciones de la sociedad y en la justicia básica. Cuando la empatía hacia otros ciudadanos – o la simpatía, como la define Roth – declina y la anomia se incrementa, la criminalidad también se va para arriba. El aumento en la criminalidad en Estados Unidos en los años 60 y 70 fueron un buen ejemplo, según los criminólogos.
Buena parte de los ciudadanos no cometen crímenes. Pero la alineación social hace que la gente se encuentre más dispuesta a romper las reglas y
actuar con violencia. La sensación de desorden puede crear una ausencia de valores (Moral Holiday). Este término se aplica a un período en que una persona decide hacer cosas que sabe que están mal. Por lo general, esta ausencia de valores ocurre en una multitud estridente, cuando todos deciden a la vez que ciertas reglas no se aplican, cuando se conjugan acciones instintivas, reforzadas por el anonimato y las acciones irracionales. El primer ladrillo a través de una ventana señala el comienzo de esta reacción en cadena, explica Graeme Wood en un artículo de Atlantic.
Quizá la teoría de la anomia no describe de manera satisfactoria todo el cuadro de violencia norteamericana, sin embargo, si encaja con algunos hechos mucho mejor que cualquier otra alternativa.
En muchos aspectos, los norteamericanos se sienten frustrados con su gobierno, con su economía y con los ciudadanos que le rodean. Según las encuestas de Gallup, cerca del 80% no están satisfechos con la dirección de su país. La gente pasa horas gritándose uno al otro en las redes sociales. Buena parte de los norteamericanos considera que la gente que tiene ideas políticas opuestas está equivocada y que no se merecen el derecho de expresar sus puntos de vista. Las encuestas también muestran un grado alarmante de escepticismo sobre la democracia, y una apertura hacia la violencia política.
Junto con estos signos de alineamiento, una amplia gama de comportamiento se ha deteriorado. El abuso del alcohol y las sobredosis de drogas se han incrementado. El nivel de estrés del norteamericano promedio es muy alto, así como los indicadores de salud mental.
En cada uno de los casos, la pandemia parece jugar un rol muy importante. Las tendencias se aceleraron después de que el covid-19 aplastó la vida diaria en la primavera de 2020. Pero la pandemia parece ser solo parte de la historia completa. La reciente disfuncionalidad de Estados Unidos es más grande que el Covid. Es una nueva forma oscura de excepcionalismo norteamericano.