El mecanismo era muy conocido y estaba perfectamente interpretado en la intrincada política mexicana que a pesar de sus orígenes españoles tenía más de versallesca que de Ibérica. No estaba escrito en ningún papel, pero era la regla de oro en la selección del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El destape en México era una larga tradición que revelaba la decisión del presidente mexicano en turno para impulsar a un miembro de su gabinete a la carrera por ser su sucesor. A esta decisión se le conocía como “dedazo” y ocurrió durante décadas mientras el gobierno fue priista. A pesar de que el PRI está al borde de la extinción y MORENA y su presidente Andrés Manuel López Obrador, domina la escena política de México, un nuevo ritual que tiene algunas características comunes con el anterior, se está imponiendo, solo que a la vista de todo el mundo. Los aspirantes son varios y ya no es uno solo que goza de las simpatías, o de las complicidades, del presidente. Aunque puede parecer que roza la ilegalidad ya que según muchos aseguran se encuentran en una campaña adelantada, lo cierto es que simplemente se están sometiendo a un escrutinio endiabladamente estresante a partir de su trabajo en los encargos que se les ha hecho desde la presidencia. El camino hacia el destape definitivo está lleno de pistas que deben ser leídas con cuidado. En el año que viene, previo a la elecciones, debe de concretarse, mediante una encuesta, quien es el elegido o elegida para ser candidatos de MORENA a la Presidencia y a heredar el legado de AMLO. Hoy ya comienzan a escucharse en medios de comunicación y tertulias los nombres de los presidenciables dando por hecho a uno u otra según las preferencias del interlocutor que siempre cree que conoce las emociones de AMLO y su forma de actuar. El método del mandatario incluye la pasarela, una serie de apariciones en actos públicos y entrevistas en la prensa donde los aspirantes muestran lo mejor de sí mismos. En ellos se destaca su destreza política para comenzar a afinar el perfil de alguien que puede ser adecuado para ocupar la Silla del Águila. Se hacen públicos tanto sus logros como sus gustos culposos. La pasarela obliga a algunos aspirantes a entrar en un proceso de transformación, casi estética, para dar una impresión menos dura de su personalidad.
Lo cierto es que mientras tanto, el presidente López Obrador, sopesa a puerta cerrada sus opciones y la cúpula más alta de su partido evita pronunciarse sobre el tema. Y una vez que el presidente se haya decidido, posiblemente hacia el mes de abril del año que viene, el 2023, se echa a andar un espectáculo para hacer el anuncio oficial del resultado de las encuestas que deberán de ser indiscutibles y dejaran libre de responsabilidades al presidente en caso de que el sucesor o sucesora salga “puque”, o le permita presumir de su acierto si sale bueno o buena. Abel Quezada, el mágico viñetista de la prensa mexicana, plasmó este ritual en 1957. Cuando Adolfo Ruiz Cortines eligió como su sucesor a Adolfo López Mateos, a través de una campaña publicitaria para una marca de cigarros. “El tapado fuma Elegantes”, decía el texto que acompañaba la viñeta ilustrada con un hombre en traje con la cabeza cubierta con una sábana. Desde entonces en la prensa mexicana, los moneros han retratado tanto al tapado, como al dedo que lo selecciona, en innumerables ocasiones. Dada la fuerza enorme de MORENA y la popularidad impresionante del presidente AMLO, este se permite hasta hacer una lista de los tapados de los partidos de oposición por lo que se comporta como el maestro de ceremonias de su propia sucesión dominando todo el escenario político de México. Todavía quedan mucho tiempo hasta las elecciones de 2024 y sin duda el desgaste natural del poder hará su trabajo en el tabasqueño presidente pero si las cosas no cambian dramáticamente, y en principio no hay condiciones para ello, será un militante de MORENA que cuente con la confianza del gran organizador del destape en su versión vino tinto.
El guion del destape clásico no se ha seguido al pie de la letra pero los pre candidatos si han gozado de un aderezo con una estela de elogios y sonrisas de parte de Andrés Manuel muy parecidos a los que se emitían antes hacia el elegido. Marcelo Ebrard, Claudia Scheimbaun o Adán Augusto López además del triunfo en las encuestas, haya sido como haya sido, también tendrán que obtener el respaldo de la fuerza de los militantes de MORENA que hoy se encuentran al borde del enfrentamiento precisamente porque sus preferencias ya se han dividido en base a sus apuestas por sus propios intereses y su base más dura no logra reagrupar fuerzas.
