Mara Salvatrucha, una organización criminal depredadora
En las últimas semanas, la policía y el ejército de El Salvador arrestaron a más de 20 mil presuntos pandilleros a casi 36 días de que se decretó el Estado de Excepción. Los tribunales establecieron prisión preventiva contra 9 mil 672 imputados. El régimen de excepción permitió retener a los detenidos hasta 15 días sin justificación, en contraste con las 72 horas de límite en circunstancias normales.
Lo anterior luego de que el 27 de marzo, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó un estado de excepción a petición del presidente Nayib Bukele, tras el repunte de homicidios relacionados con las pandillas o la Mara Salvatrucha (MS13).
Se trata de una determinación que surgió para atender un grave problema de violencia en el país centroamericano. En números, El Salvador tiene 6.5 millones de habitantes, casi la misma población que Washington, la capital estadounidense. En Alemania, con más de 83 millones de habitantes, la tasa de asesinatos es de aproximadamente 0.3 homicidios por cada 100 mil habitantes. En El Salvador, la cifra para 2021 fue de 20 por cada 100 mil habitantes.
A 40 años de su surgimiento
Para entender el problema actual, vale la pena conocer el origen de esta pandilla, surgida entre inmigrantes en las calles de Los Ángeles en la década de 1980, sus miembros fueron deportados de vuelta a El Salvador diez años después y desde entonces la MS-13 no ha parado de crecer.
Actualmente se consideran como un grupo cuyas actividades delictivas se diversificaron, como asesinatos, extorsión, tráfico de drogas y de personas, control territorial y “protección”, bajo una estética de cuerpos tatuados.
A decir de un reciente estudio de Insight Crime, la pandilla ahora se extiende desde países centroamericanos como El Salvador hasta Europa. Aunque son principalmente una organización criminal depredadora, que vive mayormente de la extorsión, la resiliencia de la pandilla se debe a sus fuertes lazos sociales, que se crean y refuerzan mediante actos de violencia, principalmente contra sus rivales y entre sí.
Su principal territorio de operación es el llamado Triángulo Norte, Guatemala, El Salvador y Honduras, el lugar más violento del mundo sin guerra declarada, según estadísticas internacionales.
Incluso, el mismo Departamento del Tesoro de Estados Unidos calificó al grupo como una “organización criminal trasnacional”, la primera designación de ese tipo para una pandilla callejera de Estados Unidos, además de que a fines de 2020 acusó de terrorismo a más de una docena de líderes de la MS13 en El Salvador, lo que ha significado un impulso sin precedentes en la lucha del país contra las pandillas callejeras internacionales.
A lo largo de su existencia, varios intentos de los gobiernos de reducir la amenaza que supone la MS13 muchas veces han tenido el efecto contrario al propagar la amenaza que supone la pandilla como las políticas de “mano dura” que llevaban a la cárcel a jóvenes por su apariencia y asociación, así como por sus actividades criminales y que fueron la norma luego de su implementación por el presidente salvadoreño Francisco Fores a finales de los noventa. Como resultado de ello, la población carcelaria en El Salvador, Honduras y Guatemala se desbordó con integrantes de la MS13 y de otras pandillas.
Operación Cuscatlán, un golpe que hirió pero no mató
En febrero de 2018, la “Operación Cuscatlán” se convirtió en uno de los golpes más importantes que las autoridades asestaron a las finanzas de la MS13, sólo un año después de que el entonces presidente Donald Trump se comprometió a “destruir” a la MS13
En aquella ocasión, más de 1,500 policías de las fuerzas especiales, acompañados de fiscales del Ministerio Público, intervienen negocios como locales de carros usados, restaurantes, bares, salas de belleza, cervecerías, viviendas particulares, lujosos ranchos de playa y hasta una empresa del transporte colectivo que funcionaban con dinero de la pandilla MS13.
En el operativo las autoridades incautaron $27,000 dólares en efectivo, $194,000 dólares en cuentas bancarias, 63 vehículos y 14 inmuebles.
Un año más tarde, el presidente Nayib Bukele ordena el despliegue de la policía y del ejército en las zonas comerciales del centro histórico de la capital y otros municipios del interior afectados por la presencia y extorsión de las pandillas.
Al ser juramentado había un promedio de 9.2 homicidios diarios; un mes después se registró la menor cantidad de homicidios desde los acuerdos de paz de 1992: 4.2 muertes violentas al día, sin embargo, distintos analistas aseguran que se trató de un pacto que al final se rompió.
Liderazgo
El estudio de Insight Crime establece que la MS13 tiene una jerarquía, un lenguaje y un código de conducta. En realidad, la organización es laxa, con células por todo Centroamérica, México y los Estados Unidos, pero sin un líder único reconocido por todos.
Los jefes se conocen como “corredores” y “palabreros”. Estos cabecillas controlan las que se conocen como “clicas”, células que operan en territorios específicos.
Estas clicas tienen sus propios jefes y jerarquías. La mayoría de las clicas tienen una “primera palabra” y una “segunda palabra”, en referencia al primero y el segundo al mando. Algunas clicas son transnacionales; algunas pelean entre sí y tienen reputaciones más violentas. Algunas clicas controlan clicas más pequeñas en una región determinada. También tienen tesoreros y otros cargos de menor rango.
La MS13 también tiene programas, que agrupan a numerosas clicas. Efectivamente, en lo más alto, el mando de la MS13 puede controlar las acciones de estas clicas a distancia. Esa estructura fluida y difusa hace a la pandilla resistente de cualquier intento del gobierno de atacarla. Si la “primera palabra” cae detenida, la “segunda” rápidamente asume el control.
La MS13 mantiene una enemistad con Barrio 18, otra pandilla callejera con amplia presencia en Centroamérica, México y Estados Unidos. En años recientes, la pandilla ha buscado expandir sus conexiones políticas. En 2016 se conoció evidencia en video que mostraba que la pandilla había negociado en secreto con directivos del partido de gobierno de El Salvador, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), a quienes habían ofrecido respaldo político a cambio de retribuciones económicas.
La MS13 y su papel en el narcotráfico
Según estudios del fenómeno de pandillas en Centroamérica, hay evidencia de que la pandilla participa en otras actividades criminales transnacionales más sofisticadas, entre las que se destacan redes internacionales de trata de personas y tráfico de drogas. Pero la función de la pandilla en esas actividades parece principalmente de apoyo, en lugar de directiva.
Según datos públicos del Comando Sur de los Estados Unidos, hay unos 70 mil pandilleros en el Triángulo del Norte. La proliferación de las pandillas viene acompañada del aumento en las tasas de homicidios.
Incluso, ya desde 2012, la extinta Procuraduría General de la República (PGR), señaló que la extrema violencia usada por los cárteles mexicanos, en la que incluía decapitaciones y desmembramientos, había sido una técnica de intimidación adaptada de las pandillas salvadoreñas.
La decapitación, según indicó la PGR en ese año, era un método de intimidación con un triple objetivo: amedrentar a sus oponentes, confirmar su presencia en el lugar, y ganar posiciones dentro de la organización criminal.
De manera paralela, agencias internacionales establecen que Los Zetas reclutaban a miembros de estas pandillas para entrenarlos con el fin de que los Maras generaran caos en Centroamérica distraer a las autoridades y asegurar el control de las rutas para el trasiego de estupefacientes.
Incluso, actualmente autoridades estadunidenses han detectado vínculos de los Mara Salvatrucha con el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, por algo México y la zona del Triángulo Norte, (Guatemala, El Salvador y Honduras), mantienen los más altos índices de homicidios en el mundo.