En la Casa Blanca
Un presidente atrapado en la corrupción gubernamental
Zelenski, la pesadilla de Putin, el comediante que sabe aprovechar los escenarios y hace llorar a congresos occidentales, eleva la apuesta del Kremlin, pues la aceptación a nivel mundial del líder ucraniano se traduce en el menosprecio y aislamiento internacional de Putin, no cabe duda que el Servicio Federal de Seguridad (antes la KGB) le falló al oso ruso. Ucrania no es la hormiga que él esperaba aplastar.
Volodímir Zelenski ganó las elecciones presidenciales en 2019 con un 73% de los votos, un nivel de popularidad elevado en un país desencantado de los políticos tradicionales. Le ganó la partida a Petró Poroschenko, líder experimentado, empresario y con una fuerte postura anti rusa, aunque de corte tradicional.
Sus críticos lo vieron como un hombre débil, sin formación política lo cual le impediría cumplir con sus promesas de campaña: luchar contra la corrupción, poner fin a la guerra del Este contra los separatistas rusos apoyados por Moscú, que en ese tiempo tenía un saldo de 14 mil muertos.

El líder se dio a conocer gracias a un programa televisivo de comedia que captó la atención de la población al externar críticas sobre la corrupción. Los programas estaban a cargo de la compañía Kvartal, formada con un grupo de amigos con Zelenski a la cabeza y que tuvo éxito con sketches divertidos y críticos. Vovo, como lo llaman sus familiares y amigos cercanos, se consagró como actor, guionista y productor gracias a la serie “Servidor del pueblo”.
Las críticas de este programa cayeron en terreno fértil en un país lleno de desconfianza, luego del movimiento de 2014 que destituyó a Viktor Yanukóvich, presidente ucraniano apoyado por Rusia, y de la efervescencia creada por el movimiento separatista de la región del Donbás, también apoyado por el Kremlin.
En campaña, Zelenski manejó la imagen de hombre común y humilde, de un hombre “antisistema” sin complicaciones: “no soy un político, soy un tipo normal que viene a romper el sistema”, con esto logró conectar con su electorado y ganar las elecciones.
Olga Onuch, de la universidad de Manchester, experta en política ucraniana señala que en los programas televisivos de Vovo hay “un tono cívico, con la idea de que las personas comunes deben tener voz y tener más acceso al debate público. Él y su equipo pudieron tomar el pulso del electorado ucraniano por los encuentros en directo con ciudadanos comunes”.
Al asumir la presidencia de Ucrania, Zelenski se rodeó de amigos leales originarios de su natal Krvyi Rih, y de la compañía productora Kvartal 95, todos buenos amigos, pero nada calificados para el gabinete. Lo que sí, es que tenía segura su caja de resonancia para festejar sus acciones. Lanzó políticas buenas al principio, abrió el mercado de tierras agrícolas, hizo una campaña de digitalización e inauguró un enorme programa de construcción de carreteras para sustituir los de terracería.
Sin embargo, la falta de organización en su equipo y la falta de experiencia política, jugó en su contra, Ucrania sigue en la lista de los países europeos más corruptos, se ubica en el tercer lugar después de Rusia y Azerbaiyán de acuerdo a Transparencia Internacional. Y en cuanto a los intentos por afectar la influencia de los oligarcas ucranianos, fue una promesa difícil de concretar, y más bien trató de llevar una política de relaciones públicas con ellos.
No podían faltar los escándalos de corrupción. Un hermano de su jefe de gabinete fue sorprendido al ofrecer puestos en el gobierno a cambio de dinero. Las obras públicas también se vieron salpicadas de corrupción pues buena parte de su presupuesto venían amañados con precios elevados. Todo esto contribuyó a una seria disminución en los índices de aceptación, hasta antes de la invasión Zelenski tenía un 62% de popularidad comparado al índice de 73% con la que ganó la presidencia de su país, según el New York Times.
Otro detalle que contribuyó a las críticas fue la llamada de Donald Trump para pedir el nefasto “favor” de espiar los intereses de Hunter Biden en Ucrania a cambio de la ayuda militar y una visita a la Casa Blanca, la oferta se hizo pública y la aceptación de Vovo se vino abajo pues lo vieron como un político inmaduro para gestionar las relaciones internacionales. Para rematar, el manejo de la pandemia fue muy criticado, lo que terminó por afectar la confianza en su liderazgo.
En cuanto al movimiento separatista, Zelenski se vio entrampado entre dos opciones: cualquier

arreglo con Rusia en el Donbás levantaría sospechas de repetir la experiencia Yanukóvich de 2014. Y cualquier maniobra en contra del Kremlin podría traducirse en una invasión, lo que al final sucedió sin pretexto de por medio.
Por este cuadro de dificultad, bajo nivel de aceptación, falta de liderazgo, carencia de habilidad política para conducir las relaciones internacionales, Putin lo menospreció y consideró que Zelenski era un tipo fácil de intimidar. Arremetió contra él, por su origen judío y señaló que “encabezaba un gobierno que era una banda de drogadictos y neonazis”.
En relación a los separatistas, Putin lo coloca como inquisidor al prohibir hablar ruso en la zona del este de Ucrania, en donde los ciudadanos del Donbás eran víctimas de un genocidio. Quizá los informes al estilo KGB le fallaron a Putin pues nunca calculó el buen tino de Vovo para explotar su carisma en las redes sociales.
Y es que Zelenski a partir de la invasión le dio un vuelco a su posición e inició describiendo su origen en una familia “judía soviética”, no demasiado religiosa, pues dentro del régimen socialista la religión estaba reprimida. Se dice orgulloso de hablar ruso, pues en su natal Krivyi Rih, en la región metalúrgica de Dnipro, se hablaba más éste idioma que el ucraniano.
La invasión le inyectó oxígeno a Zelenski. Experto en las redes sociales (algo de lo que carece Putin porque las controla) restableció la conexión con la Ucrania invadida, sus videos con mensajes emotivos sobre la invasión movieron voluntades en el mundo occidental y hasta hicieron llorar a los Congresos de Estados Unidos y Europa. A Putin, le devuelve los golpes al contar la historia de su abuelo Semyon Ivanovich Zelenski, judío y veterano del ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Y habló sobre Ucrania, que “dio más de 8 millones de vidas por la victoria contra el nazismo”.
Como actor, sabe aprovecha los escenarios y hoy está en el de la negociación, ha de sacar todos sus recursos para convencer y obtener la paz que ni Naciones Unidas se atreve a tratar. A final de cuentas, Putin es el último sorprendido por el comediante que le arrojó en cara una frase contundente: “Lucharemos el tiempo que sea necesario”.
Andrew Roberts, historiador y autor de una biografía de Churchill, lo compara con el legendario Primer Ministro inglés: tiene una “increíble valentía personal…así como una capacidad para conectar directamente con su pueblo…su postura inflexible y su creencia en la victoria final”, de acuerdo a El País.
El filósofo francés Bernard Henri Levy dice sencillamente: “este hombre es ahora la pesadilla de Putin”.