A pesar de la recomendación de un juez de retirarle la licencia por su “indiferencia negligente” ante miles de pedidos sospechosos que han alimentado la crisis de los opioides, la agencia antidrogas DEA ha permitido a uno de los mayores distribuidores de fármacos de Estados Unidos seguir vendiendo analgésicos adictivos durante casi cuatro años.
Pese a insistencias, la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) no respondió a las preguntas reiteradas sobre la forma en que manejó el caso de Morris & Dickson Co. ni la participación de un consultor de alto perfil que la empresa contrató para evitar sanciones y quien ahora es el segundo al mando de la directora de la DEA, Anne Milgram.
A la fecha se han suscitado dudas acerca de cómo por casi 4 años esa “puerta giratoria” entre el gobierno y la industria farmacéutica puede estar afectando a la misión de la DEA de vigilar a las empresas del ramo señaladas como responsables de miles de muertes de estadounidenses por sobredosis.
Si la DEA hubiera emitido su orden de manera oportuna, “uno podría creer de manera creíble que su segundo al mando no estuvo involucrado a pesar de un evidente conflicto de intereses”, comenta Craig Holman, un experto en ética de la organización de monitoreo Public Citizen, con sede en Washington. “El simple hecho de que su acción se haya retrasado cuatro años sólo genera señales de alerta. Pone todo el proceso bajo sospechas graves”, agrega.
La semana pasada la agencia rompió su silencio sobre el tema y notificó abruptamente a Morris & Dickson que decidió revocarle su licencia para distribuir sustancias controladas, según dos personas familiarizadas con el caso y que declararon a condición de mantener el anonimato para hablar.
Aún no se ha publicado ninguna orden definitiva. La compañía ha descrito la revocación como una “virtual sentencia de muerte” para sus operaciones y es casi seguro que impugnará la decisión en un tribunal federal.
Louis Milione, quien fue nombrado subdirector de la DEA en 2021, no respondió a las solicitudes de comentarios. Se retiró de la DEA en 2017 después de una carrera histórica de 21 años que incluyó dos años al frente de la división que controla la venta de narcóticos altamente adictivos.
Al igual que decenas de colegas en la poderosa, pero poco conocida Oficina de Control de Desvíos de la DEA, comenzó a trabajar rápidamente en su nuevo empleo de consultor para algunas de las mismas empresas a las que se le encomendó regular, incluida Morris & Dickson.
Morris & Dickson contrató a Milione como parte de un contrato de 3 millones de dólares para salvar su licencia de suministro de analgésicos después de que la DEA señalara en 2018 a la compañía por no alertar sobre miles de pedidos sospechosos de gran volumen.
Al testificar en 2019 ante el juez federal de derecho administrativo Charles W. Dorman, Milione argumentó que Morris & Dickson “no escatimó en gastos” para revisar sus sistemas de cumplimiento, cancelar órdenes sospechosas y enviar diariamente correos electrónicos a la DEA explicando sus acciones.
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