En la Casa Blanca
“No se cuál es el propósito”, dice el presidente López Obrador sobre la reunión virtual que tiene lugar este viernes, pero Biden sí lo sabe: tratar sobre el tema de una democracia donde el narco no la ensucie con su dinero aunque éste sea lavado; una democracia que proporcione pies firmes a un gobierno eficaz que genere confianza pública, que garantice seguridad para el desarrollo económico y que no abra la puerta al autoritarismo que sólo provoca fragilidad política y económica, extremismo y el flujo migratorio que nadie desea. En fin, una democracia al estilo “american way of life”, el modelo que Estados Unidos trata de exportar a los países buenos, pero “salvajes” y que, según ellos, está libre de corrupción.
México es crucial para Estados Unidos en estos momentos, y López Obrador lo sabe. Del manejo de la migración y la seguridad en la frontera depende el futuro de los demócratas en el poder (o al menos no soltar del todo el Congreso en este 2022); y de ese manejo también depende que México obtenga lo que desea: impulsar el desarrollo en América Central y comenzar a construir su liderazgo en el hemisferio.
Biden hablará de la integración hemisférica (a regañadientes) y la importancia de la democracia en la región. Este es el tema de la agenda unilateral para la reunión virtual, está contemplado en la Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Biden, y que por cierto lo recordó la jefa de la DEA, Anne Milgram. En lo particular, es probable que se aborden asuntos que sólo le interesan a Estados Unidos: la migración y la seguridad en la frontera, o más bien, el “bloque de seguridad” con la Guardia Nacional mexicana a pesar de que no le tocó un dólar de los 116 millones de dólares para la seguridad que otorgó Biden para este año fiscal.
La situación objetiva de la frontera reúne dos retos de interés para Estados Unidos: seguridad y migración. El flujo migratorio plantea un fuerte desafío político para el vecino país, entrampado entre la meta demócrata de fronteras abiertas, y la republicana de controlar o de plano cerrar la puerta fronteriza. El bloqueo y vigilancia de la frontera de Estados Unidos es una tarea ya encomendada, aunque no guste al socio del sur. México habrá de continuar haciendo el trabajo sucio a cambio de que lo dejen en paz con sus asuntos internos.
Y uno de los temas domésticos mexicanos que no le agradan a Biden es la política de “abrazos y no balazos”
toda vez que el 90% de la droga que consumen sus ciudadanos entra por la frontera con México, como el fentanilo y los precusores que le dan mayor potencia, coca, heroína y metanfetaminas. Así que, Biden insistirá en la cooperación bilateral para asegurar esa frontera.
Tal vez se retome el Entendimiento Bicentenario, un acuerdo que en lo general parece abordar puntos clave de los problemas de violencia, migración, tráfico de personas, armas y drogas, y donde se asume el problema de drogas como un tema de responsabilidad bilateral y de salud. Todo bien, lo malo es que hasta ahora no ha dado frutos. Y mucho menos cuando el mandatario mexicano desapareció el cuerpo élite que cooperaba con la DEA en México, bajo la sospecha de estar infiltrado y por corrupción.
Ambos mandatarios insistirán en que hay buenas razones para cooperar. Una de ellas el apoyo a Centroamérica, un tema olvidado que se quedó en la retórica, y rebasado por las necesidades urgentes de la guerra de Ucrania. El presidente mexicano llegó a reclamar que, para el apoyo a Ucrania si hubo dinero, y para América Central ni un dólar…aún.
Es probable que, ahora sí, se recupere el tema de inversiones en la región centroamericana y en el sur de México, (en pausa porque no se definía el asunto de la reforma eléctrica); también el asunto del empleo para jóvenes de la región, los programas sociales, en fin, todos los temas que quedaron pendientes sobre el desarrollo del “triángulo norte” centroamericano (Guatemala, El Salvador y Honduras) y que habrán de retomarse para disminuir la presión en las fronteras sur y norte de México.
El asunto centroamericano es de sumo interés para México por la presión migratoria, Biden tendrá que abordarlos si quiere seguir contando con la valiosa ayuda mexicana en el tema migratorio. Como sea que se llame, complacer a México en el tema, canalizar el apoyo financiero para asuntos de seguridad, Estados Unidos tendrá que negociar. México tiene para Biden un valor crucial para Estados Unidos, ambos lo saben y Biden no lo puede ignorar, de ello depende la continuidad del partido demócrata en el poder o por lo menos, no dejar el Congreso en manos de los republicanos.