Desde la perspectiva de los estudios de partidos políticos, Morena ha ganado en institucionalización principalmente en lo que se refiere a la trayectoria de los partidos de izquierda en nuestro país.
La selección interna del Movimiento de Regeneración Nacional para elegir a su representante de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación resultó institucionalizado en lo general.
Las encuestas, participación de la base y exposición de los personajes a la estructura regional del instituto político; se cumplieron en su mayor parte. Sin embargo, aunque el proceso morenista desarrolló mayor pulcritud en las etapas de selección que los del Frente Amplio, la organización ha quedado evidenciada por la crítica que hace Marcelo Ebrard y que supera las incidencias de alguna fase; ahora Ebrard ha decidido cuestionar el proceso en general.
Desde la perspectiva de los estudios de partidos políticos, Morena ha ganado en institucionalización principalmente en lo que se refiere a la trayectoria de los partidos de izquierda en nuestro país.
La memoria reciente atiende el tribalismo perredista, así como algunas experiencias desbordadas por el cúmulo de participación en algunos procesos de selección morenistas para participar por la titularidad ejecutiva en los estados y municipios.
El experimento –auxiliado con tecnología cibernética- para admitir a todo mundo para integrarse al cumplimiento de los principios de la Cuarta Transformación demostró buenas intenciones, pero fatales resultados; probablemente a ello se deban algunas derrotas que sufrió el instituto político.
Todo eso cambió en el reciente proceso donde triunfó Claudia Sheinbaum, ha sido uno de los eventos con mayor higiene en lo que tiene que ver con la vida interna partidista.
Es cierto que ni Morena ni el Frente Amplio han respetado la legislación electoral del país, no obstante esto confirma la certeza presidencial respecto de la propuesta de desaparición del INE o las críticas al montaje intelectual de la transición vía elecciones competidas.
A pesar de todo, el proceso interno de Morena tiene más puntos a favor y envía un mensaje rotundo de que la democracia interna de los institutos políticos es posible.
Marcelo Ebrard no quiere asimilar la operación cicatriz que implementó Morena a raíz del proceso interno y representa el único elemento rupturista de los miembros que participaron.
La mayor parte de los analistas señalan que no hay futuro para el antiguo Canciller fuera de la Cuarta Transformación, ni migajas le brindarían los otros institutos políticos.
También resulta falso el señalamiento respecto al tapadismo que caracterizó a los sexenios del pasado priista y que se corresponde con la retórica del círculo rojo.
Las preferencias del presidente López Obrador quedaron sepultadas con un proceso que fue abierto y donde todos los competidores tuvieron representantes para atender la equidad y competitividad.
Los ánimos de las bases morenistas respecto al nacionalismo progresista y nacionalista no coinciden con la vocacion globalizadora, tecnotrónica y neoliberal de Marcelo Ebrard. Lo que no quiere decir que el papel del ebradorismo no resulte importante.
A diferencia del PRI y del PAN, ha sido una lección tremenda de moral política el que en MORENA se hable de “puertas abiertas”. No sólo es redención sino cambio e integración.
Marcelo Ebrard tuvo la oportunidad de competir frente a los aspirantes en buena lid. No puede manifestarse en sentido contrario. Constituye uno de los activos importantes de Morena y su papel será importante en el futuro para compensar la geopolítica norteamericana.
Mientras los del Frente Amplio señalan que van a tocarle “La Culebra” a Claudia Sheinbaum, mofándose de uno de los traumas más significativos y trágicos de la historia reciente de México, Marcelo Ebrard tiene la oportunidad de respetar la política y mantenerse en el apoyo de un gobierno que lucha por la soberanía e independencia del país; permanecer en el lado correcto de la historia, a la que finalmente ha entrado, pero sin los extravíos ni mareos de la ambición protagónica efímera.
El futuro es más grande que las divisiones faccionalistas. A Marcelo Ebrard el tiempo le da la oportunidad de no morir dos veces como Manuel Camacho y Luis Donaldo Colosio.
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