Pocos son los medios que se han atrevido a hablar de las adicciones del segundo hijo del presidente. Muchos menos son los que han expuesto los jugosos negocios que ha hecho al amparo del poder, pero cada vez hay más evidencia de que el junior presidencial se ha enriquecido a costa de traficar con la influencia de su padre.
No sería la primera vez que el hijo de un político resulta un drogadicto, de hecho, eso ni siquiera llamaría la atención, excepto para generar empatía por su condición.
Sin embargo, el caso de Hunter Biden, el controvertido hijo del presidente de los Estados Unidos es mucho más complicado.
En primera porque no solo estamos hablando del delito de posesión ilegal de armas de fuego (hay pruebas abrumadoras de que cometió dos delitos relacionados: mentir en el formulario federal que debía completar cuando compró el arma en cuestión, al certificar que no estaba consumiendo drogas ilegalmente y poseer el arma misma), defraudación fiscal (se declaró culpable en junio de este año lo que le permitió llegar a un acuerdo con la fiscalía que después fue anulado), o abuso de sustancias prohibidas (como el crack que aparece fumando en video), sino de uno mucho más grave: utilizar la figura de su padre, en ese entonces, el vicepresidente de los Estados Unidos para recibir millones de dólares de países extranjeros, en especial del gobierno Ucraniano, que hasta la fecha ha recibido alrededor de 70 mil millones de dólares por parte del ahora mandatario Joe Biden para combatir a Rusia.
Para colmo, Hunter, de 53 años, planea declararse inocente de los cargos federales que enfrenta, por lo que si ésta vez es encontrado culpable, en teoría, podría enfrentar hasta 25 años de cárcel y multas de hasta 750 mil dólares, según documentos judiciales.
Una encuesta de agosto pasado de The Economist reveló que el 66% de los americanos tiene una opinión desfavorable de él, y solo el 17% tiene una opinión favorable, y casi ocho de cada diez estadounidenses dicen que Hunter Biden se ha beneficiado de las posiciones de su padre en el gobierno.
Este caso arrastra la ya de por sí mermada aprobación del mandatario, quien sorprendentemente insiste en buscar la reelección, a pesar de su deteriorado estado cognitivo.
Su único rival hasta la fecha, el republicano Donald Trump ya lo aventaja, aunque no por mucho margen. Trump superó por cuatro puntos porcentuales a Biden en una encuesta de Harvard CAPS publicada esta semana.
El problema para los demócratas es que la brecha solo parece hacerse más grande. Trump sigue siendo políticamente viable a pesar de una serie de cargos penales por sus intentos de anular la victoria electoral de Biden en la elección del 2020 y su mal manejo de documentos clasificados desde que dejó el cargo.
Se espera que pase gran parte del próximo año en los tribunales siendo juzgado mientras hace campaña.
El convulso escenario político en Estados Unidos genera incertidumbre de este lado del río Bravo. Recientemente el republicano amenazó con una invasión al territorio mexicano para enfrentar a los cárteles de la droga, los cuáles, según él, tienen petrificado al Gobierno de México.
Trump blufea como siempre, y no necesariamente haría lo que promete, por todo lo que eso implica. Pero lo que no se puede dudar es que si encuentra débil al siguiente presidente mexicano, seguro buscará aprovecharlo al máximo.
¿Tendrá Sheinbaum algún plan en mente?
@CallodeHacha
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