El presente requiere toda nuestra atención. Planear, ejecutar, evaluar, decidir, corregir y registrar en el aquí y el ahora no será posible adecuadamente si no nos concentramos en ello.
“Es un error atormentarnos tanto por lo que ha de venir
como por lo que ha pasado”
Séneca
Los retos que diariamente enfrentamos hacen la vida agridulce. Momentos agradables y otros no tanto. El agobio, la presión y el estrés a los que estamos expuestos, nos obligan a generar mecanismos eficientes para gestionarlos adecuadamente, buscando vivir en plenitud.
La presión fluctúa con base en los sucesos que vivimos, mismos que dependen en gran medida de nuestras acciones. Por supuesto existen sucesos espontáneos y fortuitos, pero muchos otros, nosotros los provocamos y construimos, a través de las acciones y decisiones que emprendemos.
Con todo ello, ¿cómo vivir en plenitud sin ser secuestrado por nuestras emociones? No existen recetas secretas, ni varitas mágicas. Sin embargo, sí existen una serie de hábitos que nos permiten gestionar de mejor forma nuestras emociones y sentimientos, para con ello vivir mejor.
Además del conocimiento de nuestros estoicos que hemos abordado en varias ocasiones en este espacio, Dale Carnegie, en su libro, Cómo dejar de preocuparse y comenzar a vivir, que fue publicado en el año 1948, nos obsequia valiosas experiencias y lecciones que pueden abonar a la causa.
Una de ellas, concentrarse en el presente, vivir un día a la vez, y no permitir que el peso del pasado y la falta de claridad del futuro roben nuestra capacidad en el presente.
Y cuando menciono capacidad, trato de agrupar todo aquello que podría considerar el término plenitud.
El presente requiere toda nuestra atención. Planear, ejecutar, evaluar, decidir, corregir y registrar en el aquí y el ahora no será posible adecuadamente si no nos concentramos en ello.
Mucho menos será posible disfrutar y alegrarnos si vivimos en el reproche al pasado o la ansiedad que produce el futuro.
La invitación -entre muchas otras- que nos hace Carnegie es la de vivir un solo día a la vez, para lograr un máximo desempeño y plenitud.
La propuesta se centra en presionar un botón imaginario para cerrar un portón de acero dejando encerrado el pasado, y presionar otro para encerrar con un portón con igual fortaleza el futuro, permitiendo así tener frente a nosotros solo el hoy, y agotar en él nuestras capacidades y talentos, entre ellas, nuestras habilidades para crear, crecer, construir, amar, reír y vivir.
De esta forma nos libramos del peso del pasado y del futuro que no nos permiten cargar con el presente.
Con la idea de concentrarnos en él, no debemos pensar en desestimar el futuro, sin embargo, la mejor forma de construir uno promisorio, está en vivir el hoy con la mayor dosis de concentración, disciplina y entusiasmo, imprimiendo en nuestra forma de pensar la lógica de la causa y el efecto, que nos permita configurar las mejores opciones y tomar decisiones acertadas, y a la vez alejarnos de la tensión y el nerviosismo, muchas veces ocasionados por lo sucedido y lo que imaginamos que puede suceder, lo que deviene en crisis de tensión y nerviosismo, que merma y afecta considerablemente nuestro desempeño actual.
De esta forma y con las ideas que Dale nos comparte, no será necesario conocer todo el sendero al caminar en la obscuridad, ni llevar entre las manos el peso de los tropiezos del pasado, sino únicamente tener claridad en el siguiente paso, solo en ese, y así sucesivamente uno tras otro, para recorrer satisfactoriamente y a plenitud la ruta completa.
Por último, a reserva de volver en el futuro cercano a comentar las experiencias que Dale Carnegie nos ofrece a través de su libro que ha vendido millones de copias, me gustaría subrayar que la única posibilidad de alcanzar la plenitud está en el presente.
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