Día Cero
Por: Juan Manuel Aguilar Antonio
Como balde de agua fría cayeron sobre el Canciller Marcelo Ebrard las declaraciones del expresidente Donald Trump el pasado 24 de abril, en un mitin, en apoyo J.D. Vance en las elecciones primarias republicanas para el Senado, en Ohio.
Durante su intervención el ex presidente de los Estados Unidos se refirió al actual titular de la Secretaría de Relaciones

Exteriores como el segundo máximo representante de México, y expresó que a través de amenazas e intimidaciones presionó al secretario de Estado para que impusiera un total de 28 mil soldados en la frontera con Guatemala y estableciera el programa Quédate en México.
Ante la provocación el Ebrard reaccionó con una serie de mensajes a través de su cuenta de Twitter al citar que dichas declaraciones correspondían a una campaña para agitar el anti-mexicanismo que caracteriza a Trump, a la par de expresar “lo que nos califica [como país] son los hechos no sus dichos”.
Por último, cerró sus comentarios en torno al incidente con el siguiente mensaje. “En este gobierno somos patriotas y no tenemos nada de qué avergonzarnos. Muy orgulloso de servir a México y formar parte del equipo del presidente López Obrador.”
Dicha cita puede ser cuestionada por los eventos que acontecieron posteriores a la visita de Ebrard, a Washington D.C., durante el mes de junio de 2019, ante las amenazas de Trump de imponer aranceles a las exportaciones de México. La reunión culminó con la firma de un Acuerdo Migratorio entre los dos países, y la palabra de Trump no proceder con esto si México cumplía su parte de la negociación.
En la esfera nacional, los compromisos del Acuerdo Migratorio suscrito entre el gobierno de López Obrador y Trump supusieron un amplio despliegue de elementos de la Guardia Nacional en el estado de Chiapas, para contener a migrantes centroamericanos y su ingreso al país.
Para 2020, la Guardia Nacional superó la cifra de detenciones de migrantes en situación irregular en su frontera sur con un total de 228,115 migrantes. De estos, 97.000 eran hondureños y 64.000 guatemaltecos. Este dato supuso un aumento del 37% en las detenciones respecto a 2019. Con lo cual se puede expresar que las declaraciones del Trump no estaban del todo mermadas.
Cuando en la mañanera del 25 de abril se le cuestionó al presidente López Obrador si sentía que Trump le había faltado al respeto indicó que “no” y de hecho “le tenía mucho respeto”. Las simpatías entre Trump y López Obrador, por sus divergencias ideológicas y posturas de sus gobiernos sorprendieron a más de uno.
Del mismo modo, causó impresión a muchos cuándo el presidente de México decidió viajar a Washington el 1 de julio de 2021, en el marco de la campaña electoral para la elección presidencial de EUA y un rebrote severo de COVID-19, para dar un discurso en la Casa Blanca, que tuvo toda la impresión de apoyar a Trump en el marco de su reelección para un segundo periodo.
En cada oportunidad que tiene, López Obrador refrenda su nacionalismo. Sin embargo, en los hechos opera como un mandatario pragmático, que ante un Estados Unidos tuvo que aceptar las presiones del gigante del norte, para evitar afectaciones a la economía mexicana fuertemente atada al mercado del TMEC y sin el cuál puede derrumbarse.
Con eco resuenan aún vigentes las declaraciones de Adolfo Aguilar Zínser que, frente a estudiantes de la Universidad Iberoamericana, el 11 de noviembre de 2003, expresó que la clase política e intelectual de Estados Unidos veían a nuestro país su patio trasero y sólo les interesaba una relación de conveniencia y subordinación. En el ámbito de la diplomacia actual la historia se sigue repitiendo. Y el discurso nacionalista y efusivo de la mañanera del presidente, nada tiene de real en los hechos.