Sólo esta semana, los taxistas de Cancún han acumulado 500 denuncias en la Procuraduría General de Justicia del estado de Quinta Roo, que les investiga delitos de narcomenudeo, secuestro, extorsión, cobro de piso, hasta delincuencia organizada y violación por parte de los choferes del Sindicato Andrés Quintana Roo.
Los conflictos con Uber, que intentó trabajar en ese centro turístico, debido a las constantes quejas por tarifas abusivas, acoso sexual y robos a los turistas, dejaron ver a la organización criminal que operan en todo el estado.
Y mucho se debe a la cobertura de los medios de comunicación y a la pluma de analistas en seguridad, como Eduardo Sadot, que expusieron a los taxistas de Cancún por cobrar muchísimo más que en cualquier parte de México y como en los lugares más caros del mundo, con el pretexto de que llegan turistas de todas partes del mundo, lo que les hace pensar que están acostumbrados a pagar mucho y por eso abusan.
Advierte, incluso, la sicología de los taxistas que asumen que la toda gente va en el plan de vacacionar y por tanto lleva dinero, que tienen destinado a gastarlo y piensan que si lo han de gastar que lo gasten en taxis. Lo que no advierten sus pequeños cerebros es que están acostumbrado a viajar por UBER o las plataformas mundialmente famosas, porque lo que buscan es un servicio de calidad.
Llegan a Cancún y caen en manos de la peor mafia de transporte del mundo, compuesta con el lumpen de la sociedad mexicana llevada de todas partes del país, rateros en cuatro ruedas, narcomenudistas amafiados con políticos y políticos propietarios de grúas incrustada en cargos públicos.
Los taxistas de Cancún, cobran – por ejemplo – por una distancia de 10 kilómetros más de quinientos pesos. Además que en el trayecto dan rienda suelta a sus más bajos instintos animales con las turistas extranjeras, o mujer que les guste; ofrecen droga y si los ven distraídos o en estado inconveniente, los secuestran y despojan de todas sus pertenencias.
Son incapaces de adaptarse a la competencia y menos a competir limpiamente en costos, trato y servicio con UBER. Y todo por la complicidad de la autoridad, que los utiliza como medio de transporte para los acarreados en tiempos de elecciones.
Lo grave es que Cancún debe sobrevivir a un con la mafia de los taxistas y de la autoridad corrupta que los solapa, por ser uno de los destinos turísticos en el mundo que no duerme y que más recibe visitantes, no solo para vacacionar, sino como un centro de convenciones internacional.
Quién debe limpiar Cancún de la mafia es la Procuraduría estatal, que estatal a un paso de solicitar el apoyo de la Guardia Nacional que ya resguarda las playas y puntos de mayor concentración del turismo extranjero, para detener de tajo a la mafia de los taxistas que han hecho de Quinta Roo un foco rojo en seguridad.
De las 500 denuncias interpuestas esta semana, se investiga cobros excesivos sin taxímetro, acoso sexual, asaltos, narcomenudeo, agresiones, extorsiones y cobro de piso por parte de los taxistas locales, una “mafia” cuyo sindicato protagonizó estos días bloqueos y agresiones contra turistas y choferes de Uber por la reinstalación del servicio de la plataforma en el municipio de Quintana Roo.
No obstante, las denuncias que implica delincuencia organizada datan de 2016, cuando el Sindicato “Andrés Quintana Roo” se opuso a que Uber diera el servicio, y el Gobierno estatal de Carlos Joaquín González les exigió adquirir la concesión para operar, dando toda la libertad a los taxistas que le entraban con sus cuotas. En 2019, Uber solicitó un amparo contra ello y el 12 de enero pasado, el Tercer Tribunal Colegiado del Vigésimo Séptimo Circuito resolvió a su favor, lo que desató la furia de la mafia de los taxistas en todo su esplendor.