Y es que los guapos sabemos que en política las coyunturas cambian minuto a minuto. Pero si estás en México, en la antesala del año electoral, los escenarios se mueven segundo a segundo.
“Ya tienes fama. Ahora te hace falta comprobar tu talento”. Esta frase lapidaria es con la que Carlos Monsiváis se despidió de un director de teatro que lo había convocado como invitado especial para el estreno de su obra en el Centro Cultural Telmex. Era el año 2003. Yo iba como el invitado de Carlos que, acá entre nos, se quedó dormido desde la mitad de la función hasta el final.
Veinte años después se escapó de mi memoria esa frase de Monsi, luego de leer en X –o Twitter para los que nunca le dejaremos de decir Twitter– que Omar García Harfuch había presentado su renuncia como titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, a donde hizo su arribo hace casi cuatro años y desde donde emprenderá un camino de espinas rumbo a la Jefatura de Gobierno de la CDMX. O lo que se ofrezca en el camino.
Y es que los guapos sabemos que en política las coyunturas cambian minuto a minuto. Pero si estás en México, en la antesala del año electoral, los escenarios se mueven segundo a segundo. Esto se los preciso porque hace un año, en esta Política para guapos, les adelanté lo que hasta ese momento me había filtrado #MiCISEN (Comadres que Investigan Sobre la Élite Nacional): a Omar se le antoja la grande.
Palabras más palabras menos les conté que “el chacalito del momento” donde verdaderamente quería sentarse era en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno federal, en el supuesto de que Claudia Sheinbaum se convierta en la primera mujer presidenta de México.
Pero las cosas han cambiado y, como sabemos que en la política lo único seguro es que no hay nada seguro, Omar anunció en un video, difundido el fin de semana del 9 de septiembre, a través de sus redes sociales (por cierto, no verificadas) que se separaba del cargo para “colaborar con la doctora Claudia Sheinbaum Pardo”. No dijo específicamente en dónde pero, dado que no hay mejor informante que una persona despechada, Ricardo Monreal se encargó de dar por hecho que Omar va para la candidatura de la CDMX.
Hasta aquí nada que no sospecháramos. Omar es el que tiene más popularidad en las encuestas de los suspirantes de Morena. En palabas de Monsiváis, ya tiene fama, ahora le hace falta comprobar que puede convertirse en un político ganador.
García Harfuch ya tiene reconocimiento gracias a su capital erótico. Ahora le hace falta comprobar que tiene el conocimiento para dar solución a todos los temas importantes y urgentes de la Ciudad de México, no sólo en temas de seguridad. Ya tiene la sonrisa Colgate, ahora es importante saber qué hará con “el talón de Aquiles de la 4T”: el metro, cómo solucionará el déficit de vivienda, de qué manera resolverá el desabasto de agua, entre otros temas.
Omar García ya tiene el árbol genealógico taquillero: en tanto hijo del político priista Javier García Paniagua y nieto del General Marcelino García Barragán, dará ríos de tinta para los semanarios de política con el fin de analizar su ADN hasta la generación más lejana. En tanto hijo de la actriz María Sorté –que en realidad se llama María Harfuch Hidalgo– extenderá los océanos de papel en las revistas de espectáculos con el fin de analizar de quién heredó lo guapo.
García Harfuch ya retrata bonito. Ahora le hace falta un buen Media Trainig para perderle el miedo a los medios no oficialistas, para soltar el cuerpo, el cual trae todo el tiempo en el personaje rígido del súper policía. Necesita ser un político encantador de serpientes, espero que ya esté tomando cartas en el asunto o, por lo menos, clases en el CEA de Televisa.
Omar ya nos ha mostrado a muchos perritos en el Instagram, ahora tiene que aprender a conquistar a través de las ideas y del sentido del humor ¿Alguien ha escuchado alguna vez su risa? Las campañas si algo tienen en común es que son perras.
Omar ya tiene la bendición de Claudia –quien sólo le pudo haber hecho la señal de la Santa Cruz con la respectiva bendición de AMLO–, ahora que le entre al ruedo con todo de todo. Pretender no hablar de un tema, en este caso sus amores, no significa que el interés común desaparecerá. En todo este tiempo de grilla en los últimos cuatro años, él y sus consultores han tenido el suficiente tiempo de trabajar en su FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas) y convertir sus asuntos del corazón una fortaleza. Es mejor que él mismo administre su vida privada.
Harfuch, de 41 años de edad, ya tiene sus clubes de fans con cifras de cinco dígitos tanto en Instagram como en Facebook. Ahora es momento de caminar el territorio, conquistar al electorado, el beso en la mejilla, cargar niños con mocos y la selfie del recuerdo. Y ese sí que será todo un reto para alguien que sufrió un atentado que casi le cuesta la vida y que, desafortunadamente, tiene más amenazas que perritos durmiendo en la calle.
En el ajedrez político todo puede cambiar de aquí a que se publique esta entrega de Política para guapos, lo cierto es que el presidente López Obrador es un político al que no le gusta perder y mucho menos quiere ser testigo de cómo se le entrega el bastón de mando a la oposición en la capital. En este caso, ábrase a Omar en caso de incendio.
Omar ya tiene la fama de policía, para bien y para mal. Ahora le hace falta comprobar que también puede ser un buen gobernante ¿Podrá?
Twitter: @betotavira
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