En la Casa Blanca
México tiene hoy la oportunidad de ejercer influencia en América Latina, en particular en América Central, de impulsar en este escenario, sus proyectos de transformación aplicados en México, en especial sus programas sociales; puede demostrar a Estados Unidos que atacar las razones económicas y sociales de la migración, es la respuesta para abordar este problema que asfixia a la frontera bilateral, y no la expulsión de migrantes ni la militarización fronteriza. Y es precisamente la presión migratoria la que le otorga a México el espacio para construir un liderazgo en la región latinoamericana, y una relación más equilibrada con Estados Unidos. Una oportunidad que no debe desperdiciarse.
La visita del presidente a Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba tiene como fin buscar un punto de equilibrio en relación con América del Norte, es decir, promover un desarrollo económico de la región para atacar los problemas que al final van caminando junto con las “caravanas migratorias” hacia México y luego Estados Unidos.
La visita se realiza en un contexto muy peculiar, justo después de la visita a Washington del canciller Marcelo Ebrard en la que se trataron los temas de migración, seguridad en la frontera con México; inversiones y cooperación para el desarrollo en América Central y el sur de México. Algo parecido a la agenda del presidente López Obrador en su visita a la región centroamericana y Cuba, en el Caribe.
Sin embargo, la visita del presidente mexicano parece ser un intento más por marcar su distancia respecto a Estados Unidos, una evidente aclaración “estamos juntos (en el embrollo migratorio) pero no revueltos. Y cada quien aborda los temas de la cooperación para el desarrollo regional desde su punto de vista unilateral. Para Estados Unidos, el objetivo primordial de su agenda es la promoción de la democracia en el hemisferio, aunque ahora con la bomba migratoria en la frontera se pueda dar un cambio en su visión. Para López Obrador, es más importante atacar las causas que generan la migración: atraso económico, pobreza, desigualdad, violencia, inseguridad, entre otras cosas, y por ello, la importancia de promover sus programas sociales en la región.
Al concluir la visita del canciller Ebrard a Washington, y dado que los norteamericanos están desesperados por solucionar la crisis migratoria, es probable que el presidente López Obrador lleve bajo el brazo un proyecto de cooperación más sustancioso donde sus programas sociales sean las estrellas del momento. Una manera de demostrar a la administración Biden que la solución es por ahí, y no nada más bloquear la frontera, expulsar migrantes y arrojarlos a la miseria de nuevo, eso sí, a un país democrático pero hundido en la miseria.
El presidente mexicano ha señalado claramente cuáles son las necesidades en la región: “hemos (propuesto) que se invierta en Guatemala, Honduras, El Salvador, ya lo estamos haciendo nosotros…tenemos programas (sociales) que se han aplicado (en esos países) dicen que esto lleva tiempo…pero son una oportunidad para que la gente se quede en sus países”.
También se ha referido a la propuesta presentada al presidente Biden, de hacer un análisis sobre la oferta de trabajo en Canadá y Estados Unidos, “no se puede crecer sin fuerza de trabajo” en alusión a los trabajadores temporales y la emisión de visas especiales de trabajo. Además, dijo, la población en esos países ya es mayor de edad, en cambio la de México y Centroamérica “es más joven”. Hasta el momento, todo era diálogo de sordos, pero la ola de migrantes apostados en la frontera suavizó los oídos norteamericanos. No cabe duda, la desesperación impulsa los cambios, Estados Unidos escucha la propuesta mexicana.
Sin perder de vista la reunión de Washington, vale preguntarse a qué va López Obrador a Centroamérica y Cuba. Quizá es el mejor momento para promover su liderazgo regional, y qué mejor si puede probar que sus proyectos de transformación, sus programas sociales si tienen los efectos deseados, que son la solución a la crisis centroamericana. Al observar la agenda con Centroamérica parece que ése es el objetivo, revisar los avances de sus programas y proyectos en la región.
En Guatemala, el presidente Alejandro Giammattei aún no ha aceptado el proyecto lopezobradorista, aunque en esta ocasión se espera que acepte la cooperación por parte de México ya que significa la implementación de “Sembrando Vidas” y “Jóvenes construyendo el futuro”. En El Salvador, con Nayib Bukele se espera dar impulso al comercio, cooperación para el desarrollo, entre otros.
En Honduras, con Xiomara Castro, López obrador desea impulsar una buena relación en el comercio, desarrollo de infraestructura, intercambio cultural. Y con Belice, tratar con el Ministro Jhon Briceño los avances en los programas sociales mexicanos, la cooperación, turismo y comercio.
Y la cereza del pastel presidencial: Cuba. La reunión con el presidente Miguel Díaz- Canel será la más amistosa pues las relaciones diplomáticas son pura miel con los cubanos. En el discurso, el presidente López Obrador insistirá sobre el fin del bloqueo y que Cuba participe en la Cumbre de las Américas porque así debe ser, pues vive en el continente americano. Así de simple.
En cuanto a los temas de cooperación están el de la salud, quizá envíen de nueva cuenta a los médicos cubanos, los que trabajan a destajo para su gobierno. O tal vez le practiquen un chequeo médico al presidente mexicano, igual al que le aplicaron a Hugo Chávez. Peticiones de créditos para diferentes fines, solicitud de envío de petróleo mexicano, en fin, los cubanos se despacharán con la cuchara grande pues saben que el presidente López Obrador tiene un cariño muy especial por la isla y su régimen. Ni modo, cara nos sale esta amistad.
En cuanto a la solicitud mexicana de ampliar la invitación a la Cumbre de las Américas, a Cuba, Nicaragua y Venezuela, el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols transmitió la decisión de la administración Biden: No. No recibirán tal invitación, porque no son democráticos.
Para Estados Unidos hay países que no le son para nada agradables. Cuba, su régimen y su bloqueo económico son parte de un cuadro incrustado en la Guerra Fría, y es inamovible. Nicaragua, nada que decir de un líder revolucionario que terminó como caricatura deslavada de dictador africano, Nicolás Maduro cuyo conocimiento de México se limita a las canciones de José Alfredo Jiménez.
Los países invitados a la Cumbre, ¿se molestarán por la ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela? Definitivamente no, no es tema de su preocupación y quizá hasta volteen a mirar hacia otro lado cuando López Obrador insista en el discurso de la “Cumbre para todos”. Para Gabriel Boric de Chile y Alberto Fernández de Argentina, estos países dictatoriales les tienen sin cuidado.
¿Habrá alguna molestia por la visita de López Obrador a Cuba? Por ahora no, no es el momento adecuado, México es ahorita el socio más importante de Estados Unidos en el hemisferio y no hay razón para alterar (por el momento) la relación. No hay que hacerlo enojar. Todo debe fluir como el agua clara y cristalina, hasta que la válvula migratoria baje la presión sobre los demócratas y las elecciones en Estados Unidos en noviembre próximo cambien el panorama para Biden. El tiempo dirá si México aprovechó el momento.