Colosio había cumplido todo el ritual sucesorio. En 1979 Salinas llegó a la Secretaría de Programación y Presupuesto como director de política económica y social del recién ascendido secretario Miguel de la Madrid Hurtado, y sus principales colaboradores fueron Rogelio Montemayor Seguy, Córdoba Montoya y Camacho Solís. Ya en su oficina Salinas le pidió a Montemayor a un economista competente que trabajaran directamente con él en investigaciones directas en temas económicos; Montemayor envío a Colosio, entonces sumaba apenas 29 años de edad –contra 31 de Salinas y 33 de Camacho–. Colosio inició su carrera burocrática de la mano de Salinas; Zedillo estaba estudiando su doctorado en la Universidad de Yale.
Salinas convirtió su oficina en el centro de definición del proyecto del nuevo grupo de poder; en 1979 coordinó con Camacho, Córdoba y Montemayor la redacción del Plan Global de Desarrollo 1980-1982 que aprobó López Portillo y que significó en fin histórico del modelo económico de la Revolución Mexicana y el inicio de un nuevo ciclo de nación menos social y más economicista. Ese PGD catapultó a De la Madrid como el candidato presidencial de López Portillo para el sexenio 1982-1988, ante el modelo tradicional político que representaba Javier García Paniagua, hijo del secretario de la Defensa Nacional del gobierno de Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán, y formado en las instancias de la política práctica del PRI estabilizador. De la Madrid designó a Salinas como secretario de Programación y Presupuesto y éste designó subsecretarios a Montemayor uy a Camacho y puso a Córdoba en la dirección de Política Económica y Social. Colosio se quedó en la oficina de Salinas, aunque con una dirección menor bajo el mando de Camacho.
En 1985 Salinas proyectó a Colosio a la política: lo hizo diputado federal y lo puso a cargo de la comisión de presupuesto. Más que economista o diseñador de políticas económicas, Colosio llegó al congreso como un representante del grupo salinista. En el juego de poder, Salinas inició el sexenio de De la Madrid como el candidato de la continuidad del proyecto económico: el gobierno de De la Madrid realizó las primeras grandes reformas neoliberales y de ajuste macroeconómico. En el gabinete, los principales adversarios de Salinas en la lucha por la candidatura presidencial fueron Jesús Silva Herzog –un tecnócrata tradicional– y Manuel Bartlett Díaz –un político priísta de la vieja guardia, pero incrustado en el grupo tecnocrático por su dureza política–.
En el congreso Colosio operó como un eficaz guardián del modelo salinista de reorganización productiva porque su papel nada tenía que ver con el diseño de estrategias –esa función la cubrían Córdoba en lo económico, Camacho en lo político y Montemayor en la redacción de planes y proyecciones macroeconómicas–, sino que se reducía a ofrecer la cara amigable del salinismo; en esos años Colosio era divertido, parrandero y amigable. Colosio construyñó grupos políticos en la cámara para beneficio de la precandidatura presidencial de Salinas.
La carrera de Colosio creció muy rápidamente: de 1979 en que lo asumió Salinas para su entrenamiento en el poder a 1985, habían pasado apenas seis años. Y su carrera fue meteórica. En 1988, ya con Salinas candidato a la presidencia, Colosio fue enviado por Salinas como candidato a Senador, pero le dio la tarea de meterse en el PRI donde Camacho, como secretario general a partir de la crisis electoral de julio, se hizo cargo de la secretaría general para negociar pactos con el PAN. Colosio demostró capacidad para tejer alianzas con priístas y Salinas lo designó presidente nacional del partido a partir de diciembre de 1988, mientras Camacho era enviado al Distrito Federal a recuperar la plaza perdida en las elecciones, Zedillo saltaba de la subsecretaría de Presupuesto de la SPP a secretario del ramo y Aspe tomaba el control de la Secretaría de Hacienda.
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