Políticos, políticos han estado muchos en el gobierno de la Ciudad de México, unos buenos, otros regulares y varios malos, pero todos en general, y algunos en particular, se han dedicado a “patear el bote”…
¿Quién debería gobernar la Ciudad de México el próximo sexenio? ¿Un policía o un político? Se pregunta la sociedad capitalina, después de que Omar García Harfuch, ex secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX anunció su intención de ser el candidato de la 4T para ocupar “la silla chica”, con la bendición de Claudia Sheinbaum, por supuesto.
Policía, mejor dicho, militar, ya gobernó la “City” de 1966-1970 y se llamó Alfonso Corona del Rosal (general), quien pidió a la secretaría de la Defensa Nacional la participación del Ejército para preservar la paz y el orden en la Ciudad de México (Luis Echeverría dixit), una vez iniciado el conflicto estudiantil de 1968, que culminó con la matanza de estudiantes en Tlatelolco. Antes de ese puesto, el general había desempeñado importantes cargos políticos: Fue gobernador del estado de Hidalgo y dirigente del Partido Revolucionario Institucional. Corona del Rosal, pretendió la candidatura del PRI que al final correspondió al entonces secretario de Gobernación Luis Echeverría Álvarez, para quienes lo hayan olvidado.
Políticos, políticos han estado muchos en el gobierno de la Ciudad de México, unos buenos, otros regulares y varios malos, pero todos en general, y algunos en particular, se han dedicado a “patear el bote”, es decir, los grandes problemas que afectan a la capital del país: Inseguridad, tráfico de estupefacientes, homicidios, secuestros; por bandas de delincuentes que se han apoderado de varias colonias en algunas delegaciones; transporte público deficiente, comercio informal, corrupción en diversas áreas administrativas… y otros flagelos.
Casualmente, aunque en política no existen casualidades, después de que en 1997 el presidente Ernesto Zedillo concertacesiónó la entrega del gobierno de la Ciudad de México a la oposición y el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ocupó la entonces Jefatura del Departamento del Distrito Federal, todo lo malo que habían hecho los políticos priistas se convirtió en peor. En unos cuantos años de gobiernos perredistas, la “Ciudad de la esperanza”, como la llamó Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en la “Ciudad de la violencia”; floreció la corrupción, el crimen organizado sentó sus reales, y los problemas arriba mencionados se agravaron.
En 2004, cuando Marcelo Ebrard se desempañaba como Jefe de la policía de la Ciudad de México, reconoció que las instituciones responsables de combatir la criminalidad fueron rebasadas, después de que dos elementos de la Policía Federal Preventiva que supuestamente realizaban labores de inteligencia en su lucha contra el narcomenudeo fueron linchados y quemados en San Juan Ixtayopan. Ya como jefe de gobierno, el “Carnal” no supo qué hacer para combatir todos los flagelos que azotaban a la “City”, porque estaba más ocupado en la candidatura presidencial del 2012, que en las labores propias de su cargo. En la administración de Miguel Ángel Mancera la cosa se puso “del cocol”, y en la de Claudia Sheinbaum los problemas siguieron siendo los mismos, aunque junto con su ex secretario de Seguridad Ciudadana presumen que bajaron los índices de criminalidad.
Omar García Harfuch, a quienes algunos califican como “el mejor policía de México”, ha declarado que no es político; “Nunca he tenido un puesto político”, declaró contundente cuando renunció al cargo de la policía de la City para incorporarse al equipo de Claudia Sheinbaum. Después ha matizado esas declaraciones diciendo: “Hemos aprendido un poquito y nos sentimos preparados para cumplir con cualquier tarea que tengamos que hacer en la ciudad”.
“Hemos aprendido un poquito y nos sentimos preparados para cumplir con cualquier tarea que tengamos que hacer en la ciudad”.
@LuisSotoAgenda
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