La suma de la desatención por largos periodos, la falta de medición constante, y el cambio de ropa cuando nos queda justa, provoca que una mañana nos veamos al espejo con obesidad…
“Día tras día, lo que piensas y lo qué haces es
en lo que te conviertes”
Heráclito
Me fascina reflexionar acerca del gran poder que tienen las pequeñas acciones que resultan casi imperceptibles, que repetidas miles de veces por largos periodos y acumuladas, generan enormes resultados.
Mi reflexión me lleva a ejemplos con resultados tanto negativos como positivos. Ninguno de nosotros perdemos la condición física de un día para otro; cuando somos jóvenes vamos de arriba para abajo, participando de distintos deportes.
Conforme vamos avanzando en la adultez, adquirimos hábitos nocivos, y a la vez que nos distanciamos de la actividad física, provocando un deterioro tal que no nos permite jugar una cascarita sin valorar trasladarnos al hospital al finalizar.
Algo similar sucede con nuestro peso; nadie amanece de un día para otro con obesidad.
La suma de la desatención por largos periodos, la falta de medición constante, y el cambio de ropa cuando nos queda justa, provoca que una mañana nos veamos al espejo con obesidad y añoremos nuestros años de juventud en los que nuestra figura era esbelta.
Sin embargo, lo mismo sucede con aquellas personas que día con día intentan ser un poco más inteligentes, saludables y productivos.
Esa suma de pequeñas acciones repetidas diariamente provoca grandes hazañas, ejemplos de constancia, perseverancia, disciplina y superación.
Por ello, nuestros hábitos -en la gran mayoría de las ocasiones- son la clave de nuestro éxito o fracaso, y de nuestra salud o enfermedad, entre muchos otros estados y sus antónimos.
A propósito de la reflexión que describí en las primeras líneas, me gusta mucho centrar mi atención en torno a la idea de que la decisión difícil hoy, facilita el futuro, y viceversa.
Trataré de explicarme.
Para un estudiante lo fácil esta tarde, sería dejar el estudio para otro momento, y disfrutar el tiempo con amigos, lo que seguramente, dificultaría el mañana, acumulando mayor contenido a estudiar en un periodo de tiempo más corto; lo difícil sería que se ponga a estudiar inmediatamente, lo que aligeraría la carga para el día de mañana.
Esta idea aplica para muchas de las facetas en las que nos desempeñamos: en la solución de problemas, en el intento por lograr grandes metas, y en las tareas rutinarias que parecen poco significativas.
Por ello, los especialistas nos invitan a poner mucha atención en las pequeñas acciones que realizamos una y otra vez, entendidas como hábitos, que el diccionario define como: “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”.
A través de ellos, nos convertimos en personas más saludables, somos más productivos y eficientes en nuestro trabajo, y cumplimos las metas, propósitos o sueños que tenemos en mente.
El objetivo mediante un buen sistema de hábitos no es la perfección, sino la consistencia y perseverancia. Sea cual sea la meta que busquemos alcanzar, debemos verificar que nuestros pequeños hábitos estén diseñados de tal forma que día con día nos acerquen a lo que intentamos construir.
Un elemento adicional sumamente relevante, tiene que ver con la construcción de entornos favorables para facilitar nuestras decisiones y con ello nuestros hábitos.
El entorno lo construyen lugares, cosas y personas. Así, por ejemplo, si lo que busco es bajar de peso, vale la pena que borre de la lista de super los elementos que tienen muchas calorías, de tal forma que cuando abra el refrigerador, las opciones sean las más saludables.
Por todo esto, te invito a reflexionar en torno al perfil que buscas construir y los hábitos que integran tu rutina. Ello te permitirá acercarte a tus metas y construir día con día, la mejor versión de ti mismo.
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