Por: Armando Hernández
Como parte de un desmitificación sobre la idea de que los agentes de la DEA sean superpolicías a la caza de grandes capos, el periodista e investigador Jesús Esquivel, habló con El Independiente sobre el contexto real que vive la Administración para el Control de Drogas (DEA) en nuestro país.
Para el autor de libros como La DEA en México y Los Narcos Gringos, se debe entender desde dos contextos a esta agencia, su papel en Estados Unidos y el rol que juega en México, con funciones y actuaciones distintas.
“En Estados Unidos puede llevar a cabo investigaciones, detenciones, involucrarse en actos de violencia para defenderse, aquí en México, no”, sin embargo, aclara que en la evolución que ha vivido el tráfico de estupefacientes, sus consecuencias y referencias abiertas y directas sobre la corrupción en el combate antidrogas, hay un tabú en torno al papel de la DEA en México, cuando en realidad poco o nada puede aportar para detener la violencia en México o el alto consumo en Estados Unidos.
“Los estadounidenses son muy hipócritas en ese sentido. Todos los días si revisamos las cortes federales, estatales y los departamentos de policías tenemos un promedio de 3 mil capturas de personas involucradas con la venta de drogas, pero no es noticia”, detalla.
“En México hay otra forma de mirar esta situación, sobre todo por la violencia que generó la lucha militarizada de Felipe Calderón; ya no es una gran nota los encajuelados o decapitados, pues nos acostumbramos a los muertos”, refiere a manera de ejemplo que la DEA tiene una escueta participación en nuestro país.
“La DEA tiene otro papel, su único objetivo (En México y fuera de EE.UU.) es coadyuvar en las averiguaciones para detener cargamentos de droga destinados en Estados Unidos”, sentencia.
Sin embargo, Esquivel da a entender que más que un protagonismo, la DEA fungió por varios años, como un enlace a los intereses de Estados Unidos, como en su momento reveló el periodista años anteriores, cuando expuso que el gobierno de Felipe Calderón tenía conocimiento de los programas de tráfico de armas a México para rastrear operaciones de cárteles (Rápido y Furioso), además de un esquema para intervenciones de telecomunicaciones privadas con cooperación de agencias estadounidenses, como la DEA, con la entonces Procuraduría General de la República y la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
“Por primera vez la DEA está muy limitada en México, antes hacían lo que querían, portaban armas, iban a reuniones con funcionarios, se metían a la PGR con Marisela Morales, tenían acceso a averiguaciones antes que los ministerios públicos”, reveló.
A diferencia de lo ocurrido en el pasado, según relata, ahora la DEA entrega un reporte de sus actividades a la cancillería, “si son ciertas o no, depende de ellos, pero el contenido de esos reportes depende de su estancia de ellos”.
“La DEA no es tan importante”, sentencia el investigador.
El Narco al estilo gringo
Bajo el contexto de seguridad, Jesús Esquivel comenta a este diario que la crisis en el mercadeo de enervante tiene un clímax, donde poco o nada ha interesado al gobierno de Joe Biden, y anteriores, donde ni la DEA, el FBI y otros órganos han logrado contener la descontrolada adicción a sustancias prohibidas en las calles.
“El hecho de que en Estados Unidos no existan organizaciones como el Cártel de Sinaloa, o Jalisco Nueva Generación no quiere decir que todos los días lleva a cabo operaciones antinarcóticos, a diferencia de lo que pasa en México, en EE.UU. no hay una violencia explícita generada por el narcotráfico”, analiza.
Desde su visión, los cárteles latinoamericanos saben que son menos vulnerables a capturas o a una confiscación de la carga al utilizar intermediarios locales “que se pueden diseminar fácilmente dentro de la sociedad estadounidense sin llamar la atención”.
De ahí que establece cómo en Estados Unidos los narcos encajan mejor en el casillero de narcomenudistas, “son los que ahora cambiaron la modalidad de la problemáticas de la distribución y venta de drogas en Estados Unidos”
“Ya no son los cárteles mexicanos los que se encargan de todo eso, a raíz de las ‘estructuras de cooperación bilateral’, el mercado estadounidense que ha ido modificándose por la demanda de enervantes sintéticos, lo que hacen es comprar al mayoreo a las organizaciones criminales a un precio fijo y ellos se encargan de todo lo que sigue después el norte del Río bravo”, revela.
Sin embargo, el problema, detalla Esquivel, no es el tráfico en sí y todas las consecuencias que ello acarrea, donde América Latina ha pagado con demasiados muertos, sino se trata de un problema de educación y salud.
“Hay una epidemia de consumo de drogas en Estados Unidos, cada 24 horas mueren 292 personas en por sobredosis y ese no es un problema de México, si no del gobierno norteamericano en concreto”, enfatiza.
Por ello, subraya que aún cuando agencias como DEA pudieran encaminar a la captura de narcotraficantes, en Estados Unidos “Han hecho demasiados acuerdos con capos, con lo cual demuestra la hipocresía de la política antinarcóticos en Estados Unidos y esta doble cara”.
“Si no hay demanda en consumo, para que se va a producir algo que no se va a vender. Se necesita una política de salud”, subraya.
Violencia en México, con nombre y apellido
En entrevista desde Washington, Jesús Esquivel insiste que México sigue instalado en un panorama desolador respecto a la violencia, como parte de una estrategia fallida de militarización iniciada por Felipe Calderón.
“En México el tema de seguridad se desbordó gracias al terror que instalaron grupos sádicos como los Zetas para dejar escuela, ahora que ya no existen, cualquier agrupación y delincuentes se declaran narcotraficantes para secuestrar, extorsionar o asesinar”.
“El tema de violencia está vigente, los datos están ahí, incluso en algunos estados se ha incrementado. Seguir un modelo militarizado, es un error, llevamos 15 años con el mismo y no vemos resultados”, insiste, aún con la política de “abrazos y no balazos” que pregona el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Pese a ello, Esquivel es enfático, “Respecto a la inseguridad en México, el responsable tiene nombre y apellido, se llama Felipe Calderón. Él militarizó una lucha contra el narcotráfico presionado por Estados Unidos para crear una iniciativa Mérida con la intención, tal vez, de legitimarse”.
“Nunca pensó que iba a provocar reacciones las que ocurrieron en el país por parte del crimen organizado, se crearon una especie de satélites delincuenciales en todos los estados, aunado a una errónea cultura de la apología al crimen organizado, lo cual tuvieron un impacto en la sociedad”, además de la corrupción.
“Tan fue equivocada la estrategia de Calderón, que su lugarteniente, su mano derecha, Genaro García Luna se encuentra preso en una prisión en Estados Unidos, pendiente de un juicio”, sentenció.