…Parecía razonable que el reino de Darío se rebelase ante la muerte de Alejandro Magno y, sin embargo, los sucesores lo conservaron…
El Príncipe
Más de un mandatario ha enfermado de la COVID 19. Algunos menos la han contraído dos o más veces. No ha muerto ningún jefe de Estado, hasta donde sabemos, del virus que afectó –según datos de marzo de la Universidad John Hopkins— a más de 676 millones de habitantes del planeta y que ha provocado la muerte de poco menos de 7 millones de personas. Según la misma fuente, en los pasados 28 días, han contraído la enfermedad 83 mil mexicanas y mexicanos. Uno de ellos es el presidente de México.
¿Cómo estarán las cosas que anunciar que AMLO contrajo la enfermedad que, en la tercera década del siglo ha provocado la muerte de tantas personas, es una noticia tranquilizadora ante la eventual y negada posibilidad de que le hubiera ocurrido otra situación en su estado de salud?
Tiene lógica que una figura pública que tiene contacto con tanta gente pueda contagiarse con frecuencia de un virus de propagación tan eficiente. Tiene lógica también que su portavoz que se encontraba fuera de lugar no tuviera reflejos rápidos y contaminara, en vez de resolver, la información sobre el estado de salud presidencial.
Ante la interrupción de la gira presidencial en Yucatán y la escasa y contradictoria información surgieron distintas voces, una de ellas de la autodenominada comunidad de la Sociedad Civil. Así, con mayúsculas, logotipo y activismo opositor. Dicha agrupación reclamó en una carta pública dirigida al presidente (enfermo y ausente) y a su vocero Jesús Ramírez que brinden información clara y verdadera del estado de salud del jefe del Estado mexicano. Aunque la petición es correcta, no existió una sola línea de la menor cortesía para desear la pronta recuperación del presidente. Cualquiera que haya sido el motivo para escatimar buenos deseos, no son de buena entraña, ni de la más mínima cortesía elemental, ya no digamos, de un sentido humano. Lo cortés no quita lo valiente, aunque lo realmente importante es a título de qué, quienes suscriben la misiva, se hacen portavoces de la sociedad civil. ¿Quién los eligió, a quién representan, que intereses defienden? Se vale que sean opositores, se vale que defiendan el derecho a la información, se vale que exijan y reclamen, pero no deja de ser deseable que transparenten su arco de representación y el abanico de intereses que quieren representar, porque lo hacen a nombre de toda la sociedad sin merecerlo.
La misma crítica la podemos hacer del otro lado, cuando, por ejemplo, Lorenzo Meyer no transparenta y clarifica su apoyo al régimen obradorista porque sus dos hijos forman parte privilegiada del equipo presidencial. No se cuestiona que sean empleados presidenciales porque son muy talentosos y probablemente lo merezcan. Lo que hace falta es transparencia en el ex académico opinador.
Volviendo a la enfermedad presidencial; podemos afirmar que:
1. Su gabinete no está preparado para la gestión de crisis.
2. Su portavoz no está preparado para la gestión de crisis de comunicación y tiene agenda propia, candidata favorita y alguna protegida en el gabinete.
3. Algunos adversarios del régimen parecen zopilotes volando bajo cuando lo que importa es la estabilidad del país.
4. Los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena se apuraron a encajar golpes a sus adversarios en la contienda interna, aprovechando el vacío en la agenda.
5. A Adán Augusto, como presidente en funciones y emergente al bat, le faltan reflejos.
La información pública sobre el estado de salud del presidente debe ser verosímil. No es suficiente que sea verdad. En caso de no ser cierta o provenir del mundo de los otros datos, de todos modos, debe ser verosímil porque tiene una función sobre la gobernabilidad, los mercados y las expectativas ciudadanas.
Puede haber un testamento político en el que se resuman los deseos presidenciales en caso de que “la naturaleza, el creador o su salud “lo obliguen a ausentarse, pero parece que hace falta un protocolo entre su equipo para saber qué hacer.
Un libro, una serie, un podcast:
Libros: Denuncia (Caja Negra) Sara Ahmed. La filósofa británica de origen paquistaní aborda el activismo de la queja frente a la violencia institucional.
Serie: Diplomática. (Netflix) Los avatares de una diplomática estadunidense en Londres que intenta impedir que escale un confilcto con Irán al ritmo de la politica interna de su propio país.
Podcast: Today un focus (The Guardian). Combinación de historias y análisis provenientes del periodismo de The Guardian intentando profundizar en las noticias seleccionadas.
@KoldoHerria
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