El domingo 4 de junio se combinó en el Estado de México, la mezcla perfecta para MORNEA: el hartazgo de la sociedad gobernada por el PRI y la maquinaria del Estado Mexicano para apoyar a su candidata a gobernadora, Delfina Gómez.
Desde 1945, cuando Alfredo del Mazo Vélez, se convirtió en el primer gobernador del Estado de México hasta el día de ayer, el PRI gobernó esa entidad. Desde entonces, se formó el denominado Grupo Atlacomulco de donde han surgido al menos 7 mandatarios de esa entidad.
Hoy amanecemos con la confirmación de que Delfina Gómez será la nueva gobernadora del Estado y con eso, comienza una nueva etapa rumbo al 2024.
La derrota de la Alianza en el Estado de México no solo significa el entierro del Grupo Atlacomulco, si no que también, convierte al PRI en un simple partido satélite al nivel de Movimiento Ciudadano y el Partido Verde.
Hoy el PRI gobierna únicamente dos estados: Durango y Coahuila –donde el 4 de junio arrasó en la votación– lo que representa apenas en 4% del padrón electoral.
Eso, sumando a que las encuestas lo colocan como el partido político más rechazado por la ciudadanía, deberán generar una reflexión en la Alianza, sobre todo en la dirigencia panista, para decidir en días próximos, la conveniencia de mantener como aliado a un partido en decadencia lidereado por un personaje rechazado y manchado por el manto de la corrupción.
Hoy la alianza tendrá que enfrentar la realidad. La derrota del Grupo Atlacomulco es el último clavo del ataúd del priismo.
Las opciones para la alianza son claras: con el PRI cargarán con el mayor lastre político en 2024, pero romper con ellos abriría la posibilidad de una coalición con Movimiento Ciudadano, quien se “lame los bigotes” esperando la ruptura de Marcelo para darle la candidatura presidencial.
El entramado para la Alianza será resuelto desde el PAN, quien tendrá que definir dos cosas prioritarias, en caso de romper con el PRI: la primera de ellas es definir si están dispuestos a que su candidato sea Marcelo Ebrard o, si creen que por sí solos lograran competir en 2024, ante el abrumador empuje electoral de Andrés Manuel.
Sabido es que la mejor oposición a MORENA se encuentra dentro de MORENA, esa lectura ya la hizo Movimiento Ciudadano, donde esperan con los brazos abiertos a Marcelo Ebrard, sin embargo, el PAN ¿estará dispuesto a renunciar a la candidatura presidencial?
Si algo está claro es que Marko Cortés es no es un político con visión de Estado, por lo que la posibilidad de aceptar un candidato no emanado del panismo se ve complicada.
Sin embargo, las encuestas deben abrir los ojos al dirigente panista y hacerlo enfrentar la realidad: el panismo por sí sólo no logrará espantar a MORENA, el PAN en alianza con el PRI cargará con el peso de un partido político en agonía, por lo que la única opción viable es la alianza con MC y probablemente, renunciar a la candidatura.
Desde el lunes 5 de junio comenzó, oficialmente, la campaña por el 2024, donde la forma de elegir al candidato o candidata de MORENA determinará el escenario político. De ese anuncio dependerá el cuadro con el que jugarán desde la oposición.
El 2024 se encuentra a la vuelta de la esquina, con un PRI aniquilado y unos candidatos que no levantan, el PAN debe reflexionar profundamente y rápido antes de que Andrés Manuel vuelva a liderear la narrativa y los desplome antes de iniciar sus vuelos.
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