Camiones en llamas, calles inundadas de basura, paros en todos los sectores, y miles de franceses en las calles, exigiendo la cabeza del monarca. Lo que parece la versión moderna de la toma de La Bastilla en 1789 en realidad es una mega protesta en contra de la reforma de pensiones de Emmanuel Macron. Pero vamos por partes.
¿Cómo llegamos aquí?
En 2017, con tan solo 40 años, Emmanuel Macron se convirtió en el presidente más joven en la historia de Francia, desde la coronación de Napoleón, a sus 35 años. Macron se presentó como liberal en lo social, partidario de la desregulación económica y defensor a ultranza del modelo de Unión Europea. Algunos lo apodaron “la versión francesa de Hillary Clinton”. Durante sus primeros 5 años de gobierno neoliberal, Francia aumentó la inversión extranjera y sacó ventaja del Brexit. París se convirtió en la plaza financiera de Europa y atrajo a más start-ups que el mismo Silicon Valley.
Por estas razones, y a pesar de un enorme descontento social por el manejo de la pandemia y sus medidas restrictivas, Macron fue reelecto presidente en 2022. Sin embargo, el impacto de la guerra en Europa ha causado estragos en la economía francesa y ha complicado las cosas para su gobierno.
La aceptación del otrora banquero populista ha caído al nivel más bajo. Hoy, tan solo 3 de cada 10 franceses continúa apoyándolo. Dispuesto a sacrificar su resto, Macron ha decidido inmolarse, en uno de los momentos más tensos de la Francia contemporánea. Tras haber impuesto su reforma a la edad de jubilación, el panorama en las calles no puede ser peor: la semana pasada se cumplió la novena jornada de protestas con más de 300 manifestaciones activas por todo el país. El desafío de los sindicatos y la oposición crece, y ni por asomo se vislumbra la calma. Por el contrario, la crisis empeora pese a la seguridad que muestra el presidente francés con su controvertida propuesta.
En resumen: A falta de votos, Macron utilizó una orden presidencial, reservada solo para situaciones extremas, como una guerra, para hacer su ley obligatoria en todo el país. A partir de ahora, la edad de jubilación para sus ciudadanos aumentará de los 62 a los 65 años, argumentando que era esencial para evitar los déficits que se han visto exacerbados por la crisis energética y el gasto de covid. La oposición y los críticos del mandatario francés calificaron esto como un acto anti-democrático. Millones han salido a las calles para protestar por la propuesta, y la mayoría de los franceses se oponen a la reforma. Macrón respondió con toda la fuerza del estado.
Para ser justos, el problema de las jubilaciones no es exclusivo de Francia. Europa entera se enfrenta a una crisis mientras su población envejece cada vez más y su población económicamente activa disminuye. Sin cambios en el sistema de jubilación, solo registrará un déficit anual de hasta 0,8% de la producción económica anual durante los próximos 10 años, según el Consejo Asesor de Pensiones de Francia. Elevar la edad mínima a 64 años y aumentar el período mínimo de aportes para acceder a una pensión completa eliminará el déficit del sistema para 2030, según el gobierno.
Por el otro lado, políticamente, Macron tiene poco que perder, ya que no es elegible para postularse nuevamente después de que finalice su segundo mandato en 2027. Y está decidido a sellar su legado como reformador y obtener una victoria para su movimiento centrista.
PD: ¿Se imaginan que estas protestas estuvieran sucediendo en México? Seguramente el Parlamento Europeo ya nos hubiera declarado como Estado Fallido. Pero como esto pasa en el primer mundo, le llamamos democracia.
@CallodeHacha
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