La comparecencia de la titular de Finanzas en Puebla frente al poder legislativo local no ha sido diferente respecto de la mayor parte de los funcionarios estatales que van a burlarse de los diputados, ¿Por qué a los gobiernos de alternancia, a nivel local, y estatal, les importa poco la lucha contra la corrupción? Porque entre más opaco sea el estado, más poder contaran los políticos para seguir sus juegos colaborativos de contubernio y patrimonialismo. Lamentablemente en los juegos de estrategias siempre hay alguien que pierde, ese alguien, somos todos porque al final de cuentas los recursos son los que pagamos los ciudadanos. ¿Habrá en Puebla más bestias dada la situación social actual? Políticamente incorrecto, pero Aristóteles respondería que sí. Más bestias y pocos dioses, o semi dioses; depende del uso que se le proporcione a los organismos fiscalizadores y del valor que tengan los representantes del poder legislativo local.
Sin embargo, en esta ocasión se presentó una construcción simbólica discursiva por parte de la ejecutiva de marras. Su mensaje dibuja de cuerpo entero la impotencia del poder legislativo local así como del papel que desempeñan en la estructuración de la opacidad y corrupción en la entidad. La idea es un reto y una acusación.
La corrupción es un juego colaborativo en México, pero Puebla se pinta aparte. Cada gobierno se plantea ser peor que el anterior y la actual administración moreno-vallista, lo está consiguiendo con todo esplendor. El ideal de la ultraderecha local es Tamaulipas, allá precisamente donde priva un fundamentalismo talibán tan parecido al suyo.
¿De qué sirve tanta investigación meticulosa y aplicada que realizan los investigadores, miembros de la sociedad civil, periodistas, académicos e, inclusive, los propios funcionarios de las instituciones correspondientes orientadas a la auditoria, control y fiscalización; si a los diputados locales les falta valor y dignidad para tomar medidas concretas que luchen contra la corrupción? Sólo para publicar tesis, informes, libros bonitos que nadie lee y, mucho menos, toman en serio.
La funcionaria pudo haber expresado a los legisladores frases directas o groseras, como en otros momentos ha ocurrido, pero les dijo que son poblanos, como Jorge Estefan Chidiac, y que como sus representantes están obligados a defender la independencia, soberanía y dignidad del estado ¿Alguien se atreve? También les pudo haber dicho: ¡Me la pelan! Y seguramente eso habría tenido menos consecuencias.
Cada gobierno ha tratado a los diputados locales según su grado de empatía o autoritarismo, así van desde el puticlub a la soberana representación. No obstante, la corrupción se legaliza en el Congreso Local. Desde el “Hoyo Financiero”, pasando por el “Lidia Gate” y hasta la elección de Martha Ericka Alonso –o la designación oscura del actual representante del poder ejecutivo- los diputados poblanos son estructuradores de la corrupción local.
En lo que resulta eficaz el Congreso local resulta en la celeridad y aprobación –a ciegas- de las cuentas públicas. Cada legislatura es más asquerosa que la anterior en lo que se refiere a legitimar la corrupción. Caciques, empresarios, partidos políticos, clérigos, organismos autónomos y Aguas de Puebla, son los personajes más felices con la conducta del Congreso Local.
¿Cuál es la gravedad penal del acto de corrupción para servidores públicos? De nuevo, no sorprende que la mayoría de los presidentes municipales corruptos sigan en absoluta libertad si no es que hicieron algo en contra de los intereses del gobernador en turno y ahí sí tuvo voz los Órganos Fiscalizadores del Estado para denunciarlos. ¿Es el Estado de Puebla avasallador en contra de los derechos individuales de su sociedad?
La historia no permitiría mentir sobre los grandes rezagos sociales que han aquejado generacionalmente a una grande parte de la población. ¿Es Puebla una fuente de políticos autoritarios que han impreso la estampa del autoritarismo en sus respectivas administraciones? Sin dramatizar, pareciera que el desarrollo del Estado de Puebla no ha llegado por la corrupción que viven y comparten cada día los poblanos. Si las normas son las que al fin y al cabo se usan a conveniencia como la justicia (o mejor dicho, la injusticia) del poder legislativo y el poder judicial estatal, quizás es mejor pedir la desaparición de poderes en la entidad. Que se vayan todos, porque Puebla es una verdadera “Escuela de Rateros”.
Puebla ha sido una de las entidades más lastimadas por la corrupción gubernamental en los últimos años. Aún cuando se han dado a conocer los problemas en la administración estatal y municipal, los últimos periodos han potenciado la corrupción a niveles extraordinarios. El daño al bien común de los poblanos se extenderá por varias generaciones y, cada día, parece irreparable.
Las patologías sociales en Puebla están alcanzando niveles históricos. Como un virus se van a extender por todos lados y nadie puede decirse invulnerable. La equivalencia con Veracruz, Michoacán y Guerrero es cosa del pasado, la oligarquía local quiere -en estos indicadores- aproximarse a Tamaulipas, Sinaloa o Chihuahua.
La entidad poblana se colocó en el nivel de los peores gobiernos conforme los indicadores de diversas instituciones de estudio. La alternacia política fue una regresión autoritaria al modelo caciquil que secuestra la administración pública para beneficio personal. El debate que señalaba en el sexenio panista severos cuestionamientos a la deuda pública, transparencia, concesiones y programas de gobierno, no deja lugar a dudas cuando se observa el comportamiento del poder legislativo local. La aprobación de cuentas publicas en diversas entidades, sobre todo municipales, institucionalizó la discrecionalidad y autoritarismo como forma de vida en nuestro estado.
El caso más vergonzoso fue el de los municipios después de la elección de Martha Ericka Alonso. Expresidentes que habían cometido verdaderos saqueos de sus comunidades y a los que el Órgano de Fiscalización -ahora Auditoria Superior del Estado– indagó mediante sendos expedientes técnicos que señalaban su responsabilidad administrativa, fueron absueltos por decreto. De la noche a la mañana -literalmente- sus cuentas públicas se aprobaron, las “municipaladas” se obviaron. Personajes que se encontraban sustraídos a procesos de comprobación y rendición de cuentas, fueron llamados a formar candidaturas por todos los partidos políticos siempre y cuando apoyaran al neoavilacamachismo; inclusive la vía independiente recibió la invitación para fragmentar el voto y evitar una coalición opositora que pusiera en riesgo la candidatura oficial al gobierno del estado. ¿Hay algo peor que la corrupción blanquiazul y priista? Claro, la corrupción morenista.
Los Organismos Fiscalizadores y Auditorias Estatales son instituciones destinada al fracaso mientras no exista una división de poderes y los legisladores locales aprueben a ciegas las cuentas públicas sin mediar un poco la conciencia del daño que provocan a la sociedad. ¿Cuál es el sentido del esfuerzo técnico y la auditoria constante? ¿Qué modelo, entonces, de transparencia y rendición de cuentas?
Puebla es un ejemplo histórico del feuderalismo que provoca ingobernabilidad.
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