“Sé tolerante con los demás y estricto contigo mismo”
Marco Aurelio
Los fallecimientos súbitos de dos personas cercanas me han traído a la mente una vieja reflexión acerca del arma de doble filo que puede representar la motivación. Cualquier muerte resulta lamentable y dolorosa. Particularmente me hacen sentir pesar, aquellas que de una u otra forma pudieron prevenirse, y aquellas que representan la ausencia del jefe o jefa de familia, generando vulnerabilidad e incertidumbre, además del dolor que naturalmente provocan.
En este caso particular, las dos muertes a las que me refiero, encontraron sus causas en una dolencia cardiaca; es decir, ambos individuos perdieron la vida por un infarto. En el primero de los casos, el sobrepeso, la dieta inadecuada dominada por grasas, harinas y azúcares, el abuso de substancias prohibidas y el sedentarismo, provocaron que el corazón se detuviera.
En el segundo caso, un hombre con una vida mucho más saludable que la del primero, perdió la vida también por un mal cardiaco. Aparentemente, con una mayor responsabilidad sobre sus acciones, dentro de las cuales destaca la dieta y la actividad física, construía una realidad mucho más saludable.
La prevención requiere inteligencia, motivación y disciplina. Solo aquel que tiene cierto nivel de inteligencia, busca la forma de emprender acciones para construir bienestar físico y mental. La motivación, entendida como la serie de mensajes y estímulos que impulsan las acciones del individuo. Por último, la disciplina, traducida como el esfuerzo sostenido para repetir una y otra vez las acciones positivas que configuran la prevención.
Sobre el segundo elemento, la motivación, hoy me quiero concentrar. Algunos de nosotros nos encontramos en un momento en el que, por diversos medios recibimos mensajes con las ideas de que todo es posible, de que los límites están para romperse y de que si intentamos, podemos. Este cúmulo de ideas es cierto, sin embargo, debemos tomar distancia de ellas y enfrentarlas con tiento.
La motivación es un combustible extraordinario, tan poderoso, que mezclado con disciplina, voluntad y constancia, puede construir hábitos que día con día nos hagan mejores personas. No obstante, el utilizar la motivación sin la inteligencia apropiada podría ponernos en riesgo, con todo lo que ello significa.
Allanado el camino con las ideas de que todo es posible si así lo decidimos, hay un actor que potencia aún más su fuerza: las redes sociales. Son estas aplicaciones y estructuras las que nos repiten de una u otra forma, una y otra vez, que debemos intentar e ir más allá.
Aquel que emprende la actividad física, sin hacerlo de manera informada, cuidadosa y progresiva, animado por la motivación desaforada, se está poniendo en riesgo, al grado de poner en peligro su vida.
Son muchas las mujeres y hombres que intentan construir grandes retos, objetivos y metas, sin estar lo suficientemente preparados. Cuántas personas no conocemos que con poca planeación, preparación y precaución han decidido correr, pedalear y nadar por varias horas sometiendo a su cuerpo a una intensidad que produce un estrés tal que puede provocar la muerte.
Tengamos cuidado. La prevención será realmente efectiva si las acciones que se emprenden se realizan de manera informada y progresiva, de la mano de especialistas que puedan diseñar y dosificar las cargas, volúmenes e intensidades para que la actividad física se traduzca realmente en beneficios, y no resulte contraproducente.