“El remedio deberá restablecer la salud y la armonía vital solamente
por su acción dinámica sobre la fuerza vital”
Samuel Hahnemann
El psiquiatra Phil Stutz, en el valioso contenido del extraordinario documental que lleva por título su apellido, menciona entre sus herramientas a la fuerza vital. Se refiere a ella como la única herramienta que al estar activa nos puede revelar quiénes somos y qué debemos hacer cuando estamos perdidos.
Esta idea nos transporta al vitalismo y a las ideas sostenidas por Samuel Hahnemann, que describía a la fuerza vital como aquella que sostiene todas las partes del organismo con una admirable energía, indicando que nuestro cuerpo depende específicamente de esa fuerza. Este mismo hombre revelaba que cuando esta fuerza se ausenta, el organismo no es capaz de sentir, obrar ni ejecutar ninguna otra acción para su conservación. Para él, dicha fuerza vital es la que nos permite autosanarnos e incrementar nuestra capacidad de resiliencia y adaptación al entorno que nos reta. En conclusión, el debilitamiento de esa fuerza vital redunda en la pérdida de armonía, lo que provoca enfermedad y pérdida del estado de salud.
Por ello, tanto Stutz en el primer caso como Hahnemann en el segundo, manifiestan que para garantizar el bienestar será necesario atender a la fuerza vital.
Entonces, si la fuerza vital está determinada por nuestra relación con nuestro cuerpo, resulta fundamental esforzarnos por diagnosticar cómo lo estamos tratando y establecer los mejores hábitos posibles para preservar su salud, teniendo como primer objetivo, que nuestro organismo funcione de la mejor manera posible.
Stutz centraba sus recomendaciones para preservar y fortalecer la fuerza vital en 4 estrategias: 1. Ejercicio: comprobados están los beneficios que la actividad física provoca en nuestro organismo. Por ello, con solo unos minutos de ejercicio al día, nuestro organismo consigue inmediatamente un mejor funcionamiento. 2. Dieta: todo lo que ingerimos tiene una repercusión en el funcionamiento de nuestro cuerpo. Comer de manera saludable, alejarnos de los alimentos altamente procesados y dejar de lado las substancias nocivas genera un cambio inmediato en todos los aspectos. En ocasiones solemos pensar que alguna substancia podría mejorar nuestro estado de ánimo, no obstante, es esa misma la que lo termina agravando. 3. Sueño: Nada más nocivo que tener un sueño deficiente. Por ello incrementar la higiene y calidad de nuestro descanso se vuelve fundamental para buscar nuestro bienestar y detonar nuestro real potencial. 4. Relaciones con el otro y con nosotros mismos: Stutz manifiesta que las relaciones con el otro son una especie de asideros que nos mantienen en contacto con la comunidad, evitando el tan nocivo aislamiento. De la misma forma, la relación con nosotros mismos se vuelve fundamental, el cómo nos tratamos y hablamos.
Fortalecer nuestra fuerza vital nos permitirá alcanzar el bienestar y descubrir aquello que nos apasiona, aquello que nos mueve. Con la fuerza vital deteriorada, será difícil encontrar éxito y plenitud integral en las diferentes esferas o facetas en las que nos desenvolvemos.
De lo dicho y escrito por diferentes actores en torno a la fuerza vital podemos tomar enseñanzas valiosas. Deberá ser nuestra fuerza vital el elemento central para buscar el bienestar y el desarrollo que soñamos. Deberá ser la fuerza vital ese paso cero que nos permita vivir mejor. Nuestra fuerza vital depende de nosotros y de nadie más. Manos a la obra.