El triunfo de la candidata morenista, y la alianza “Juntos Hacemos Historia”, Delfina Gómez en la gobernatura del Estado de México (Edomex) es un punto de inflexión que termina por confirmar una serie de transformaciones que se están viviendo en el sistema político mexicano. Del mismo modo, es la antesala de la confirmación de la permanencia de Morena en el poder Ejecutivo para el año 2024, con lo cuál el presidente Andrés Manuel López Obrador se vanagloria de la aprobación social de su movimiento que va conquistando cada vez más rincones del país, mientras un panorama gris se torna para la oposición política, con especial énfasis para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), revisemos algunos puntos para analizar esta importante coyuntura política:
La inercia de Alfredo del Mazo. ¿Traición o inercia?
Durante la mañana del lunes diferentes diarios del país dieron cobertura a las declaraciones de Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas y Paloma Sánchez, líder nacional del PRI y vocera del partido, respectivamente, para hablar de la “traición” del gobernador del Edomex Alfredo del Mazo Maza. De forma irónica, dijeron que no incitaban a que el gobernador “violara la ley” pero sí esperaban a que movilizara la maquinaria gubernamental del Edomex en aras de apoyar a la candidata “oficialista” en la entidad: Alejandra Del Moral.
Sin embargo, desde hace meses se corría el rumor en torno a que las cercanías de Del Mazo con López Obrador y con el gobierno de Claudia Sheinbaum, lo que perfilaban la inercia del gobernador para que el triunfo de los morenistas se abriera pasó en la entidad más poblada e importante electoralmente para el país. Bajo la frase de “¿Qué embajada negociaste?” Paloma Sánchez mando un mensaje a Del Mazo para externarle la decepción y la traición que percibían los cuadros priistas frente al nulo apoyo que mostró el actual gobernador, en una clara alusión a los casos de Quirino Ordaz, de Sinaloa, o Claudia Pavlovich, de Sonora que ahora están resguardados bajo las mieles de la Cuarta Transformación por no operar en contra del cambio en sus respectivos estados.
En los hechos, podemos citar que el avance de Morena era una acción que ya se veía venir y que los priistas ignoraron porque pensaban impensable que el bastión que casi gobernaron por cien años sería suyo de manera vitalicia. En el 2017, cuándo Alfredo del Mazo obtuvo el triunfo en la elección que lo transformó en gobernador obtuvo un total de, 33.56 % de todos los sufragios, mientras que su oponente, la hoy electa gobernadora, Delfina Gómez alcanzó una cifra del 30.78%.
En votos concretos fueron 2,040,709 votos para Del Mazo, contra 1,871,542 de Delfina Gómez. La diferencia por que Del Mazo se convirtió fue mínima, un total de 169,167 votos. Los cuales pueden explicarse por una movilización de apoyos, sobornos o compra de votos el día de elección que probablemente Eruviel Ávila y el ya olvidado ex coordinador de la campaña, Aurelio Nuño, operaron. Del mismo modo, se dice que ese número acotado de votos probablemente no fueron dados al PRI, sino a sus aliados en coalición en ese entonces el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Nueva Alianza y Encuentro Social, con lo cual un PRI por sí mismo, hubiera perdido la elección del 2017. Lo anterior, en combinación con el hecho de que más de la mitad de los municipios del Edomex ya no son gobernados por el tricolor desde el 2021 perfilaban el marco de la derrota.
A esta combinación de factores debemos añadir también el factor Del Mazo, no menos importante. Desde sus primeros días y meses como gobernador el heredero del Grupo Atlacomulco se mostró como un personaje gris y frívolo. Su lejanía con la población del estado que gobernaba era más que palpable, y nunca, en los ya casi seis años de su gobierno, podemos indicar que brilló en los medios de comunicación nacionales por perfilarse como un líder político que pudiera tener una carrera política en ascenso. De forma irónica, Del Mazo se sentó en la silla de gobernador sólo por el hecho de ocupar el mismo sitio por el que pasó su abuelo y su padre. Sin ninguna otra aspiración política en el futuro. No tuvo una política innovadora en ningún sentido, gobernó de manera inercial como si fuera un trabajo al que hay que asistir porque es lo que es debido, como un heredero de una corona feudal que le da lo mismo ser monarca y sólo la desea pasar bien.
Al final de cuenta podemos decir que Del Mazo actuó como siempre lo hizo en su gobierno, en la completa inercia, sin ninguna iniciativa, y sin pensar cómo podía beneficiarse del triunfo del PRI. Es probable que el gobierno de López Obrador lo premie por su capacidad de no actuar cómo a Quirino Ordaz o Plavovich, seguro las habitaciones, calles y salones de lujo de un país europeo harán sentir a Alfredo del Mazo en los años venideros que la presión de estar el frente de un cargo público que realmente no le interesaba.
