En la Casa Blanca
Los grupos de ultraderecha son una preocupación latente en Ucrania. Hoy su aportación es valiosa frente a la invasión, pero a futuro, cuando llegue la paz, el debate será qué hacer con ellos: ¿aceptarán el desarme? O le apostarán a capturar la dirigencia de una Ucrania hundida en la desolación. Es como recordar el “huevo de la serpiente” donde a través del cascarón se ve crecer un ser amenazante.
En la guerra contra la invasión rusa, junto al ejército regular de Ucrania, luchan grupos organizados de extrema derecha, con fuerte sentimiento anti ruso, capacitados en el uso de armas, disciplinados y con la idea de lograr una Ucrania independiente, que no acepte el dominio ruso pero que tampoco se incline hacia la OTAN. Esta visión de país, y el apoyo que tienen estos grupos del gobierno ucraniano, hacen de esta nación un caso muy especial a la mitad de Europa.
Ucrania es un país rico en zonas culturales, políticas y económicas en las que todo mundo está entrelazado, y nadie quiere separarse. No hay muros culturales que dividan, y por lo mismo no han prendido en el resto del país las raíces separatistas que los rusos sembraron en la región del Este. Por lo mismo, hay apertura política en la nación, antes de Zelenski, Ucrania ya había tenido un primer ministro judío, de ahí que el antisemitismo no es gran problema a diferencia de otras naciones del Este. Según Pew Research, el 5% de los encuestados en Ucrania no aceptaría a un judío en el gobierno.
Sin embargo, la guerra cambia los contextos. La revolución del Maidan en 2014 sorprendió a un estado ucraniano debilitado que se vio obligado a otorgar financiamiento y armas a las milicias de extrema derecha, incluyendo a las neonazis para luchar contra los rusoparlantes y defender el movimiento contra Yanukóvich. Después del conflicto, el gobierno les otorgó en agradecimiento, un inmueble donde establecieron la Casa Cosaca, su cuartel general; y los incorporó como Regimiento Oficial de la Guardia Nacional. Del limbo, brincaron a una buena posición gubernamental en la seguridad del país pues realizaron funciones de observadores electorales y de policía auxiliar.
En esta integración al gobierno, se cree que influyó Arsen Avakov, un oligarca ucraniano y Ministro del Interior entre 2014 y 2019, según Aris Roussinos en un artículo sobre la ultraderecha ucraniana.
En este contexto, Azov, se perfiló como el grupo más poderoso de extrema derecha y el más favorecido por el gobierno de Ucrania. Fue fundado en 2014 por Andréi Biletski, un ex líder del grupo nazi Patriota de Ucrania, durante la revolución de Maidan. Los recursos que recibe los ha canalizado a la educación patriótica de sus militantes y también al apoyo de otros grupos como el neonazi Wotanjungend que repudia a Putin. Ambos comparten el cuartel y luchan juntos en el frente de combate.
Después de Maidan, estos grupos bajaron su perfil, pero la guerra con Rusia los impulsó al centro del escenario con tal poder que hasta ahora han sido capaces de detener el aplastamiento proyectado por Putin y evitar la toma de Kiev, la capital. En esto Ucrania es un país atípico en Europa, donde abundan los grupos de extrema derecha, solo que en esta nación “tienen sus propios tanques y unidades de artillería con apoyo del Estado”, dice Roussinos.
El apoyo económico y militar norteamericano a estos grupos causó picazón en el Congreso de ese país (tuvieron la tentación de incluirlos en su lista de terroristas) sin embargo, Azov los convenció de que el beneficio era mutuo, el apoyo serviría para la defensa de un país frente a la potencia rusa.
Y quizá en esta ocasión la razón está de su lado, Ucrania no ha caído. En las redes sociales, Azov informa que se están expandiendo en Járkov y Dnipró, y que la defensa de Kiev está a cargo de fuerzas especiales donde Biletski desempeña un liderazgo clave.
Otro grupo que acompaña a Azov en la defensa es Sector Derecha, ultranacionalista de carácter paramilitar, ha tratado de consolidarse en un partido político sin éxito. Su portavoz, Artyom Skoropadskiy, dice “No somos demócratas, participamos en las elecciones porque son un paso hacia la revolución…queremos cambiar el sistema. Nuevo orden, nuevas reglas… Nos oponemos a Rusia y estamos en contra de que Ucrania se una a la Unión Europea y a la OTAN. Queremos que Ucrania sea un estado autosuficiente e independiente”.
También está Milicia Nacional, es ultranacionalista, tiene vínculos neonazis y dicen que
participan en la seguridad de su país porque la policía está rebasada por los problemas locales, hoy son su brazo auxiliar.
Otros grupos que actúan en la defensa son Karpatska Sich (Sich de los Cárpatos), Tradición y Orden, el Grupo C14, Freikorps. Todos ellos junto con Azov participaron en la defensa de Mariupol a la par de soldados regulares ucranianos.
Pero ¿qué hay de los temores sobre estos grupos? El objetivo de Putin era eliminarlos, sin embargo, la invasión los unió, están fuertes y quizá hasta con ganas de recuperar la fuerza política perdida, sólo hay que esperar el resultado final de la guerra y analizar su papel al concluir el conflicto.
Algunos observan que, independientemente del resultado (firmar acuerdo de paz, ceder territorios, no a la OTAN) estas milicias ya tienen un poder consolidado y verían con ojos desafiantes a un Estado ucraniano débil, en quiebra, con una población pobre, pero con un terreno bastante fértil para enraizar una derecha sui generis en Europa.
Olena Semenkaya, líder de Azov afirma “estamos preparados para diferentes escenarios…tenemos un plan…cómo construir estructuras estatales paralelas, estrategias para salvar el Estado, si (Zelenski) se convirtiera en un títere del Kremlin, por ejemplo”.
El tema preocupa, y el asunto a debatir es qué hacer con estos grupos en una situación de paz. Algunos analistas afirman que, en las elecciones de 2019, cuando triunfó Zelenski, varios grupos se unieron al principal partido de extrema derecha Svoboda, sin embargo, sólo obtuvieron el 2.15% de los votos, se quedaron por debajo del 5% requerido para entrar en el Parlamento. “No lograron mover a la población” dice Olga Onuch especialista en política ucraniana.
Pero la inquietud permanece. Son muy útiles en la guerra, pero quizá en esta ocasión no se conformen con puestos auxiliares, querrán más del pastel gubernamental (lo que quede de éste). Si bien a muchos ciudadanos les preocupa la visión que tiene la ultraderecha de una Ucrania independiente, después de la guerra quizá la opinión cambie ante la necesidad de una reconstrucción. Puede que se esté incubando el “huevo de la serpiente” (la cinta de Bergman que aborda el futuro de Alemania en los años 20) solo que en esta ocasión los personajes son otros. Los grupos de ultraderecha convocan a militantes europeos a través de Telegram para ir a Ucrania y luchar “por la victoria de Valhalla”.
Si Zelenski se mantiene en la presidencia al finalizar el conflicto, habrá de armar toda una estrategia de negociación para el desarme de estos grupos o integrarlos al esquema de seguridad oficial bajo las leyes del Estado. Habrá que ver si se dejan con todo el poder que han acumulado.