Hay de “destape” a “destapes”: El endiablado estrés por la sucesión presidencial
Por Antonio López de la Iglesia
El mecanismo era muy conocido y estaba perfectamente interpretado en la intrincada política mexicana que a pesar de sus orígenes españoles tenía más de versallesca que de Ibérica. No estaba escrito en ningún papel, pero era la regla de oro en la selección del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El destape en México era una larga tradición que revelaba la decisión del presidente mexicano en turno para impulsar a un miembro de su gabinete a la carrera por ser su sucesor. A esta decisión se le conocía como “dedazo” y ocurrió durante décadas mientras el gobierno fue priista. A pesar de que el PRI está al borde de la extinción y MORENA y su presidente Andrés Manuel López Obrador, domina la escena política de México, un nuevo ritual que tiene algunas características comunes con el anterior, se está imponiendo, solo que a la vista de todo el mundo. Los aspirantes son varios y ya no es uno solo que goza de las simpatías, o de las complicidades, del presidente. Aunque puede parecer que roza la ilegalidad ya que según muchos aseguran se encuentran en una campaña adelantada, lo cierto es que simplemente se están sometiendo a un escrutinio endiabladamente estresante a partir de su trabajo en los encargos que se les ha hecho desde la presidencia. El camino hacia el destape definitivo está lleno de pistas que deben ser leídas con cuidado. En el año que viene, previo a la elecciones, debe de concretarse, mediante una encuesta, quien es el elegido o elegida para ser candidatos de MORENA a la Presidencia y a heredar el legado de AMLO. Hoy ya comienzan a escucharse en medios de comunicación y tertulias los nombres de los presidenciables dando por hecho a uno u otra según las preferencias del interlocutor que siempre cree que conoce las emociones de AMLO y su forma de actuar. El método del mandatario incluye la pasarela, una serie de apariciones en actos públicos y entrevistas en la prensa donde los aspirantes muestran lo mejor de sí mismos. En ellos se destaca su destreza política para comenzar a afinar el perfil de alguien que puede ser adecuado para ocupar la Silla del Águila. Se hacen públicos tanto sus logros como sus gustos culposos. La pasarela obliga a algunos aspirantes a entrar en un proceso de transformación, casi estética, para dar una impresión menos dura de su personalidad.
Lo cierto es que mientras tanto, el presidente López Obrador, sopesa a puerta cerrada sus opciones y la cúpula más alta de su partido evita pronunciarse sobre el tema. Y una vez que el presidente se haya decidido, posiblemente hacia el mes de abril del año que viene, el 2023, se echa a andar un espectáculo para hacer el anuncio oficial del resultado de las encuestas que deberán de ser indiscutibles y dejaran libre de responsabilidades al presidente en caso de que el sucesor o sucesora salga “puque”, o le permita presumir de su acierto si sale bueno o buena. Abel Quezada, el mágico viñetista de la prensa mexicana, plasmó este ritual en 1957. Cuando Adolfo Ruiz Cortines eligió como su sucesor a Adolfo López Mateos, a través de una campaña publicitaria para una marca de cigarros. “El tapado fuma Elegantes”, decía el texto que acompañaba la viñeta ilustrada con un hombre en traje con la cabeza cubierta con una sábana. Desde entonces en la prensa mexicana, los moneros han retratado tanto al tapado, como al dedo que lo selecciona, en innumerables ocasiones. Dada la fuerza enorme de MORENA y la popularidad impresionante del presidente AMLO, este se permite hasta hacer una lista de los tapados de los partidos de oposición por lo que se comporta como el maestro de ceremonias de su propia sucesión dominando todo el escenario político de México. Todavía quedan mucho tiempo hasta las elecciones de 2024 y sin duda el desgaste natural del poder hará su trabajo en el tabasqueño presidente pero si las cosas no cambian dramáticamente, y en principio no hay condiciones para ello, será un militante de MORENA que cuente con la confianza del gran organizador del destape en su versión vino tinto.
El guion del destape clásico no se ha seguido al pie de la letra pero los pre candidatos si han gozado de un aderezo con una estela de elogios y sonrisas de parte de Andrés Manuel muy parecidos a los que se emitían antes hacia el elegido. Marcelo Ebrard, Claudia Scheimbaun o Adán Augusto López además del triunfo en las encuestas, haya sido como haya sido, también tendrán que obtener el respaldo de la fuerza de los militantes de MORENA que hoy se encuentran al borde del enfrentamiento precisamente porque sus preferencias ya se han dividido en base a sus apuestas por sus propios intereses y su base más dura no logra reagrupar fuerzas.