El PRI, ¿el fin del partido? Y su destino en manos del grupo Coahuila
Durante la jornada del domingo se perfilaron varias postales que brillaron por sus tintes carnavalescos. Sobre la primera, Carlos Pérez Ricart en su cuenta de Twitter habló sobre el abandonó que sufrió Alejandra del Moral por parte de Alito Moreno, Jesús Zambrano y Marko Cortés. Que de forma ridicula salieron con del Moral a dar una declaración en torno al supuesto triunfo de su coalición a las 6 PM. Cuando una hora después decidieron dejarla para trasladarse a Saltillo en aras de acompañar al Manolo Jiménez Salinas, el heredero de Riquelme y los Moreira en Coahuila a razón de que tenían conocimiento de causa de que el pupilo del norte de México sí se transformaría en gobernador.
En el lapsus de ese viaje el senador Rubén Moreira subió un tweet en el que se podía observar un tarro frio y una cerveza Indio bajo la leyenda que decía “festejando”. La publicación no era para menos, con el triunfo de Jimenez Salinas el grupo Coahuila se perfilan como los futuros dueños del PRI y la entidad cómo el epicentro y centro decisor del destino del partido político más viejo del país, cercano a cumplir cien años. El futuro para la organización política será adverso, sobre todo para Alito Moreno, que ha mostrado un liderazgo autocrático cercando a viejos líderes priistas como Miguel Ángel Osorio Chong y sólo ha cosechado traiciones y derrotas en su periodo cómo líder de la organización política.
No está de más el mencionar como cercado por los audios de la gobernadora morenista de un natal Campeche, Alito traicionó a la alianza “Va por México” en los intentos de López Obrador por concretar la alianza de la Guardia Nacional, con lo cual creó una crisis al interior de este bloque político. La cual tuvo que ser superada por la debilidad institucional del bloque opositor que sabían de antemano que separadas en más que nada, lo que son ahora. En los hechos Alito Moreno ha perdido un total de 11 gobernaturas que antes pertenecían al PRI. A pesar de este desprestigió político, vinculado al daño de su persona promovido por las filtraciones de Layda Sansores, los círculos cercanos al tricolor indican que la necedad y megalomanía de Alito es tal que pretende presentarse como candidato del PRI para la elección presidencial del 2024. Lo anterior sería un suicidio para la organización política, que sólo detenta dos entidades políticas en la actualidad.
A pesar de esto, el PRI está cercado junto a la oposición (PAN y PRD). No podrán crear un proyecto alternativo a Morena en 2024 y sólo harán maroma y presentaron un circo digno de pena ajena en ese año de elección presidencial. Una pregunta difícil para los militantes priista ¿cómo librarse de Alito Moreno? Quien sin lugar a duda ha sido el peor presidente nacional de la organización política en sus casi cien años de vida. La respuesta es brutal y sencilla, tal vez dejándolo hacer su desparpajo en aras de ser el candidato tricolor en 2024, para que una vez que sea derrotado y humillado, salga de la vida pública del partido sin luces ni sombras. En ese entonces, el liderazgo del grupo Coahuila será decisivo, el futuro del PRI hoy parece estar en las manos de Rubén Moreira y Miguel Riquelme. Si el PRI existirá y tendrá relevancia en los próximos años será a razón de los coahuilenses. No ha razón de Alito Moreno y la actual dirigencia nacional del partido.
Morena fuerte para el 2024, si hay conflicto, será interno
Con el triunfo del Edomex pocas dudas quedan que el 2024 no será un año de lucha electoral, sino un año en que los electores nacionales refrenden su apoyo al proyecto de la Cuarta Transformación. Hasta hace algunos meses la competencia parecía ceñida entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, sin embargo, en los meses recientes de forma sorpresiva el Canciller se ha desinflado de forma sorprendente a tal grado que algunas encuestas lo ponen hasta 16 puntos por detrás de la Jefa de Gobiernos. Faltan sólo tres meses para que el destino del candidato sea seleccionado y los aires electorales no están a favor de Marcelo. ¿Qué hará el Canciller? ¿Creará un cisma en Morena? ¿Se irá a competir por una Alianza Va Por México o un Movimiento Ciudadano que es casi un hecho que están derrotados para el 2016?
Regresaremos a analizar más punto en torno al triunfo de Delfina Gómez en este espacio la siguiente semana estimado lector para debatir estas y otras interrogantes.
POSDATA: No hay plazo que no se venza, este es el Día Cero número 100 en El Independiente. Empezamos la cuenta desde cero, ojalá la vida nos dé para llegar al 200 y los muchos más que vengan. Gracias a Don Carlos Ramírez y todo el equipo de El Independiente por hacer de este diario nuestro hogar. ¡Enhorabuena!
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