O sea que el presidente Andrés Manuel López Obrador actúa como Carlos Salinas de Gortari, a quien su papá le dejó la presidencia de la República, cuando se refería a sus detractores: “Ni los veo ni los oigo”, quiso decir el junior De la Madrid.
Preocupado por que en México “no engorda”, políticamente hablando, ni, aunque le suministren clembuterol, Enrique de la Madrid Cordero, hijo de Miguel De la Madrid Hurtado, presidente de México en el período 1982-1988, quien se ganó a pulso el calificativo del “hombre gris”, viajó a Estados Unidos para pedir apoyo para su candidatura presidencial en 2024 por parte del PRI, a los congresistas norteamericanos – entre ellos, a quienes ha sugerido invadir a México.
Después de entrevistarse con los susodichos y de contarles algunas cuitas, Enriquito declaró que “Están preocupados por los temas de seguridad”, por el tráfico de drogas, principalmente por el fentanilo que cobra 80 mil vidas en Estados Unidos, y hasta porque el sueño del “nearshoring” no se haga realidad. “Los noté muy prácticos sobre lo relevante que es México para ellos”, dijo ingenuamente. Se quejó también con los congresistas de que en el gobierno de la 4T “no hay con quién hablar”. O sea que el presidente Andrés Manuel López Obrador actúa como Carlos Salinas de Gortari, a quien su papá le dejó la presidencia de la República, cuando se refería a sus detractores: “Ni los veo ni los oigo”, quiso decir el junior De la Madrid.
Los analistas, incluyendo los bisoños, preguntan por qué los que se dicen “políticos” de oposición (PRI y PAN principalmente, porque el PRD sigue siendo un cadáver) buscan el apoyo de los congresistas norteamericanos en su loca carrera por las candidaturas presidenciales, cuando las intenciones de aquellos son “jodernos”.
Hace un par de meses, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, quien también quiere ser “corcholata” de la oposición para las elecciones presidenciales del 2024, le sugirió al presidente López Obrador que “por su propio bien” lo menos que debería de hacer es escuchar lo que dicen el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland y la directora de la DEA, Anne Migram, quien se quejó ante el Senado de Estados Unidos de una cooperación insuficiente de México en el intercambio de información sobre fentanilo y precursores químicos. Según “polkito”, perdón Markito, el fiscal Garland dijo que México podría hacer mucho más para combatir el tráfico de fentanilo en específico. López Obrador, además de escuchar a los funcionarios de Estados Unidos, según el dirigente del PAN, debería reconocer el rotundo fracaso de su política de seguridad y retomar con seriedad la necesaria colaboración de la DEA, para evitar se sigan incrementando las pérdidas humanas en ambos países. En el colmo de la desfachatez, dijo que “debe hacerlo a tiempo, si quiere evitar la posibilidad de que, en un futuro cercano, en Estados Unidos lo pongan en el banquillo de los acusados al menos por su indolencia frente al crimen organizado, como pusieron a García Luna”. ¡Qué poca madre! Fue lo primero que exclamaron en aquella ocasión los mexicanos bien nacidos.
Desde que el dirigente nacional del PAN se declaró “polkito”, algunos observadores comentaron que los panistas, encabezados por su dirigente nacional, iban a “cabildear” y estrechar su relación con la derecha y ultraderecha norteamericana y con miembros del Partido Demócrata y del Republicano del mismo corte, y en su momento buscarían presionar a AMLO desde esa trinchera, y no se equivocaron. Lo que no se imaginaron los susodichos observadores, fue que algunos priistas, como De la Madrid Cordero, iban a seguir el ejemplo de aquél.
¡Así es la vida…! Diría el músico poeta Juanga.
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