La marcha del pasado domingo es a todas luces un acontecimiento que debemos celebrar. Primero porque se trató de una movilización espontánea de quienes creen que la democracia en el país, por imperfecta que sea, representa un logro, producto de muchos años de lucha que a todos nos interesa preservar y fortalecer. Y segundo, porque los ciudadanos que participaron no fueron acarreados si no personas libres que no están dispuestas a aceptar decisiones autoritarias, con total desprecio por el respeto a la constitución y que por ello exigen salvaguardar la vigencia del estado de derecho que nos rige.
Los constantes ataques a los ministros de la suprema corte y en especial a su presidenta, la ministra Norma Piña, que han llegado al despropósito de acusar a la corte de planear un golpe de estado “técnico” para detener las obras de gobierno del Presidente López Obrador, han motivado plantones y pintas por demás vergonzosos e indignos de un ambiente democrático, ya que no representan el sentir de la mayoría de los mexicanos aún cuando así se quiera hacer creer desde las más altas esferas del oficialismo. El verdadero pueblo, aquel que no acepta ser manipulado por quienes aprovechando las condiciones de pobreza en que viven, tratan de comprar sus voluntades a base de apoyos que en realidad no resuelven de fondo las causas de la pobreza en que viven, esa parte de la población, se ocupa de problemas cotidianos de subsistencia y no en temas relacionados con el cumplimiento a nuestra constitución y el respeto a la división de poderes, como sería deseable.
Por eso no es ético utilizar el concepto abstracto de “pueblo” para justificar andanadas contra uno de los poderes esenciales en un sistema constitucional de gobierno como el de México. Hoy la frase “Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”, que dijo Benito Juárez y que tanto repite el Presidente López Obrador, adquiere gran actualidad ya que el gobierno de la 4T quiere imponer a como de lugar sus caprichos y ocurrencias, sin importar la violación flagrante a la constitución, ante lo cual la Suprema Corte de Justicia no ha hecho sino vigilar y asegurar su cumplimiento, fiel a su principal misión.
La marcha del domingo pasado es una señal inequívoca de que las clases medias como conglomerados sociales que hacen progresar a los países por su empuje, dedicación al trabajo y su aspiración a progresar, ya no son indiferentes a los grandes problemas que vivimos. En nuestro país, en años pasados, este importante sector de la sociedad se caracterizaba por su indolencia y apatía ante temas políticos y sociales pero al parecer están despertando y su presencia y participación será cada vez más difícil detener como quedó demostrado el pasado mes de noviembre y más recientemente en marzo, con movilizaciones multitudinarias que lograron parar las embestidas contra el INE, otro órgano autónomo esencial para preservar nuestra democracia.
Ese entusiasmo de la ciudadanía para defender el sistema democrático de México debe verse reflejado este fin de semana en el proceso electoral que se desarrollará en el Estado de México, y sobre todo el próximo año en las elecciones presidenciales, en donde la disyuntiva será la de imponer un sistema autoritario de viejo cuño o continuar por el camino del fortalecimiento de nuestro sistema democrático.
@fer_martinezg
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