Mientras todos hablábamos del bastón de mando de Claudia Sheinbaum y los berrinches de Marcelo Ebrard, la semana pasada se hizo público el paquete fiscal para el próximo año.
Cuenta la leyenda que cuando explotó la crisis económica de diciembre de 1994, el flamante presidente Ernesto Zedillo llegó furioso y le reclamó a su antecesor, Carlos Salinas de Gortari: “¡Me dejaste la economía mexicana prendida de alfileres!”, a lo que de inmediato el expresidente le respondió: “Y tú, ¿para qué se los quitaste?”.
Aquello fue el inicio de una hecatombe económica que, hasta la fecha, 30 años después, sigue teniendo consecuencias.
A mediados de este sexenio, Andrés Manuel López Obrador recordó ese chiste, sin embargo, afirmó que su administración no repetiría los mismos errores: “Yo ya no voy a estar, pero no quiero que pase lo que sucedió al término del gobierno de Salinas”, dijo el mandatario mientras anunciaba una reestructura de la deuda nacional para el 2025, y así evitarle a su sucesora una debacle económica.
Otra de las grandes promesas de AMLO fue que no aumentaría la deuda pública. Lo dijo como candidato y lo repitió como gobernante, pero si me lo pregunta a mí, más que promesa siempre pareció una fantasía.
Mientras todos hablábamos del bastón de mando de Claudia Sheinbaum y los berrinches de Marcelo Ebrard, la semana pasada se hizo público el paquete fiscal para el próximo año.
El paquete plantea un déficit público del 5% del PIB para el 2024 que, de ser así, será el más alto desde el gobierno de Carlos Salinas.
En otras palabras, el Gobierno de México aumentó el gasto neto total a 9.02 billones de pesos para 2024, pero hay casi 500 mil millones que indudablemente tendrán que cubrirse con una deuda, en su gran mayoría destinada al gasto de obras prioritarias, apoyos económicos, PEMEX y CFE.
“Puede ser que haya un déficit, un faltante, entre lo que ingresa y lo que se requiere para hacer las obras públicas, entonces hay parámetros, nosotros no nos salimos de lo que autoriza el Congreso”, añadió el presidente. Ahora sí que como diría el meme, no pos wow.
En su defensa López Obrador presentó datos que muestran que la deuda pública, en relación con el Producto Interno Bruto, es decir los ingresos totales del país, ha aumentado menos que en las administraciones de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox.
También insistió en que la deuda pasó del 46.5% del PIB, al comienzo de su mandato, a un pico del 52% durante la pandemia, pero que desde entonces se ha logrado reducirla a alrededor del 47%. Según el presidente, Peña y Calderón aumentaron la deuda en promedio alrededor del 8% del PIB, mientras que su administración espera que el incremento sea de aproximadamente 2.5% del PIB.
Por su parte, la oposición acusó de “irresponsable” el proyecto de presupuesto que presentó el Ejecutivo al Congreso, a lo que el mandatario reviró que está en sus manos: “Toda esa deuda que van a autorizar, si es que lo deciden así en el Congreso, es para obras porque antes ni siquiera se cumplía con el propósito de que la deuda pública solo puede contraerse para una obra determinada”, sostuvo en su conferencia mañanera.
Para que no se vaya triste a dar el grito considero importante recordarle que México es uno de los países con menos deuda del mundo. Incluso con el déficit planteado, lo seguiremos siendo.
Y si bien es cierto que, a diferencia de hace 30 años, la economía de México no prende de alfileres, tampoco podía dejar pasar que fue el mismo López Obrador el que prometió que “Si no hay corrupción, el presupuesto alcanza y rinde, y no hay necesidad de aumentar impuestos ni de endeudar al país”. Una idea que, desde luego, siempre me pareció ridícula.
¡Viva México!
@CallodeHacha
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