El domingo pasado vimos algo inusual. Un grupo de militares en activo, retirados y sus familiares, se manifestaron en las afueras del Palacio Nacional, donde vive, duerme y gobierna, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, Andrés Manuel López Obrador.
El reclamo era peligroso y una advertencia para el pueblo de México: exigían a su Comandante Supremo, el respeto del fuero militar y que los integrantes de la milicia que se encuentran acusados ante juzgados civiles por delitos como, ejecución extrajudicial, tortura, desaparición forzada, homicidio doloso, violación y abuso sexual, no fueran procesados.
Las exigencias de los manifestantes reflejaron el enojo que existe al interior de las fuerzas armadas por ser sometidos a la ley civil.
En otras palabras, se trató de una solicitud para ejecutar de manera extrajudicial, torturar y violentar derechos humanos, sin consecuencia alguna.
Lo anterior cobra mayo sentido después de la ejecución de civiles inocentes, jóvenes que regresaban de un antro, por parte de elementos del Ejército, quienes manifiestan que los confundieron con integrantes del Cartel del Golfo.
Sin embargo, el contexto es revelador.
Desde inicios del presente gobierno, el Presidente Andrés Manuel López, ha otorgado más de 267 labores meramente civiles a la Secretaría de la Defensa, incluso pretende darles una aerolínea comercial para que sea administrada por la milicia, acto que contraviene toda norma internacional en la materia.
En un principio se creía que el Presidente gobernaba de la mano con el Ejército, sin embargo, tras la filtración de diversos documentos clasificados, acto atribuido al Colectivo Guacamaya, se reveló lo peor: Andrés Manuel gobierna supeditado al Ejército.
Diversos documentos demuestran que el Ejército espía a opositores, periodistas, defensores de derechos humanos. También se reveló que diversas propuestas de reformas constitucionales fueron elaboradas por elementos del Estado Mayor Presidencial y que en su momento, el Presidente presentó como suyas.
Bajo las anteriores premisas, la marcha del domingo cobra un significado revelador. Las Fuerzas Armadas se encuentran más empoderadas que nunca, la militarización del país se volvió una realidad en el gobierno que prometió regresarlos a sus cuarteles, y hoy en día, son el poder de facto que domina al Estado Mexicano.
Hoy en día, el Ejército tiene control de instituciones y actividades civiles, controla el espionaje, continúa masacrando civiles, sometiendo a inocentes, acosando a quienes los acusan ante autoridades civiles, exigiendo mayores privilegios, dominando la agenda política.
Y ante eso, no hay poder civil que los haga rendir cuentas. Basta recordar el desprecio del General Secretario para acudir a la comparecencia solicitada por el Congreso de la Unión para hablar sobre el famoso GuacamayaLeaks.
Por eso es momento de activar las alarmas, la marcha del domingo puede ser un primer mensaje de un descontrol interno en el Ejército mexicano que pueda traducirse en tomas de decisiones por parte del personal militar, que atenten contra el poder civil e incluso, contra el poder de su Comandante Supremo.
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