Los abogados de la “señito” Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a quien desde hace unos meses la UNAM le abrió un proceso por supuesto plagio de la tesis con la que se tituló, afirman que los comités que analizan este penoso asunto “son instancias universitarias legalmente incompetentes para ocuparse del caso”; además se han negado a recibir “las irrefutables pruebas testimoniales y periciales” ofrecidas.
Dicen también que las medidas cautelares que han obtenido – impuestas por un juzgado civil de la Ciudad de México, mediante las cuales ordena a la institución abstenerse de continuar el proceso universitario– de ninguna forma pretenden “bloquear a la UNAM”, como se ha dicho; el único objetivo es que se respete el Estado de Derecho y las garantías de la ministra, aclaran. Lejos de ser un “abuso de autoridad” o “acto de prepotencia” (como lo han llamado algunos medios) YEM recurre a la ley, para evitar que se consume un atropello en su contra, insisten los abogados de la “señito”.
Ya encarrerados, y tratando de aclarar lo inaclarable, afirman: “No es en forma alguna un ‘pleito’ contra la UNAM (institución por la que YEM guarda un enorme respeto, gratitud y cariño), sino de un acto legal que pretende evitar una arbitrariedad”.
Qué extraño que los representantes de YEM digan ahora que la señora siente cosas tan bonitas sobre la máxima casa de estudios, apuntan los observadores, quienes recuerdan que a principios de enero pasado echaba pestes de la UNAM. “Una institución que claramente ha perdido su autonomía y ha preferido plegarse a la ambición neoliberal de los enemigos de la Patria. La UNAM, de la que antes me enorgullecía, ha preferido sumarse a los poderes fácticos y perseguirme porque sabe que soy muy incómoda para quienes siempre se han aprovechado del pueblo”, decía la señora en su desplegado publicado el 11 de enero. Y remataba: “La confianza que antes deposité en la UNAM –a la que hasta hace muy poco consideraba mi Alma Mater y la que hoy sólo me provoca asco – se ha convertido en repudio y vergüenza”. Insistía que la persecución de la que ha sido objeto, “también es reflejo del machismo y la misoginia que, aun en el Siglo XXI, prevalecen en las instituciones corrompidas y decimonónicas como la UNAM…”
¿Qué le habrá hecho cambiar de opinión a YEM? Preguntan hoy los perplejos mininos de la UNAM, empezando por el rector Enrique Graue.
En su oportunidad, en esta columna comentamos: Jurídicamente, Yasmin podría librarla si decide litigar en contra de la UNAM, pues el abogado general de la máxima casa de estudios no es experto en litigios; se sabe al revés y al derecho la legislación universitaria, pero pierde hasta los juicios laborales facilitos, nos comentan. Por otro lado, los integrantes de la Comisiones de Honor del Consejo Universitario, del Comité Universitario de Ética y todos los comités que puedan existir no sesionan con regularidad, y los asuntos que tratan son menores; nunca les había caído un “pez gordo”. Les llaman “pilones”, término despectivo porque son viejitos y no tienen un profundo conocimiento jurídico; le dan cursos al vapor y tienen una larga lista de asuntos no resueltos.
Hoy los abogados de YEM descubrieron que además de ineptos son “legalmente incompetentes para ocuparse del caso”.
@LuisSotoAgenda
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