Joe Biden es un político moderado, católico, que muestra un rostro sereno frente a la visceralidad del adversario, es paciente frente a los insultos, aunque no proyecta un mensaje inspirador, su experiencia como político supera la ineptitud de otros. La templanza y la humildad con la que transita le permite librar los groseros ataques que le propina Trump. Hace gala de su indiferencia. Su debilidad: los jugosos negocios de su hijo “incómodo” Hunter Biden.
Político con más de 40 años de experiencia, Biden destaca por ser un político más pragmático que ideológico y con la experiencia para formar coaliciones. De ahí la habilidad de incluir en sus propuestas algunas ideas del grupo de Bernie Sanders (quien se declaró socialista) o de Elizabeth Warren.
Su comportamiento se enfoca en mantener la calma y el control. Cualidades muy importantes pues en tiempos de crisis, los norteamericanos buscan a un líder estable y capaz.
Su tono en los discursos es conciliador con un mensaje dirigido a unificar al país, contrario a la narrativa de confrontación de Trump.
A pesar de que no es buen orador y que le falta carisma, Biden conecta con la gente, en especial con la clase trabajadora gracias a su origen popular. Esto le acarreó votos aunque su debilidad es la falta de conexión con el electorado joven, que no siente atracción por el “tío Joe”. Lo ven como un político tradicional y moderado que se inclina por mantener el status quo en vez de emprender una agenda reformista. Para los críticos, Biden ya no está en edad para estar al frente de un país.
Sin embargo, tiene puntos atractivos. No brilla por su carisma, pero no es socialdemócrata, por eso pudo atraer el “voto cansado” de Trump. No destaca en campaña, pero fue el “mal menor” a escoger. Y algo interesante, es muy hábil en diplomacia.
En el terreno de las relaciones exteriores se maneja como pez en el agua. Durante doce años formó parte del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, desde ahí defendió ideas progresistas como el terminar con el Apartheid en Sudáfrica, la caída el Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría, entre otros. Por esta razón, Barack Obama lo escogió como compañero de fórmula, por su conocimiento de la política exterior.
Biden llamó a Slobodan Milosevic, ex presidente de Serbia, “criminal de guerra”. Al respecto, diseñó políticas que pondrían fin a la matanza en los Balcanes, y sobre el expresidente serbio, contribuyó a llevarlo ante la justicia, de acuerdo al portal France 24.
Una de las iniciativas que destacan de su desempeño en política exterior, es que fue promotor de la incorporación a la OTAN de las democracias nuevas en Europa, justo cuando Georgia y Ucrania en 2003-04 se entusiasmaron con la idea.
Fue un duro crítico de Bush y McCain sobre el tema de Irak, se inclinó por darle una nueva dirección a la guerra contra el terrorismo y señaló que había que terminar la guerra contra Irak de una manera responsable.
El cambio climático es otro de sus fuertes. Desde el Senado, organizó varias audiencias en el Comité de Relaciones Exteriores sobre el tema. Presentó un proyecto de Ley de Protección del Clima Global, conjunto de normas que sentaron las bases para emprender la lucha por el medio ambiente desde la década de los 80.
La legislación permitió crear un grupo especializado para investigar cómo controlar las emisiones de gases, y esto para comenzar a trazar la estrategia de Estados Unidos frente al cambio climático a nivel internacional.
En la administración de Barack Obama, fue la mano derecha del presidente en temas cruciales como el Obamacare, el sistema de salud de la administración, y en el programa Recovery Act, para impulsar la economía, el crecimiento laboral y la promoción de energías limpias.
Su talón de Aquiles son los jugosos negocios de su hijo Hunter Biden, quien fue uno de los directivos de la empresa ucraniana de gas Burisma. Trump lo acusó de conflictos de interés y corrupción y hasta ahora no ha salido bien librado del tema.