Temidos, odiados, crueles, despreciados por la comunidad internacional y detestados por los pueblos que gobiernan, los dictadores que gobiernan en diversas partes del mundo han logrado su objetivo personal: fortuna y poder.
A diferencia de los dictadores del siglo XX, ahora la manera de llegar al poder no es mediante golpes de Estado o movimientos revolucionarios.
Los dictadores del siglo XXI llegan al poder mediante los sistemas democráticos, utilizando a las instituciones que ellos y sus movimientos forjaron para su fortalecimiento cuando fueron opositores.
Para esto resulta oportuno hablar del “manual del dictador moderno”, y así entender como las democracias se encuentran en riesgo.
Primer paso. Si usted aspira a ser un dictador debe simular sus intenciones, debe vender una imagen de gente del pueblo. Caminar rodeado de acarreados, comer en fonditas, vestir de manera sencilla, hablar como lo hace el ciudadano de a pie es clave para generar empatía. Véndase como un demócrata, liberal, defensor de los derechos de las minorías y de leyes.
Segundo paso. Cómo todo dictador, necesita ser mártir. Pero no se preocupe, para un aspirante a dictador es sencillo: la ambición de poder y la autoimagen mesiánica que usted tiene lo llevarán a no convencer al pueblo a la primera, perderá elecciones a diversos cargos, o en su caso, será acusado por sus delitos cometidos en cargos previos: ahí tendrá usted el argumento ideal. Podrá gritar “fraude”, “robo”, “ser una víctima de persecución del sistema”.
Tercer paso. Utilice los mecanismos de rendiciones de cuentas del gobierno, así como las instituciones de transparencia, investigaciones de medios de comunicación para señalar las tropelías y corruptelas del régimen. Insulte, ataque, insulte al gobierno en turno, deje evidencia en sus redes sociales de su postura en cada caso de corrupción.
Cuarto paso. La llegada al poder. Tras varios años en campaña fracasando en las urnas, el destino lo premiará, y gracias a las instituciones democráticas que han ido creciendo y perfeccionando sus mecanismos de regulación de los procesos electorales, usted saldrá victorioso una vez que la clase media crea en usted, le dé su voto de confianza.
Aquí comienza la segunda parte del plan.
Quinto paso. Anuncie que será el Presidente del pueblo, que usted será el portador de su voz. En su discurso inicial recalque que luchara por la ley, la justicia e igualdad. Grite que eliminara la corrupción y que, encarcelará a sus antecesores corruptos.
Sexto paso. Ya instalado en el poder es hora de sacar al verdadero yo. Debe mandar mensajes que dejan claro quien manda. Utilice recursos públicos para dar día a día su mensaje, y aproveche las cámaras del sistema público para crear a un enemigo de su movimiento.
Aquí resulta indispensable que piense en apodos divertidos para llamar a sus adversarios, a quienes piensen diferente a usted y así, permear en el colectivo social con esos apodos.
Séptimo paso. Conforme avance en su estadía en el poder deberá destruir aquellas instituciones que le ayudaron al poder, recuerde que ahora es momento de impedir que la nueva oposición le quite la piedra preciosa que ahora le pertenece: el poder político.
Para poder ejecutar este plan es necesario violentar la Constitución, por lo que requerirá controlar al máximo tribunal de su país, y así, garantizar que sus iniciativas de ley no sean tiradas de inconstitucionales.
En caso de que las reformas constitucionales no sean aprobadas o sean eliminadas por la Corte, prepare un plan B mediante el cual, con sus aliados logre destruir las leyes secundarias y así, debilitar a esas instituciones que le ayudaron a llegar al poder.
Octavo paso. La estrategia de medios. Recuerde que para dar soporte a sus decisiones de destrucción institucional será necesario que los tache de corruptos a sus altos funcionarios, decir que se oponen al cambio, que buscan privilegios, exhibirlos de manera ilegal, calumniarlos, pero tenga en cuenta que será clave decir que no está insultando, por el contrario, utilice a su favor el famoso “derecho de réplica”.
Noveno paso. Ataque sin pasión a sus adversarios, exhiba videos, documentos y audios falsos, mienta frente a la Nación, recuerde que no importa que la oposición demuestre esas mentiras, al final usted controla las instituciones.
Décimo paso. Llegará el momento cúspide, cuando tenga que dar el paso a su sucesión, y aquí viene la gran decisión: busca reelegirse, cosa que en un país democrático puede resultar complejo, o puede optar por designar a su sucesor sumiso, sometido a su poder.
En caso de que la elección no le sea favorable tiene un as bajo la manga: convoque a una movilización por un fraude del “conservadurismo”, al final de cuentas debe tener claro que para eso destruyó las instituciones democráticas de su país.
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