*“La escasez de armas y la modernización de arsenales por parte de China y Rusia”, entre las causas externas, porque las internas son suyas y de nadie más.
Hace unos días el diario The Wall Street Journal publicó un extenso análisis sobre las capacidades militares de Estados Unidos, que muestran tanto el rezago en cuanto a los desafíos armamentísticos frente a las potencias emergentes —China y Rusia—, como su clara y notable incapacidad para enfrentarlas en caso que tomara la decisión de iniciar uno o dos conflictos —que sería el peor error estratégico— armados con cualquiera, Rusia o China.
Enumeremos primero las debilidades que ha mostrado Estados Unidos de cara a este conflicto, que se desarrolla en Ucrania pero es claramente “occidental” en donde el brazo armado estadounidense —ese que brinda “seguridad” a la zona euro—, la OTAN se está enfrentando a Rusia, la llamada “guerra subsidiaria” con Washington al frente.
Más allá de las claras diferencias entre los países miembros del organismo atlantista, donde la mayoría no responden ya, tanto a los llamados de Jens Stoltenberg y menos a las presiones del presidente de Ucrania Volodímir Zelenski, para el abastecimiento de armas y contener al invasor ruso, “hasta el último ucraniano”; e inclusive de los elevados impactos autogenerados o efectos bumerang que tanto ha dañado a los países europeos, por la imposición de sanciones antirrusas para terminar la guerra por la vía del desgaste de su economía, valga mencionar que solo unas cuantas potencias occidentales sostienen todavía sus aportaciones a Ucrania —siempre bajo presiones de Washington—, para detener al ejército invasor.
En primera instancia Estados Unidos es el país que más ha apoyado a Zelenski, con armamento, recursos, y por encabezar la ofensiva “occidental” europea principalmente, contra Rusia y su presidente Vladimir Putin quien, “sin motivos, fundamento ni razones”, se ha atrevido a causar una guerra que está destruyendo todo a su paso, dentro de territorio de Ucrania.
En segundo término, cualquiera pensaría que sería Bretaña, pero Canadá le sigue el paso a Estados Unidos en aportaciones a Zelenski para el fortalecimiento militar al ejército ucraniano para detener a Putin. Luego, entonces sí, le siguen el país de la otrora Reino Unido, Polonia, Francia y por ahí están luego Italia, España y Portugal. Del resto menos se sabe, porque en realidad poco aportan a etas alturas ya del conflicto.
Error geopolítico garrafal
Bueno, fuera de eso, es claro que Estados Unidos se ha hecho daño a sí mismo. la hegemonía le quedó grande, se pasó de la raya en sus agresiones contra el mundo y, finalmente, se atrasó en cuanto al avance armamentístico moderno, lo que sí han hecho al menos durante los últimos treinta años, tanto Rusia como China.
1°. Es claro que la presente guerra Estados Unidos la tiene perdida, así sea indirecta, contra Rusia en Ucrania. Y en cuanto más se prolongue la misma, los costos no van a ser más altos para Rusia sino, en primer lugar para Ucrania —Zelenski, siempre obediente a las presiones de la Casa Blanca y entre ambos se resisten a emprender negociaciones para detener el conflicto— que vive en carne propia (“carne de cañón”), y en segundo —que en realidad es el primero— para los propios Estados Unidos.
En primera porque Rusia ha mostrado su poderío militar tanto con el ejército como por las modernas armas desarrolladas en los últimos años, con lo que Washington no contó, desde que comenzó a preparar esta guerra en el 2014. En seguida, porque si “sobre el terreno” nada ha conseguido, tampoco económicamente se ha derrotado —desgastado sí, como cualquier país en guerra que pierde algunas batallas, pero no la guerra— a Rusia.
Luego, porque a raíz de esta guerra más bien se ha consolidado el frente o bloque —con todo y no se maneja como tal, estilo Guerra Fría—, entre Rusia y China, un proceso regional fuerte y Estados Unidos no quería que ocurriera, pero ahora le resulta peor que incómodo en tanto es un error geopolítico garrafal cometido presuntamente por la administración Biden —según acusaciones de personajes como el ex secretario de Estado Mike Pompeo—, pero que en realidad es un saldo negativo de toda la política exterior estadounidense militarista de los últimos años, desde Bush padre a la fecha pero más particularmente de Bush hijo para acá.
2°. Esta guerra ha cambiado tanto a Estados Unidos en particular, pero también de manera importante al llamado “mundo occidental”, igual más de lo que habrían esperado de ella. Como lo hemos dicho en otros momentos, ha sido Rusia quien le ha puesto el cascabel al gato, pero no solo del imperialismo estadounidense sino del “mundo occidental” en general quien ahora se encuentra en una crisis existencial.
Que ha sido un error garrafal para Occidente, sí que lo es. Desde todos los puntos de vista. Primero el geopolítico, luego el estratégico, de inteligencia y también militar. Y los responsables son tanto los estadounidenses como los europeos, con todo y estos últimos solo están para seguir las órdenes o aplaudir en caso de triunfo, lo que no han podido hacer porque están perdidos todos.
En otros momentos hemos ampliado estas pérdidas, ganadas a pulso, no solo por subestimar a Rusia sino en tanto nunca estuvieron preparados en realidad para encarar a Putin, como tampoco lo están para enfrentarse a China y menos a ambas potencias emergentes juntas.
Guerras imperiales de desgaste
El WSJ menciona los desafíos a los que se enfrenta EE.UU. ante las ahora potencias militares Rusia y China. Tiene “numerosos puntos débiles”. Y todo por determinaciones o sus políticas internas, en parte debiera señalarse que ha sido gracias a los “halcones” de los gabinetes de los Bush, padre e hijo, pero también de Obama y ahora Biden, quizá menos de Trump.
Con todo y los elevados presupuestos anuales destinados por el Congreso para la “defensa”, de más de 800,000 millones de dólares, Estados Unidos no se preparó para los retos que pronto le representarían Rusia y China.
Fue el afán hegemónico y la “guerra contra el terrorismo” —la sinrazón por lo que se inventaron los atentados contra las Torres Gemelas en 2001 en Nueva York—, que daría al traste con la hegemonía del imperio tras las desastrosas invasiones a Iraq y Afganistán por sus negativos resultados; eso por un lado, por el otro, porque, según el Journal: “al parecer invencible por 30 años, tras la caída de la URSS y el éxito de la campaña Tormenta del Desierto” en Kuwait, el país imperio se aventuró en ambas guerras del Oriente Medio que igual perdió.
Ello le distrajo al “perder años fundamentales para prepararse en modernizarse”, en sus armamentos de largo aliento. Lo que además no emprendería porque las guerras en Iraq y Afganistán le significaron entre 60,000 millones y 70,000 millones de dólares al año. Por ello, “no tendría los recursos necesarios para cubrir las amenazas más avanzadas como la hipersónica”.
En fin, que hubo cruce de señales: “Mientras los estrategas del Pentágono analizaban cómo desarrollar nuevas tecnologías para estar a la altura de una China cada vez más poderosa y avanzada, ocurrieron los atentados del 11 de septiembre, y el foco pasó a ser la llamada guerra contra el terror lanzadas por el entonces presidente George W. Bush.” (https://acortar.link/pedfvx).
Luego entonces, le cayó encima a EE.UU. “la escasez de armas y la modernización de arsenales por parte de China y Rusia”, entre las causas externas, porque las internas son suyas y de nadie más.
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geopolítica.com, [email protected], @sal_briceo
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