2012: Calderón mostró falta de manejo político, careció de fuerza para ofrecerse como presidente y lanzó una ofensiva contra el crimen organizado con fuerzas armadas que provocaron casi cien mil muertos. Hacia el 2011 comenzó a manejar su proceso de sucesión presidencial para imponer a su secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, pero no pudo controlar al PAN que lo había hecho presidente. La votación del candidato se abrió a panistas y la candidatura la ganó Josefina Vázquez Mota, quien realizó una campaña fracasada que nunca repunto. Calderón no supo –y a veces no quiso– mover los instrumentos del poder presidencial para beneficiar a Vázquez Mota y el PAN pasó ahora a tercer sitio electoral con el 25% de los votos. El candidato priísta Enrique Peña Nieto ganó las elecciones con 6 puntos porcentuales arriba de López Obrador, y de nueva cuenta el tabasqueño organizó un conflicto poselectoral pero ahora menos estridente y más ineficaz que el de 2006. Molesto con el PRD, López Obrador anunció su salida del PRD y la fundación de su propio movimiento social que no ha sido estrictamente partido. El PRI no tuvo mucho espacio para operar la candidatura porque desde 2009 se colocó Peña Nieto como el preferido en las encuestas, más por su imagen mediática. El PRI no quiso llevar la elección a una votación divisoria y aceptó la tendencia de las encuestas. Peña Nieto llegó a la presidencia sin experiencia en el gabinete presidencial y apenas con la experiencia afinada en la política mexiquense. El PRI aprendió del conflicto con Madrazo.
2018: el presidente Peña Nieto ha comenzado a operar el proceso de sucesión presidencial y los primeros indicios revelan también el modelo de la vieja escuela. El principal problema radica en la pérdida de aceptación de Peña Nieto por sus niveles debajo de 10% que suelen ser más pasivos que activos. Aún no ha definido su lista de seis y los medios hablan de una lista de diez. Sin embargo, los posibles son el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, el gobernador mexiquense Eruviel Ávila, y muy abajo en las encuestas aparecen el secretario de Educación, Aurelio Nuño, y de última hora el secretario de Salud, José Narro Robles. Por el PAN aparecen: Margarita Zavala de Calderón, Ricardo Anaya y Rafael Moreno Valle: por el PRD sólo tiene posibilidades Miguel Ángel Mancera, pero sin haberse inscrito como militante del partido, y Morena sólo tiene a López Obrador. Los independientes andan muy abajo y sin posibilidades reales. Hasta mediados de 2017, Peña ha enviado el mensaje de que él designará al candidato, regresando a los mecanismos de sucesión presidencial, aunque ahora sin la garantía de victoria; peor aún, todas las encuestas registran el dato de que los negativos de Peña Nieto serán acreditados al candidato. Un alto porcentaje de analistas considera que Peña manejará el proceso al viejo estilo y algunos pocos creen que podría apostar a una victoria de la oposición –PAN o Morena– mediante un pacto de impunidad. A favor del PRI operan la imagen deteriorada de Margarita Zavala de Calderón por los pasivos de su esposo y la falta de figura presidencial de Anaya; Mancera depende de un PRD fuerte que no se ve porque nadie lo está reformando, y López Obrador no podrá quitarse el sanbenito de populista, aunque sus propuestas ya fijaron la continuidad del proyecto neoliberal salinista de desarrollo.
Lo único que queda claro de este repaso es la certeza de que el proceso de elección presidencial se hará a la antigüita, tanto en el PRI como en la oposición, y que no existen élites reformistas que quieran aprovechar el 2018 para introducir nuevas formas democráticas de hacer política.
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