El príncipe está en la necesidad de vivir siempre con el mismo pueblo;
pero puede obrar sin los mismos magnates…
El Príncipe
España es una monarquía parlamentaria, una joven democracia, apenas 25 años mayor que la mexicana, si es que es posible poner una fecha a procesos sociales cargados de historia y que no suceden de un día para otro. De ahí que se llamen transiciones democráticas… término también discutible.
El caso es que mientras aquí solo recientemente hemos normado el proceso de revocación del mandato como una medida constitucional para interrumpir o ratificar a un gobernante, en el país ibérico existen las figuras de la disolución de las Cortes con su llamado anticipado a elecciones; y la Moción de Censura.
Diferentes gobiernos han adelantado elecciones, a partir de situaciones críticas u óptimas, según el cálculo que desde el poder se hace para competir en condiciones de ventaja. Ha sido raro es que, desde la oposición, se promueva y consigan los de gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha puesto en práctica ambas jugadas constitucionales en el tablero de la lucha por el poder en España.
De entre los gobiernos del PSOE, a la sazón, los de Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, el de este último ha sido el más representativo de una izquierda progresista por, al menos, dos factores originarios: la forma como llega al mando de su partido y la manera como consigue armar la coalición de gobierno que ahora terminará, unos cinco meses antes de lo previsto.
En 2016, los barones del PSOE, fuertes poderes locales, y la estructura del partido, azuzados por Susana Díaz, entonces presidenta de la Junta de Andalucía (equivalente a la gubernatura) e influyente en la dirección socialista en ese tiempo, obligaron a dimitir a Sánchez de la dirección nacional y la candidatura presidencial. Defenestrado, renunció también, en un acto de dignidad, a su acta como diputado en las Cortes Generales.
El político madrileño, de 51 años, inició un recorrido por el territorio español para reunirse con las bases de su partido, en abierta campaña para recuperar el contenido ideológico frente al pragmatismo de una jerarquía lejana y con un discurso que pretendía devolver el poder a la militancia. En un año, en 2017, provocó y ganó las primarias en las que derrotó a la misma Susana Díaz y al político vasco, Patxi López, para convertirse en dirigente nacional del PSOE y promover, al año siguiente, la destitución de Mariano Rajoy, a través de la moción de censura. Formó su primer gobierno en 2018.
Abro paréntesis: muchos se preguntaron en México cómo es que, a pesar del desprestigio, las mayores derrotas acumuladas (Edomex incluido), la evidente corrupción y el cada vez más amplio descontento en torno a su figura, Alejandro (Alito) Moreno no ha podido ser relevado de la dirección de su partido. ¿Cómo es que grandes ex dirigentes nacionales, ex integrantes de gabinetes presidenciales, exgobernadoras y exgobernadores, no pueden remover a Alito antes de que termine de denigrar y desintegrar al PRI? Dos factores lo explican: se concentró el control de los órganos del partido y las nominaciones de las candidaturas de todos los niveles bajo su firma y; a todos ellos, sus adversarios internos, se les olvidó hacer trabajo de base, de abajo hacia arriba. Cierro paréntesis.
El gobierno de Pedro Sánchez ha sido la primera coalición gubernamental en la historia de la democracia española. Antes, las negociaciones parlamentarias para formar gobierno (con la venia del monarca), se habían dado solo para obtener mayorías a cambio de presupuestos o políticas públicas que favorecieran a las formaciones nacionalistas sobrerrepresentadas en el Congreso. Es decir, se negociaban votos para formar gobierno monocolor.
Las formaciones PSOE y Unidas-Podemos integraron un gobierno coaligado, pactaron posiciones en el gabinete y establecieron acuerdos programáticos cuyo contenido le dio un jalón a la izquierda a un PSOE que tenía algunas décadas de un pragmatismo que lo acercaba al centro político.
Tras una gestión accidentada de la coalición, por los efectos del confinamiento, del proceso legal derivado del conflicto separatista de Cataluña, conocido como el Juicio al Procés, y de las escisiones al seno de Unidas-Podemos, cuyas primeras expresiones son Más Madrid y Sumar, el gobierno fue descendiendo en el ánimo de la gente, a pesar de los aumentos salariales, la disminución del desempleo y los subsidios a la gasolina y a la electricidad…
En el otro extremo surgió Vox, ultraderecha postfascista (amigos del senador panista Julen Rementería) y adquirió protagonismo una política de derecha liberal, joven y audaz, Isabel Díaz Ayuso, que gobierna Madrid con un discurso eficaz.
En mayo se celebraron las elecciones municipales en España, el conservador Partido Popular ganó la mayoría de las comunidades y ciudades importantes, el PSOE quedó como segunda fuerza, Unidas-Podemos disminuyó, sus escisiones sobrevivieron y Vox creció.
En esas estábamos, cuando Pedro Sánchez anunció, sin pasar por el Consejo de Ministros, su decisión de adelantar las elecciones previstas para diciembre y programarlas el próximo 23 de julio. Con el anuncio movió ficha que obliga a todos a redefinirse. La presión unitaria a sus socios de izquierda, el encarecimiento de una alianza del PP con Vox, acabaron con discusión sobre la derrota electoral. El PSOE se podrá mantener en el poder o lo perderá, pero con esa jugada consiguió el oxígeno que quizá lo salve.
Un libro, una serie, un podcast:
Libro: Hija de revolucionarios (Anagrama) Lawrance Debray. La hija de Regis Debray y Elisabeth Burgos, hace ajuste de cuentas con su pasado en una novela autobiográfica que repasa momentos épicos revolucionarios.
Serie: Flight of the Conchords. (HBO) Un dúo de jóvenes músicos viaja de Nueva Zelanda a Nueva York para triufar con su música folk nórdica en una comedia de humor tan fino como oscuro.
Podcast: El juego de los detectives (SER). Una historia de misterio en una sola frase a ser desentrañada por el público.
@KoldoHerria
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