Hola a mis luminosos reflectores (reflexivos lectores), les escribo desde la sala de espera del aeropuerto de Cancún, no crean que vine de vacación a derretir con sol la celulitis y/o deschongarme en el Coco-Bongo como en otras veces, vine a un asunto notarial y al cumpleaños de mi sobrina, con esto les digo que ni los pies metí al mar. Esa sensación de estar tan cerca del caribe, sufriendo el sofoco del calor sin la brisa de la playa.
Así es como nos sucede a los trabajadores del mitote, así mero, salimos en la tele, pero no gozamos de los privilegios de las estrellas, estamos tan cerca del glamour, pero nuestra economía nomás no remoja el monedero en el mar de los presupuestos millonarios.
Eso sí, nos damos unos quemones como si nos hubiéramos echado al son bañados en cerveza, basta que aludamos al color de piel de una actriz, entrevistemos pacíficamente a la lavandera malvada, confundamos la marca de la mayonesa, nos la demos de imparciales en un juicio de supuesto abuso sexual o simplemente se nos salga alguna expresión particular ante un tema polémico y ¡zas! ¡No hay en el mercado sábila o rodajas de tomate que nos curen la despellejada!
Ser comunicador no es fácil, pareciera que sí, pero todos las regamos, la hemos regado o la regaremos en algún momento de nuestra carrera.
La cosa es admitir que nadie somos monedita de oro, que la opinión que representa el sentir de unos es justo el motivo de desprecio de otros. Y ya. Ser fieles a la congruencia personal. No hay de otra.
Ayer fui a una iglesia muy bonita en Cancún, la Iglesia de la Virgen Desatadora de Nudos. Es una belleza, es al aire libre con palapas altísimas en acabados tipo hotel alta gama. Dos sacerdotes que tiene sonrisa de Super Stars y lo que define el lugar: túneles y paredes repletos de listones blancos con la petición de millones, creo, de fieles.
Estéticamente es un atractivo digno de recomendarse a los cazadores de locación para el Instagram. No sé si la Virgen desate mi nudo, confío que sí, ahí estaban ustedes de corazón se los digo.
Hace unos días en su presentación en los E.U., Edwin Caz del grupo FIRME llamó la atención no solo por aventarse cual mujer frondosa en resbaladilla acuática, también porque se envolvió la Bandera Nacional como si fuera zarape mientras sostenía una “chelota” en una mano y en la otra el micrófono.
No quiero ser azotada, pero no me gustó mucho que digamos ver eso, así que consulté a mi amigo y doctor en derecho Alejandro Jiménez, quien me dijo que, aunque la Bandera no tocó el piso y el cantante no se la puso de calzones como ya han hecho otros, si se puede considerar una falta cívica el “andar pistiando con el lábaro patrio de chambrita” y que si podría ser acreedor a una multa o incluso una privación de la libertad por horas. Sin embargo, nadie la hizo de jamón. Pero ni modo lo tenía que decir y lo digo, no está padre. Eso no me gustó. Díganme amargosa –remilgosa—, agua-fiestas como quieran, pero si alguno de ustedes tuvo el honor en la infancia de ser parte de la escolta y los lunes llegaba con los zapatitos boleados, las calcetas blancas despercudidas, el pelito bien peinado con gel moco de gorila y marcó puntual el paaaaaaasoooo redobladoooo ¡¡¡yyyaaaaaa!!! O simplemente sentía ese retumbar del tambor en el corazón cuando la banda de guerra se hacía escuchar, pues seguro estará tan indignado como yo. Es nuestra Bandera, ¡eso no se hace!
Algo que no alcancé a discutir en De Primera Mano esta semana, fue el tema de “la Chica Dorada” y su guerra campal con el padre de su hijo mayor, Nicolás Colate. Acá en México no bajamos al español de “mantenido”, de vividor y les quiero decir la neta de mi experiencia con respeto a él. Colate no es un mantenido. Jamás podría serlo con la cantidad que Paulina por ley debe depositarle mes a mes. Investigando corroboré que por “child support” o sea, por el dinero que ella debe otorgar según determinó el juez en concepto que garantice que el hijo de ambos tenga la misma comodidad, comida y distracción cuando esté con la madre que cuando llegue a casa del padre, es simbólica. Pau le da a su ex un aproximado a mil dólares. Eso en Miami apenas alcanza para que el departamento que renta Colate, o sea de dos recamaras no solo de una, pero no paga la renta. Lo sé porque fuimos compañeros en el programa de Univisión: Despierta América por 5 años, que Colate paga más de 2,000 dólares de alquiler. Sin contar, comida, traslado, ropa, comida y los abogados que, créanme, son mucho más caros que el nivel de vida que Colate se provee.
Claro que, en mi idiosincrasia, un hombre no debería recibir dinero de una ex sino ser el proveedor, pero en esta igualdad ante la ley el juez determinó que el español al radicar lejos de su patria, haber dejado todo por vivir junto a Pau y sobrevivir de trabajos esporádicos, como realitys o programas de Internet, pues necesitaba un apoyo de la madre de su hijo.
¡Y la queso! Dirián en el Tik Tok.
Bueno pues disfruten mucho su inicio de mes, quienes sean morbosos y tengan tiempo pues les recomiendo ver “La Casa De Los Famosos”, ¡el viernes les cuento por que!
Mientas tanto: famosos, ándense derechitos que solo “la Joroba les estira <los Huesitos”.
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