Como no se recordaba en décadas, el actual proceso de sucesión electoral va de la mano de los deseos y del proyecto de una sola persona, el presidente López Obrador.
En Morena, impone las condiciones, disciplina a los inconformes y fija las reglas del juego, en tanto que en la oposición hasta les dicta los nombres de los aspirantes que pueden entrar a la competencia interna y los obliga a reaccionar a sus dichos.
Así, para los que subestimaban al mandatario desde su etapa de candidato, se aplica aquello de que no debe haber ilusos para que no haya desilusionados, y mucha gente pensó que no iba a poder con el puesto, pero, aunque su administración ha quedado a deber en algunos temas como salud o seguridad, es en materia electoral en el que todo le ha salido bien al presidente, sino vean este pequeño recuento.
Las 23 gubernaturas que actualmente tiene en su poder Morena, el número de presidencias municipales, legisladores locales y federales, tienen en buena medida su explicación por la labor de López Obrador y la manera en que ha administrado el poder y lo que ha hecho en el tema electoral.
Ahora, todo mundo habla de la sucesión, dejando en segundo o tercer término otro tipo de discusiones sobre asuntos como la economía, la educación o el manejo de la pandemia, para centrarse en discutir los méritos de las corcholatas, incluso los opositores han caído en el juego y comentan acerca de esto.
Es claro que a López Obrador le encanta todo lo que tenga que ver con las elecciones y poner a su sucesor será la cereza en el pastel de su proyecto, pues a diferencia de los cuatro presidentes anteriores, él sí va a poder poner candidato, impulsarlo y, si tiene suerte, hacer que gane, pues cuenta con todos los instrumentos necesarios y el poder para hacer realidad sus deseos.
Lo único negativo para el presidente, es esto podría ser por lo único que será recordado en la historia.Comparta con nosotros su opinión en [email protected]
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